Villancico
Juan del Encina (1479-1529)
!No te tardes que me muero,
Carcelero,
¡no te tardes que me muero!
Apresura tu venida
porque no pierdas la vida,
que la fe no está perdida.
Carcelero,
¡no te tardes que me muero!
Sácame desta cadena,
que recibo muy gran pena,
pues tu tardar me condena.
Carcelero,
¡no te tardes que me muero!
La primer vez que me viste
sin lo sentir me venciste:
suéltame, pues me prendiste.
Carcelero,
¡no te tardes que me muero!
La llave para soltarme
ha de ser galardonarme,
prometiendo no olvidarme.
Carcelero,
¡no te tardes que me muero!
¿A que es raro este villancico? No habla del Niño, ni de los pastores, ni de los peces que beben en el río. Y es que no se trata de una canción de Navidad.
sin lo sentir me venciste:
suéltame, pues me prendiste.
Carcelero,
¡no te tardes que me muero!
La llave para soltarme
ha de ser galardonarme,
prometiendo no olvidarme.
Carcelero,
¡no te tardes que me muero!
Villancico viene de villano, que es vecino de una villa o aldea. Es, por tanto, una canción –muchas veces de temática amorosa- que se cantaba en diversos momentos de la vida del campo o de un pueblo y que se transmitía oralmente y casi siempre de forma anónima.
A partir del s.XIII los trovadores la introducen en la corte y ambientes más cultos, perdiendo ya su carácter popular y añadiendo el acompañamiento de instrumentos musicales, siendo ya a finales del s.XV cuando estas canciones adquieren el sentido religioso que hoy conocemos.
Pero como de villancicos auténticos va el día, aquí van dos, uno de aquí y otro de allá.
Ala, a cantar.
Y muchas felicidades, clientela….