De nombre completo Lisan al-Din Ibn al-Jatib, en este año se cumplen siete siglos de su nacimiento en Loja, provincia de Granada. Poeta, historiador, teólogo, jurista, político, veterinario y médico, fue una de las más grandes figuras del reino nazarí y de todo al-Andalus y el pasado mes de mayo la Real Academia de Medicina y Cirugía de Andalucía Oriental con sede en Granada organizó una exposición en La Madraza, donde él enseñó, para divulgar su figura y su obra médica, de la que hay que destacar El libro de la peste, en el que nace el concepto de contagio, una doctrina médica que no acabaría de aceptarse hasta mediado el siglo XIX. En este libro relata la epidemia de peste negra que asoló Granada en 1348, describe la enfermedad y recomienda aislar a los enfermos y quemar las sábanas para evitar su propagación. Otras aportaciones a la Medicina son un texto enciclopédico en el que recopila todas las enfermedades conocidas en su tiempo, con un resumen versificado destinado a los estudiantes, que se titula Poema sobre la medicina y que es uno de los primeros manuales escritos en España para esta enseñanza. A él se debe también un tratado de higiene titulado Libro sobre el cuidado de la salud durante las estaciones del año, con un conjunto de recomendaciones sobre la vida diaria, y el Tratado sobre la formación del feto. En otro aspecto de la Medicina, una aportación muy importante es la construcción del Maristán de Granada, un hospital para doscientos enfermos, que se inaugura en 1365 durante el reinado de Muhammad V y que es el único hospital islámico construido en nuestro país.
En el campo poético fue autor de una antología titulada Libro de magia y de poesía y sus poemas epigráficos decoran las paredes de la Alhambra junto a los de Ibn Zamrak e Ibn al-Yayyab, aunque su mayor obra poética son Los poemas de las horas, once poemas que escribió para el rey Muhammad V y que nos han llegado traducidos por el arabista Emilio García Gómez.
Aun está sin traducir y estudiar por completo su gran obra sobre la historia del reino de Granada (Kitab al-Ihata), pero afortunadamente, el notable arabista granadino Emilio de Santiago basó su tesis doctoral en un desconocido hasta entonces texto de Ibn al-Jatib sobre el sufismo, que dio lugar luego al libro El polígrafo granadino Ibn al-Jatib y el sufismo. Aportaciones para su estudio. En un artículo reciente en IDEAL, Emilio de Santiago habla de la tarea ingente que supuso traducir y estudiar el tratado Libro del Jardín del conocimiento en torno al amor excelso y, en ese sentido, dice: Quienes han traducido y estudiado los escritos jatibianos saben bien de las dificultades que presentan estos textos –prosa y poesía- tan jaspeados de múltiples arcaísmos y enrevesadas sintaxis que vienen a sumarse a la de por sí compleja lengua árabe. Cuando, además, se trata cual era mi caso, de una densa exposición sobre el sufismo, la más excelente jamás escrita en al-Andalus, se multiplicaban los obstáculos y aumentaban los lances por las especiales características de alambicado y críptico que posee todo léxico místico. Habida cuenta, para aun rematar la cuestión, de la inexistencia de diccionarios o vocabularios “ad hoc”.
Pero no acaba aquí nuestro personaje, pues toda esta grande y variada obra fue compatible con una intensa actividad política que lo llevó a ser visir con Yusuf I y con Muhammad V y, cuando este es derrocado, tiene que exiliarse en el norte de África, donde presta servicio a los monarcas Benimerines de Marruecos hasta que vuelve al trono Muhammad V y regresa a su puesto de visir en Granada. Más tarde es víctima de las intrigas de la corte, que acusan de sacrílego su tratado místico, y tiene que volver a África, en donde esta vez los Benimerines le dan la espalda y es encarcelado y asesinado en la cárcel de Fez, probablemente por enviados de su antiguo discípulo Ibn Zamrak, el excelso poeta de la Alhambra.