30/6/17

El progreso





     No hace mucho, me he enterado por sus protagonistas de algo que ocurrió cerca de mi casa hace más de 30 años y que entonces conocí solo a medias.

     Por entonces, una pareja joven y con hijos pequeños, había abierto una tienda entrampándose hasta los ojos, pero, a poco de abrir y cuando iban a entregar un encargo, una moto se los llevó por delante causándoles graves lesiones. Resultado: ellos ingresados y la tienda cerrada con el género perecedero amenazando con estropearse. Pero no, los de las tiendas vecinas abrieron la tienda, expusieron el género en la puerta y lo vendieron todo, llevándoles al hospital un sobre con lo obtenido para que las pérdidas no fueran tantas.

     Han pasado los años, ellos siguen en su tienda pero otras han cambiado, los dueños se jubilaron o murieron, hay otros negocios en su lugar y ahora, recordando aquello, nos preguntamos si en este momento podría ocurrir algo así, llegando a la triste conclusión de que no, que ahora no sería posible porque la relación que hay entre ellos, entre los comerciantes de la calle, ya no es la misma. Mejores negocios, más modernos, mejor decorados, pero ¿hemos progresado en todo?

24/6/17

Escuchar


     Decía un amigo que se fue, que él era charlatán, pero también “escuchatán”. Y eso es menos frecuente de lo que parece, pues muchas veces confundimos oír con escuchar, oímos a quien tenemos enfrente o al otro lado del teléfono, pero no lo escuchamos, no nos abrimos a la total comunicación con esa persona. Y no basta con que entendamos el significado de las palabras, pues muchas veces “significamos más de lo que decimos” (U. A. del Campo)

     Y fue Séneca, el filósofo cordobés, el que nada menos que en el año 65, expresó muy bien esta necesidad de ser escuchados.


¿Quién está siempre dispuesto a escucharnos en este mundo? ¿A quien se puede decir: aquí estoy? ¡Mira mi desnudez, mira aquí las heridas, el sufrimiento secreto, la desilusión, los temores, el dolor, el desagrado indecible, el miedo, la soledad! ¡Escúchame por un día, una hora solamente, un momento, para que yo no perezca en el horror del salvaje aislamiento! ¡Oh, Dios, no hay ninguno que me escuche!… 

15/6/17

En edad de esquela



Macasar en el Cementerio de San José de Granada

      
      Comento con un amigo la muerte de otro y me dice:

     -Es que estamos ya todos en edad de esquela…

     Pero es que poco después me enfrento a la realidad de una persona joven que está enferma y con mal pronóstico. ¿Y que ocurre? Pues que me siento como si estuviera usurpando un sitio en la vida que ya no me corresponde, siento que me miran como diciendo:

     -Te tocaba a ti, no a él.

6/6/17

Ida Vitale




Foto EFE

     Conocí la poesía de Ida Vitale hace muchos años y, sinceramente, no me gustó. La encontraba fría, como demasiado “intelectual” en el peor sentido de la palabra, una poesía como los últimos escritos de Juan Ramón Jiménez, de quien fue amiga. Y la olvidé, solo me quedó en la memoria su nombre. Pero ocurre que este año se le ha concedido en mi ciudad el Premio de Poesía Federico García Lorca y, con ese motivo, he leído algo de lo que hay suyo en Internet y he encontrado unos poemas que me han gustado y que quiero compartir algunos de ellos con vosotros.

                    REUNIÓN

                    Érase un bosque de palabras,
                    una emboscada lluvia de palabras,
                    una vociferante o tácita
                    convención de palabras, 
                    un musgo delicioso susurrante,
                    un estrépito tenue, 
                    un oral arcoiris
                    de posibles oh leves leves disidencias leves,
                    érase el pro y el contra,
                    el sí y el no,
                    multiplicados árboles
                    con voz en cada una de sus hojas.
                    Ya nunca más, diríase,
                    el silencio.

                    FORTUNA

                    Por años, disfrutar del error
                    y de su enmienda,
                    haber podido hablar, caminar libre,
                    no existir mutilada,
                    no entrar o sí en iglesias,
                    leer, oír la música querida,
                    ser en la noche un ser como en el día.

                    No ser casada en un negocio,
                    medida en cabras,
                    sufrir gobierno de parientes
                    o legal lapidación.
                    No desfilar ya nunca
                    y no admitir palabras
                    que pongan en la sangre
                    limaduras de hierro.
                    Descubrir por ti misma
                    otro ser no previsto
                    en el puente de la mirada.

                    Ser humano y mujer, ni más ni menos.