No hace mucho, me he enterado por sus protagonistas de algo que ocurrió cerca de mi casa hace más de 30 años y que entonces conocí solo a medias.
Por entonces, una pareja joven y con hijos pequeños, había abierto una tienda entrampándose hasta los ojos, pero, a poco de abrir y cuando iban a entregar un encargo, una moto se los llevó por delante causándoles graves lesiones. Resultado: ellos ingresados y la tienda cerrada con el género perecedero amenazando con estropearse. Pero no, los de las tiendas vecinas abrieron la tienda, expusieron el género en la puerta y lo vendieron todo, llevándoles al hospital un sobre con lo obtenido para que las pérdidas no fueran tantas.
Han pasado los años, ellos siguen en su tienda pero otras han cambiado, los dueños se jubilaron o murieron, hay otros negocios en su lugar y ahora, recordando aquello, nos preguntamos si en este momento podría ocurrir algo así, llegando a la triste conclusión de que no, que ahora no sería posible porque la relación que hay entre ellos, entre los comerciantes de la calle, ya no es la misma. Mejores negocios, más modernos, mejor decorados, pero ¿hemos progresado en todo?