El 6 de junio de 1944, hacía una semana de que me vistieron de organdí blanco para recibir la primera comunión, así que no estaría yo muy pendiente de las noticias mundiales y, además, probablemente nos enteraríamos más tarde del desembarco de los aliados en Normandía, pues seguro que a Franco no le apetecía nada que supiéramos lo mal que pintaba la cosa para sus “coleguis”.
Pero no vamos a hablar aquí de Franco ni del Día D, cuyo aniversario fue hace unos días, sino de una película muy antigua que habla de él o, más bien, de los prolegómenos. Fue una película que me gustó y que vi muchas veces, por lo que la recuerdo bastante bien. Aquí la vimos titulada El hombre que nunca existió y estaba protagonizada por Clifton Webb, aquel señor mayor con pinta de inglés (pero que no era inglés) que tuvo tanto éxito como el Mister Belvedere de varias películas.
El hombre que nunca existió empieza con un texto en la pantalla que dice algo así: Más allá del Peñón de Gibraltar, un hombre muerto ganaba una batalla. Y aquel muerto era yo. Una introducción un tanto enigmática, pero que luego se aclara cuando vemos a Clifton Webb como el militar británico que ideó y llevó a cabo un plan realmente ingenioso. Lo resumo en pocas palabras.
Se trataba de despistar a los alemanes sobre el lugar en que iban a desembarcar las tropas aliadas y, para ello, busca un cadáver no reclamado y le inventa una personalidad, unos antecedentes como militar, un lugar de nacimiento, una familia, una novia… Todo documentado en registros y archivos, sin faltar un detalle. Lo viste de uniforme, le coloca en la muñeca una cartera bien sujeta con cadena y en esa cartera mete informes “secretos” sobre un plan de desembarco en Grecia y en las islas de Córcega y Cerdeña. Lo lleva en un submarino frente a las costas de Huelva y allí lo arrojan al mar. Un pescador lo encuentra en la playa, avisa a la Guardia Civil, los espías alemanes (amigos de Franco, recordad) se enteran y consiguen fotografiar los documentos de la cartera antes de que los envíen a Madrid. Resultado: La creencia de que el ataque empezaría en Grecia y de ahí a Italia, hizo que las tropas de Hitler se dividieran y así se facilitó el auténtico desembarco en las costas de Normandía un año después.
Como digo, la película me gustó, pero lo que no supe cuando la vi por primera vez en 1956, es que estaba basada en hechos reales, que aquello había ocurrido realmente y que el supuesto militar inglés que apareció muerto en una playa de Huelva, está enterrado en su cementerio con la identidad que le adjudicó el personaje encarnado por Clifton Webb: Comandante William Martin, de los Royal Marines, el hombre que nunca existió. Pero lo que, al parecer, no está claro es quien era en realidad ese hombre ahogado, que tanto influyó en el final de la guerra y de quien la provocó. Aparece también en la inscripción de la tumba como el vagabundo Glyndwr Michael, pero no es seguro que fuera él y, probablemente, es algo que no se sabrá jamás.
Nota: Por si queréis leer la historia más detenidamente, he
ido dejando enlaces a varias versiones, que difieren poco, pero añaden
detalles.