Granada Misionera es una revista que publica trimestralmente la Dirección Diocesana de Granada de las Obras Misionales Pontificias y, en el último número recibido, leo un artículo que me llama la atención. Texto y fotos son de Ester Medina, una fotoperiodista granadina, que ha realizado reportajes por todo el mundo, muchos de ellos relacionados con la migración forzada y los Derechos Humanos en las fronteras. Se titula El crimen de las fronteras y recoge tres experiencias vividas que tienen algo en común: las fronteras. Dos de ellas– Lampedusa y el Mediterráneo convertido en un cementerio y Esclavas en el s. XXI. Las Porteadoras de Ceuta- nos son más conocidas porque las tenemos más cerca, pero del tercer caso no sabía nada y me ha resultado muy enriquecedor.
Se trata de Las Patronas de Veracruz y voy a copiar lo que ella dice palabra por palabra porque me parece mucho mejor que lo que yo podría escribir.
Cuando tuve la oportunidad de visitar el humilde albergue de Las Patronas, en el estado de Veracruz (México), me sorprendió la alegría con la que viven el día a día. Un entusiasmo que contagian a todo el que las visita, y que además trasladan a los migrantes que ayudan.
Estas mujeres se dedican desde hace 20 años a cocinar para ayudar a los migrantes que viajan en el tren conocido como “La bestia”. Un tren de mercancías que ha llegado a transportar cientos de personas en sus techos, ya que recorre gran parte del país y es uno de los métodos más “eficaces” y rápidos para cruzar México y llegar a Estados Unidos. El pasado 23 de agosto, este tren dejó oficialmente de funcionar, posiblemente propiciado por EEUU para frustrar la marcha de muchos migrantes iberoamericanos.
Las Patronas dedican gran parte de su tiempo y dinero en cocinar grandes ollas de frijoles y arroz, empacar, estar atentas al pitido del tren, dar las bolsas de comida aun con el tren en marcha, y volver a empezar.
“Los migrantes también son hijos de Dios y están sufriendo por la violencia en sus países”, dice Norma Romero, una de las integrantes del grupo. No se cansan de afirmar que ven a Dios en cada una de las personas subidas a ese tren y que la fe les da la fuerza para continuar adelante. Unas mujeres que, a pesar de no tener subvenciones ni ayudas oficiales, de vivir en chabolas o casas de aluminio, de no tener un sueldo fijo, de vivir del campo, de tener familia… se sacrifican diariamente para atender a los que posiblemente estén peor.
Es una triste realidad, sin embargo siempre suele haber personas buenas que se esfuerzan por ayudar al prójimo sin pensar en obtener ningún tipo de beneficio excepto la satisfacción de haber podido ayudar a personas que lo necesitan.
ResponderEliminar- Jubi, podríamos ver como lo hacen?
Seguro que encontramos algo. Hay más vídeos sobre este tema.
Este vídeo es más largo, pero se ve mejor el trabajo de Las Patronas.
ResponderEliminarLas Patronas, dos décadas velando por los inmigrantes https://youtu.be/hksIdz7EgfQ.
Sí, hay mucha información en la Red sobre esto, pero yo he preferido limitarme al artículo por el que me he enterado.
EliminarEs terrible la persecución y el abandono que está sufriendo gran parte de la humanidad, sometidos por el desprecio de quienes gozan de otro estado social absolutamente distinto. Voces así son necesarias para concienciar al mundo que no se puede confinar ni la violencia ni el hambre a su propia desgracia.
ResponderEliminarSí, pero como verás, por el momento Las Patronas se han quedado sin "trabajo", porque ese tren ha dejado de funcionar para evitar precisamente la emigración hacia EEUU. Es una forma de ignorar que si esas personas emigraban en esas condiciones, era porque no tenían otra opción.
EliminarSi no entran por allí entrarán por otro lado. Antes o después conoceremos de otros grandes corazones que están ocupándose de ellos
EliminarUn saludo
Lo malo es que hay muchos más emigrantes que grandes corazones.
EliminarNo conocía la labor de estas mujeres que es impresionante. La verdad es que aunque la maldad humana es la que más destaca por las muchas noticias que diariamente se reciben, hay otra parte de la humanidad, que casi siempre trabaja en silencio, que se dedican a paliar lo mejor que pueden las tragedias de esos seres que se ven empujados por la necesidad a buscar otros horizontes para poder vivir con dignidad.
ResponderEliminarHay más personas de este tipo de lo que parece, personas, además, que actúan movidas por su fe, no solo por su buen corazón. Lo que ocurre es que se le suele dar más bombo a lo malo que a lo bueno.
EliminarSobre el tema de la inmigración ilegal (la legal hay que considerarla aparte) habría mucho que hablar. Yo soy más partidario de ayudar en los países afectados, pero no quiero extenderme. En cualquier caso, es digno de elogio que haya personas que dediquen su vida a ayudar a los demás. Sin ellos, mucho estarían totalmente perdidos y el sufrimiento sería aún mayor.
ResponderEliminarPor supuesto que lo mejor es ayudar en sus países para que nadie tenga que salir de su casa para poder comer, pero la gente no solo emigra por falta de recursos, sino también por las guerras y las persecuciones.
EliminarEn la palabra ayuda incluyo evitar guerras y persecuciones. No me refería a una ayuda económica, sino a otra que les permita progresar en paz y vivir de sus recursos. Quizás no me expliqué bien.
EliminarTotalmente de acuerdo.
EliminarTodavía cabe tener esperanza en la humanidad....
ResponderEliminarYo la tengo. Como he dicho más arriba, hay muchas personas como estas. En este caso, se ha conocido su labor, pero otras veces ni se sabe.
Eliminar...por eso tira el mundo hacia adelante. Porque en todos los rincones hay gente compartiendo rebanadas de solidaridad. Quizás las Patronas ya no corran tras el tren en marcha, pero seguro que encuentran otras manos apuradas a quienes dar esa dosis de esperanza.
ResponderEliminarTú lo has dicho: en todos los rincones. Yo conozco muchos y prefiero mirar a esos rincones que a otros pestilentes.
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