25/6/24

El blanqueo

 


      Con motivo de las recientes elecciones europeas, mantuve una conversación con un amigo, que sostenía que la Transición "blanqueó" el franquismo, haciendo que, para los jóvenes de ahora, Franco fue solo un señor que hizo muchos pantanos. Pero yo le decía que no, que el franquismo estaba ya blanqueado cuando murió el dictador. A la dictadura la sostuvo, cuando se estaba viniendo abajo, el desarrollismo de los años 60, los "gobiernos tecnócratas" del Opus, que pusieron a los españoles a firmar letras para pagar el piso, el coche o el apartamento de la playa. Y se encargaron de blanquearla José Solís, "la sonrisa del Régimen" y Fraga Iribarne con su bien calibrada "apertura". A partir de ahí, los pequeños grupos de la oposición solo encontraban indiferencia hasta en los barrios más pobres y era muy difícil movilizar a la gente, que solo quería tranquilidad y trabajo para pagar sus letras. En medio de todo, la dictadura no era tan mala si permitía vivir bien y progresar. La libertad y la ideología habían pasado a un segundo plano y se miraba para otro lado cuando se hablaba de encarcelamientos y ejecuciones.
      Y a los que habíamos vivido la posguerra, aquello nos la recordaba, pues entonces lo único que quería la gente era olvidar el infierno vivido, llorar a sus muertos y poder alimentar a sus hijos. Nada más...o nada menos.
      Tanto lo uno como lo otro, es humano y comprensible, pero con ello nos ganamos cuarenta años de dictadura. Ni uno menos de lo que duró el dictador.

2/6/24

Soledad

García Montero con Gioconda Belli en la Huerta de San Vicente  

      Pongo en Google la palabra soledad y me sale de todo. Empezando por la Wikipedia y la definición de la RAE, me sale de todo. Desde consejos/anuncios de psicólogos, a una funeraria o un negocio de venta de neumáticos. Canciones, nombres de mujeres más o menos conocidas, libros, muuuchos psicólogos que nos aconsejan como convivir con la soledad y hasta la Cruz Roja y el Teléfono de la Esperanza.

      Pero sigo con el dedo hacia abajo y me salta a la vista algo sorprendente: Luis García Montero mencionando un poema de José María Pemán, titulado precisamente Soledad y que creo recordar traje aquí hace años.

      El artículo de García Montero es de la pasada Navidad y habla de lo que muchos hablamos por esas fechas: de las ausencias, de las pérdidas. La suya bien grande, ya lo sabemos. Curiosamente, no había leído ese artículo y es raro, pues suelo seguir lo que escribe el paisano. Mi primera intención al leerlo, ha sido guardarlo para una entrada de la próxima Navidad, pero como resulta que a mi edad eso está demasiado lejos y no sé si para entonces estaré yo o estará el blog, mejor lo enlazo ahora, pues lo creo válido en cualquier época del año. Y añado lo que le hubiera contestado si no me diera pereza tener que suscribirme. Algo que escribí hace mucho tiempo.


Porque decir "nosotros"
es nombrar un sueño.