De niña, mis padres me hablaban de los cómicos que ellos habían visto antes de la guerra, en aquellas películas mudas que ya no se proyectaban porque lo que el público quería ver era cine sonoro. Pero, sobre todo, me hablaban de Charlot y cuando, por fin, proyectaron en un cine La quimera del oro, en seguida me llevaron a verla con toda la ilusión de que yo pudiera disfrutar de lo que ellos habían disfrutado y reírme con lo que ellos se habían reído. Pero su gozo en un pozo porque yo, en vez de reírme, me puse a llorar en la escena en que Charlot se come su zapato educadamente, con tenedor y cuchillo. Para mí, aquello no era cómico, sino triste, era un señor con hambre, que la aplacaba con algo imposible y asqueroso. Y así seguí. Me llevaron a otras películas suyas y también lloraba con aquel hombre delgadito y pequeño, que se enamoraba de una florista ciega y siempre salía perdiendo en todo. No encontraba su lado cómico, no lo encontré nunca mientras fui niña.
Pasaron los años, Charlot fue Charlie Chaplin y vimos películas suyas que no eran cómicas, pero, sobre todo, cuando murió Franco, pudimos ver El gran dictador, lo vimos jugando con el globo terráqueo y casi nos aprendimos de memoria el discurso final del hombre insignificante y perdedor con el que lloraba la niña que yo fui.
Hoy, esta vieja que soy ahora también siente ganas de llorar cuando un dictador de cara naranja, henchido de poder y soberbia, vuelve a jugar con el mundo y los seres que lo poblamos.
Estan emitiendo por Movistar todas las películas de Charlot, películas que como bien dices de comedia tienen poco muchas de ellas.
ResponderEliminarSaludos
No estoy en ninguna plataforma de cine, pero al buscar la captura de la imagen en Youtube, he visto que ahí están también algunas películas completas. En realidad, veo muy poco cine y el televisor solo lo enciendo para algún telediario mientras como.
EliminarCreo identificarme con tus sentimientos. Yo me reía principalmente -arrastrado por la marea de los demás compañeros- ante las imágenes de tirarse pasteladas a la cara. Ciertamente Charlot era un personaje tragicómico, con una capacidad de mimo extraordinaria (los mismos movimientos de las cejas y del rostro en general) que igual podía suscitar pena que alegría, de hecho creo que el personaje, y el actor, jugaban con ello. Y mira, seguro que si veo de nuevo algunos de los filmes como los que citas sigo teniendo las mismas sensaciones.
ResponderEliminarHe leído que le costó trabajo pasar al cine sonoro, que se sentía inseguro. Sin embargo, consiguió adaptarse mientras otros actores de su época desaparecieron.
EliminarYo lo he recordado cuando hablaba con un amigo sobre Trump, pues me parece que, en el fondo, lo que lo empuja es la satisfacción de saberse jugando con el mundo como en esa escena de Charlot. Se le mira como el emprendedor capaz de ganar millones, pero yo creo que eso pasó a la historia y en este momento no es más que un psicópata con ansias de poder.