29/9/14

¿Techo de cristal?




     Hace poco hemos hablado de los “artistas” y de su forma de entender el trabajo, pero ahora, en el trato con ellos,  se me ha ocurrido una pregunta: ¿Habéis visto alguna mujer en estas profesiones? ¿Conocéis, por ejemplo, alguna mujer fontanera?  No son oficios que exijan una fuerza especial, sobre todo para estos arreglos a domicilio, incluso una mujer embarazada podría desempeñarlos. Y, entonces, ¿por qué no hay mujeres? ¿qué -o quien- lo impide?
    

22/9/14

El futuro





Dos mujeres corriendo en la playa (La carrera) Pablo Picasso

     La “conversación” mantenida con Una mirada en el post anterior sobre el trueque, el intercambio de servicios y habilidades, me ha hecho recordar los planes de futuro que hice en una ocasión y cómo la vida los deshizo sin remedio.

     Tenía una amiga de mi misma edad, muy generosa y servicial, que siempre estaba dispuesta a hacerme favores, a lo que yo correspondía tratando de hacérselos a ella también y, como nuestras habilidades iban en distintos sentidos, nos complementábamos bien: yo le miraba sus “papeles”, le ayudaba en sus gestiones bancarias y administrativas, y ella se ofrecía siempre a echarme una mano cuando una tarea en la casa se ponía complicada o a traerme un dulce que le hubiera salido bien.

     Y así, yo hacía planes para el futuro, para cuando fuéramos mayores (o más mayores de lo que ya éramos) Como ella físicamente estaba mucho mejor que yo, me ayudaría en el trabajo duro de la casa y, como yo estaba mentalmente mejor que ella, le gestionaría todos sus asuntos.
     
     Pero se atravesó en nuestro camino el alemán y todo se fue al traste. ¿Para que hacer planes si la vida los hace por nosotros?  



15/9/14

Los años

    
     A mi madre le gustaba comprar y le gustaban los supermercados. Tenía una memoria prodigiosa para los precios y disfrutaba comprobando que había comprado un artículo unas pesetas más barato que en el super de enfrente. Pero es que, además, volvía siempre muy pronto y diciendo que la gente era muy amable, le daban números para que no esperara y la dejaban pasar en la cola de la caja. Yo estoy ahora ya cercana a la edad que tenía mi madre entonces, pero nadie me da números en el supermercado ni me cede el turno en la caja. Al contrario, si son más rápidos empujando su carro, se me adelantan, aunque para eso tengan que empujarme a mí también. Suelen ser mujeres, pero también he visto hacerlo a algún hombre.

     ¿Qué ha ocurrido en 20 o 25 años para que nuestra sociedad haya cambiado tanto?  ¿Que de ser amable y respetuosa con una persona mayor haya pasado a tirársele al degüello?

     En menos de un año he sufrido dos agresiones de personas de mi entorno que, aparentemente,  no tienen nada que ver, pero que pienso que en el fondo son lo mismo. Creo que, por mi edad y circunstancias, doy una imagen de indefensión, de vulnerabilidad, de tal manera que el agresor se crece porque se sabe impune, sabe que yo no voy a poder responder de la misma forma. Y esto es realmente demoledor. Que predominen los que se ensañan con quien no puede defenderse, evidencia una sociedad enferma, en la que se han perdido los valores, la decencia y la humanidad.


9/9/14

La señal





     Tiene guasa esto… Soy la canciller de hierro, la reina de Europa, el no va más de poder. Todo el mundo obedece mis órdenes, se inclinan ante mí, se rascan el bolsillo cuando yo lo digo y se recortan cuando yo dispongo. Y aquí me tienen, buscando en el suelo la señal que ha colocado el último mindungui de protocolo para situar mis pies. Ni un pasito p’alante, ni un pasito p’atrás: justo ahí. ¡Achtung!

2/9/14

Los artistas





            Mi padre les llamaba “los artistas” y ahí englobaba todos los gremios: albañiles, carpinteros, electricistas, fontaneros, pintores, etc. Todas esas personas que necesitamos de vez en cuando y sin cuya presencia seríamos mucho más felices.
    
      -¿Cuándo viene usted?

     -Mañana a primera hora.

     Y una se queda preguntándose que entenderá este señor por primera hora, pero lo descubre cuando llega a las 12, después de horas esperando.

     -Quizá pueda esta mañana, pero si no, iré después de almorzar.

     O sea, que te deja esperando toda la mañana y a eso de las 2 te preguntas cual será su hora de almorzar, para hacerlo tú y que no te coja en plena faena. Aunque no hay mucho peligro, pues fácilmente lo dejará ya para el día siguiente. Y vuelta a empezar.
  
     Pero lo mejor es cuando te dicen, generosamente, que no te preocupes, que puedes irte a la calle porque te llamarán al móvil un rato antes de venir. Por supuesto. Te vas al super, te llaman, dejas las compras y sales trotando para tu casa, no sea que lleguen antes que tú y te pierdas la ocasión de tu vida. Así que te quedas y ni lo uno ni lo otro, ni llegan ni compras.

     ¡Osú, que arte! (Diría un sevillano)