Mi padre les llamaba “los artistas” y ahí englobaba todos los gremios: albañiles, carpinteros, electricistas, fontaneros, pintores, etc. Todas esas personas que necesitamos de vez en cuando y sin cuya presencia seríamos mucho más felices.
-¿Cuándo viene usted?
-Mañana a primera hora.
Y una se queda preguntándose que entenderá este señor por primera hora, pero lo descubre cuando llega a las 12, después de horas esperando.
-Quizá pueda esta mañana, pero si no, iré después de almorzar.
O sea, que te deja esperando toda la mañana y a eso de las 2 te preguntas cual será su hora de almorzar, para hacerlo tú y que no te coja en plena faena. Aunque no hay mucho peligro, pues fácilmente lo dejará ya para el día siguiente. Y vuelta a empezar.
Pero lo mejor es cuando te dicen, generosamente, que no te preocupes, que puedes irte a la calle porque te llamarán al móvil un rato antes de venir. Por supuesto. Te vas al super, te llaman, dejas las compras y sales trotando para tu casa, no sea que lleguen antes que tú y te pierdas la ocasión de tu vida. Así que te quedas y ni lo uno ni lo otro, ni llegan ni compras.
¡Osú, que arte! (Diría un sevillano)