El 22 de marzo, Viernes de Dolores para más señas, se me fue otro amigo entrañable, Francisco Gil Craviotto, y he necesitado dejar pasar el tiempo para poder hablar de él. Para recordar cuando le dediqué la primera entrada, cuando le pedí permiso para publicar un artículo suyo, cuando lloramos juntos la pérdida de Nono Carrillo y la de José Antonio Mesa. Ahora ha tocado despedirlo a él y arrastro el dolor de no haber podido hacerlo por circunstancias personales.
Con él se va el pasado, se cierra el círculo de todos aquellos que, hace muchos, muchos años, éramos jóvenes y teníamos la vida por delante. Todos se han ido. Queda la soledad, queda -Manuel Alcántara dixit- no tener a quien decir: ¿Te acuerdas?
Descansa en paz, Paco. Allá donde estés florecerán los almendros en los días azules de la infancia.