A la segunda edición de este certamen literario se presentaron un total de 327 relatos procedentes de España y de distintos países, actuando de jurado los escritores Hipólito García Navarro, Andrés Neuman y Guillermo Busutil.
Este certamen corresponde a la iniciativa de la edición de una serie de pequeños libros con relatos, que son distribuidos entre los usuarios de los autobuses. Cada mes aparece un relato diferente, firmado por estos premiados, por autores de prestigio y con una cuota de escritores granadinos. Está patrocinado por la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Granada y otras instituciones y empresas.
Hasta aquí la noticia. Ahora, mi opinión como usuaria de autobús.
Pues que es una buena iniciativa… pero que no he visto a nadie leer estos libros in situ. ¿Será por lo que ha dicho el Delegado de Cultura de la Junta? Que en Granada, en ciertos trayectos es absurdo ponerse a leer teniendo, por ejemplo, la Alhambra enfrente, como ocurre en el minibús que sube y baja del Albayzín. Pero ocurre que hay otros muchos trayectos –la mayoría- en que las bellas panorámicas brillan por su ausencia. Yo creo que más bien se debe a que es difícil leer de pie, apretujado, zarandeado y tratando de llegar a la puerta antes de pasarte de parada.
Ignacio Martínez, escritor uruguayo contemporáneo, escribió "cuentos para leer en el ómnibus".
ResponderEliminarTengo la certeza que hay varios libros del tipo, "libros de bolsillo" con cuentos cortos como para leer durante un viaje en autobús o subterráneo ( = metro)y en este último, en Buenos Aires, es común ver gente leyendo.
Pero hay una diferencia, las paredes del subte - salvo algunas líneas que en las estaciones hay bellos murales - son más bien aburridas de ver, si es que las vemos.
¡Pero en el tren! Y aquí hablo de los años que el tren era el medio de transporte más seguro, económico, cómodo y puntual que conocimos en Argentina.
Recuerdo el viaje de Egresadas que hicimos a Bariloche cuando nos graduamos de Maestras. Fuimos a Bariloche y en tren, era casi imposible pensar otro destino y otro medio de transporte.
Desde chica fui lectora, por lo que luego de pasar la estación de Bahía Blanca entramos en La Pampa...y el paisaje, inmenso y desierto, con colores y sombras tan diversos como puede corroborar cualquier argentino, me pareció aburrido...
Así que fui a hablar con la Hermana Celadora para pedirle un libro.
En lugar de un libro...recibí una reprimenda de antología!. Me hicieron sentar al lado de la ventana, con un cuaderno y un lápiz, y "cuando termines de anotar todo lo diferente que veas, y empieces a repetir las palabras, te doy el libro".
Una majadita de ovejas, un viejo árbol, una liebre de la patagonia que se adivina entre los pastos altos y pinchudos, luego la siguiente estación con sus bancos y la gente con sus bolsos y los vendedores de pasteles, la salida de la estación con los que quedaban despidiendo a los que se iban y abrían las cajas con lo que les traían de "Los Buenos Aires", un puente de hierro, un arroyo allá abajo, un sol entre las montañas...alguna luz a lo lejos de un pueblito, y ya era la hora de la cena.
Aún en el desierto que es nuestra pampa ... no hace falta un libro.
Muchos libros hay que describen estas vastas tierras:
Desierto de piedra ,
Mis montañas...
,
Yo he sido siempre incapaz de leer si no es en silencio y sin que nada me distraiga. Puedo pasar las hojas de una revista o un periódico, pero sin prestar demasiada atención. Por eso me da envidia cuando veo a alguien sumergido en la lectura en un transporte, una estación o un banco del parque.
ResponderEliminarSi viajara por la Pampa, seguro, seguro que no leería...
omo me alegra qe este blog se llame Macasar... Conozco ese arbusto y lo busco. A veces voy a ver los que tengo localizados como hago con los Gynko. Hay uno en el Jardin de la Hermandad del Refugio . Es muy hermoso, su perfume es espeial y las flores que son preciosas parecen de cera.
ResponderEliminarPor otro lado yo tampoco he conseguido ver a nadie leer en los autobuses.
Un saludo desde esta tierra Melusina
Bienvenida, Melusina, a este rincón de la Red. Yo también voy a buscar este año por si hubiera quedado algún macasar vivo tras el "arreglo" de Los Jardincillos del Salón, un arreglo que nuestro querido Ayuntamiento realizó con excavadoras y toda clase de maquinaria pesada.
ResponderEliminarA veces veo fotos de gentes en los medios de transporte y hay quienes leen...hablo de fotos "robadas", tomadas sin avisar, debo asumir que de verdad representan la situación del momento.
ResponderEliminarhttp://www.flickr.com/photos/biomaxi/3088639891/
Habrá otras en flickr, pero por hoy dejo una de muestra..
Leer en un transporte público algunas veces puede ser una forma de aislarse de las personas que hay alrededor que, en algunos lugares (como aquí), acostumbran a charlar con quien tienen cerca. Hacen comentarios y hasta te cuentan su vida en un trayecto largo...
ResponderEliminarMuy interesante tema el de este post.
ResponderEliminarSoy de los que leen en todas partes, por lo que no me molestan los viajes largos, las salas de espera o hacer la fila para algún trámite. Pero para esos momentos selecciono algunas lecturas especiales de las cuales hay muchas y muy buenas. Ahora recuerdo algunos títulos clásicos memorables:
“Cuentos breves y extraordinarios” de B. Casares
“Cuentos breves para reflexionar” de Marc Boillat
“Antología de la literatura fantástica” de Borges, B. Casares y Silvina Ocampo
“Ocupado 1 (Lecturas para el WC)” de autores varios.
Y “Lecturas para minutos” de Herman Hesse, de donde extraje lo que sigue:
“La lectura disipada e irreflexiva es como un paseo por un paisaje hermoso con los ojos vendados. Tampoco hay que leer para olvidarnos de nosotros mismos y de la vida cotidiana, sino todo lo contrario: para volver a asir, tanto más conscientes y maduros, con mano firme, las riendas de la vida. Tenemos que acercarnos a los libros, no como medrosos escolares al frío maestro, ni como el haragán a la botella de alcohol; sino como los montañeros a los alpes y como los guerreros al arsenal, nunca como fugitivos ni como personas sin voluntad de vivir.“
“Las cosas que vemos son las mismas que están en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos en nosotros. Por eso la mayoría de los hombres viven de manera tan irreal, porque consideran las imágenes externas como si fueran la realidad y, en cambio, no dejan que se manifieste su propio mundo interior. Se puede ser feliz así, pero cuando se conoce la otra posibilidad no cabe ya la elección de seguir el sendero de la mayoría.”
Este tipo de lecturas nos apartarán del paisaje sólo unos segundos y cuando alcemos la vista para reflexionar, el mundo será diferente. La luz de esas ideas compartidas iluminará todo desde otro ángulo. Lo cotidiano, lo rutinario y lo aburrido, adquirirán otra dimensión y seguramente dejarán en nuestro interior, el resplandor perdurable de los momentos de dicha.
Interesante el texto que nos trae Sofocador, al que le reitero mi envidia hacia las personas que son capaces de concentrarse en la lectura sin que nada las aparte de ella. Yo, que me distraigo con el vuelo de una mosca y soy de las que entablan conversación con quien tengo más cerca....
ResponderEliminarAunque esto también tiene sus ventajas, ya que he hecho amistades en un viaje y hasta en la espera de una gestión de oficina.
...Y volviendo al autobús. En el trayecto al cementerio, que está en la colina de la Sabika, la misma que la Alhambra, siempre elijo asientos de la izquierda para subir y de la derecha para bajar. ¿Por qué? Pues porque las vistas sobre la ciudad que se domina desde esa carretera, están situadas de forma que sólo así las contemplas.
ResponderEliminarSenior citizen Imagino que con esos paisajes que mencionas, también yo dejaría el libro a un lado...aunque no creas que me abstraigo demasiado...hubo un día en que como cuenta Serrat, fue caprichoso el azar alcé la vista y vi a la que hoy es mi esposa.
ResponderEliminar¡Dichoso tú, Sofocador, que puedes hacer varias cosas a un tiempo! Si yo estoy leyendo y pasa mi Príncipe Azul... seguro que me lo pierdo.
ResponderEliminarGregory nunca viaja en autobús.
ResponderEliminarPuede usted leer con toda tranquilidad.
:)
Bienvenido sea todo lo que pretenda fomentar la lectura. En las grandes ciudades, con trayectos largos tanto en autobús como en metro, es frecuente ver a gente con un libro entre las manos. Aquí, en mi ciudad, donde los trayectos son cortos, apenas existe esta feliz costumbre.
ResponderEliminarRecuerde, señora Nfer, que nuestro Greg sí viajó en autobús una vez que hubo un accidente.
ResponderEliminarHay que ver la de cosas que le pasan a este hombre: le disparan, sufre accidentes...
Pablo: Aquí tampoco hay trayectos demasiado largos y los pocos que hay, son como el que he descrito más arriba. Con paisaje que prefieres mirar, dejando leer para el recogimiento de tu casa.
ResponderEliminarSenior citizen
ResponderEliminar¡El Corazón de Wilson!
Como a los libros, tuve que volver a leerlo (verlo y oírlo, en un castellano que está muy lejos de las voces originales en excelente inglés británico de Hugh Laurie)para entender que no estaba alucinando y sí viajó en ese autobús:
http://www.youtube.com/watch?v=NY-UKe_Pyx4
...en excelente inglés británico y con una voz como la suya.
ResponderEliminarPara mi sería imposible leer en el autobús ya que acabaría con un buen mareo, lo mismo me sucede en el tren.
ResponderEliminarMi problema en ese caso no es el mareo, sino la distracción, como digo más arriba.
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