27/9/15

No es esto





     Después de los viles asesinatos de los redactores de Charlie Hebdo en Francia y, recientemente, con su dudosa utilización de la foto del niño sirio, se ha hablado mucho de libertad de expresión y de libertad en general, lo que me ha recordado algo que presencié a mediados de los 70, al principio de nuestra democracia.

     Encontrándome en un cine, un grupo de jóvenes a los que, al parecer, no les gustaba la película, se dedicaron a escandalizar sin dejar a los demás espectadores atender tranquilamente. La gente empezó a protestar y a mandarlos callar, acudieron los acomodadores y, entonces, uno de los jóvenes levantó la voz y dirigiéndose a todos nos dijo: 

     A ver si os enteráis de que se ha muerto Franco y en este país ya hay libertad.

     Y yo, que venía de una larga lucha por la libertad, me dije como Ortega: No es esto, no es esto… 
 

18/9/15

Andares







     Como en la entrada anterior nos hemos puesto muy serios, vamos ahora con un poquito de cachondeo.

     ¿Os habéis fijado que mal anda Rajoy? Y no me refiero a su situación política, sino a la acción física de poner un paso tras otro, de moverse ante las cámaras, que no puede hacerlo peor ni adrede y raya el ridículo.

     Siempre me he fijado en la forma de andar de los hombres (caminar se dice ahora) y me ha parecido uno de sus mayores atractivos. Ver a un hombre moverse bien, de una forma armónica, desenvuelta, con naturalidad, me parece uno de los mejores espectáculos del mundo, pero resulta que últimamente no andan bien ni los modelos de pasarelas, tan rígidos y afectados como ellas. ¡Ay, aquel andar lento y poderoso de Burt Lancaster! (El dueño de la mejor espalda que han visto  los tiempos por añadidura) Y el enérgico de Kir Douglas, echando las rodillas hacia afuera, que parecía decir: quitaos de en medio, que paso yo. Incluso Paul Newman tenía su aquel moviéndose como si estuviera en un ring.

     Sin embargo, de los actores de ahora poco puedo decir, pues nunca se sabe si se mueven ellos, sus dobles o los efectos especiales.  ¿Y los políticos? Menudo desastre… Solo se salva Pedro Sánchez y no porque sea mi tipo precisamente, pero el chico no se mueve mal. Al resto, con o sin coleta, parece como si les estorbara el cuerpo, como si no supieran que hacer con él.

     Me queda una duda metafísica. ¿Cómo andarán mis amigos visitantes? Sí, sí, vosotros que me estáis soportando esta chuminá campestre. No os conozco en movimiento, solo he visto un video del señor de Batz, con una curiosa forma de señalar al suelo con el índice, al igual que Letizia Ortiz, también conocida como la Reina. Pero con la diferencia de que ella apunta con la izquierda y don Charles con la derecha. ¿Tendrá eso alguna connotación política?

     A este amigo, a Charles de Batz, dedico el post, como bienvenida de su poco deseado viaje y esperando verlo pronto en su blog.

10/9/15

Los niños


     Hoy altero mi ritmo habitual de un post por semana, para atender la petición que me hicieron ayer de que publicara un poema de José G. Ladrón de Guevara. Es un poema, además, que por desgracia está en plena actualidad,  porque tantos años después de cuando fue escrito, sigue habiendo guerras y sigue habiendo niños víctimas de ellas.

      LOS NIÑOS DEL VIETNAM 

                              “Una voz se oye en Ramá,
                               lamentación y gemido grande:
                               es Raquel, que llora a sus hijos
                               y rehúsa ser consolada porque no existen”…
                               
                               (Palabras del Profeta Jeremías)


     Los niños del Vietnam. Me da vergüenza.
     Me parezco una especie de enemigo.
     Me arrepiento de verme sano y salvo.
     Me repugna la paz que me circunda.

     Los niños del Vietnam. No los conozco.
     No me encuentro los términos del alma.
     No me salen las cuentas de mi vida.
     No me atrevo a mirarme frente a frente.

     Los niños del Vietnam. (Que no comprendo
     como puedo cenar y entretenerme
     y acostarme y dormir a pierna suelta, 
     mientras alguien los borra del paisaje)

     Los niños del Vietnam. Yo no me altero.
     Yo no cedo mi plato de alegría.
     Yo no acudo a la cita de su llanto.
     Yo no muevo ni un dedo por lo suyo.

     Los niños del Vietnam. Dios nos perdone.
     Que la Virgen se apiade de nosotros.
     Santas Justa y Rufina, y San Gregorio,
     nos defiendan de aquel que parecemos.

     Los niños del Vietnam. Por cada niño
     que no alcance su parte de futuro,
     que no crezca de modo duradero,
     que no llegue a la edad de enamorarse.

     Por cada niño ardido. Derramado.
     Perdido. Reventado. Corrompido.
     Vaciado de su cuerpo a cañonazos.
     Partido del amor por una espada.

     Yo me caigo de culpa. Me avergüenzo.
     Me derrumbo del pecho para adentro.
     Porque vuelvo a vivir cuando sucede
     lo que digo. Perdonen. Ya me callo.
    

9/9/15

Votando






     Un reciente post de Una mirada... me ha hecho pensar en eso que tantas veces se dice de que tenemos los gobernantes que nos merecemos. Veréis  por qué.

     Hace años, cuando Jesús Gil era alcalde de Marbella, llegó a mi casa un vecino procedente de allí y un día, cuando yo mencioné  a ese alcalde de forma despectiva, él me rectificó diciendo que era un buen alcalde. Yo le dije entonces que a lo que yo me refería era a que tenía a sus espaldas los 57 muertos de Los Ángeles de S. Rafael, pero él insistió: Sí, pero ha puesto Marbella de dulce. Al parecer, eso era lo único que importaba y si este vecino hubiera seguido allí, seguro que lo sigue votando.  ¿Nos van a extrañar todos los “malayos” que llegaron luego? Mediante el voto, por supuesto.

2/9/15

José Antonio Aparicio





     Ha muerto José Antonio Aparicio, el concejal que allá por el 2002 se empeñó en subir un caballo al tejado del Ayuntamiento. Lo subió con nocturnidad y polémica, nos dijo que se llamaba El instante preciso, que era obra de Pérez Villalta, llevada a cabo por Ramiro Megías y nos puso a meditar con la inscripción Feliz quien ve sus horas en dorado presente, rodeando el reloj que marca el cambio de un año a otro para los granadinos. Ahora José Antonio se ha ido, pero su caballo forma parte ya del paisaje urbano de Granada. Descanse en paz el que lo hizo posible y galope en él sin venda en los ojos, sin contar las horas, sin pasado ni presente.