24/12/19

Un niño nos ha nacido (Is 9,5)





      Esto no va a ser una felicitación propiamente, porque no voy a escribir la palabra feliz ni ninguna parecida. Va a ser solo un recuerdo para aquellos que no son felices en estos días y que no lo van a ser por mucho que se lo deseemos. Un recuerdo para los que sufren, los que están solos y los que se sienten solos. Para los enfermos. Para los que han perdido un ser querido o no lo tuvieron nunca. Para los que han salido de su país huyendo del hambre o de la guerra. Para los que no tienen comida que poner en el plato de sus hijos. Para los sin techo, los sin nadie, los sin nada…

      A ellos quiero decirles que, en ese dulce Niño de los belenes, cuyo nacimiento se supone que celebramos creyentes y no creyentes, está el Hombre colgado de una cruz, que veremos dentro de unos meses en nuestras calles.  Que en ese Niño del pesebre, está todo el Amor del mundo, pero también todo el dolor del mundo.

      Para ellos y para todos vosotros, no he escrito la palabra feliz, pero sí quiero escribir la palabra ESPERANZA.


El pueblo que caminaba a oscuras vio una luz intensa, los que habitaban un país de sombras se inundaron de luz. (Is 9,1)

13/12/19

Julia Uceda


Captura tomada de IDEAL edición digital


      Como quizá habréis visto en los medios, el jurado del Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca lo ha concedido este año a la poeta sevillana Julia Uceda, a la que tendremos en Granada, D.m., el próximo Mayo, en la clausura del Festival Internacional de Poesía

      Reconozco que, aunque he leído algo suyo por aquí y por allá, no tengo ninguno de sus libros, por lo que he tenido que recurrir a la Red, en la que he encontrado un poema que me gusta, pero que, dada su procedencia, no garantizo que esté exento de alguna errata. Le añado también el final de una entrevista, que publica hoy IDEAL, y que junto al poema y a la biografía que se puede ver en la Wikipedia, creo que nos da una pequeña idea de lo que es esta poeta. 

            Raíces

            Si ya soy una vela estremecida 
            colmada por tu viento. Si has llegado 
            al último escalón. Si me has tomado 
            por la raíz más honda y más henchida. 

            Si yo soy ya tu colmo y tu medida 
            y estás dentro de mí, secreto, hallado. 
            Si ya sobre la frente me has soplado 
            para hacerme vivir, ciega y ardida, 

            antes de irte rompe mis raíces. 
            Quiero que las arranques, que las trices 
            al alba con tu mano firme y fuerte. 

            De no hincarse en tu tierra poderosa 
            no quiere mi raíz ninguna cosa 
            si no es andar y andar hacia la muerte.

...

      -¿Qué le une a Lorca?

      -Lo mismo que me une a “La Odisea” o “La Iliada”:  el uso de las mismas palabras para describir las mismas cosas. Cuando leo a estos autores de referencia, para mí no existe el tiempo. Si ellos no hubieran estado antes, nosotros no estaríamos ahora. 

      -Todo es un continuo.

      -Sí. Me siento interpelada por mis antepasados en el ejercicio de la escritura, como me interpelaba aquella niña desnuda que huía del napalm. Esa niña también es parte de nosotros, aunque no lo hayamos vivido. Nadie puede considerar sus vivencias más importantes que las de los demás. 

4/12/19

Concienciados





       Hace unos días me llegó este vídeo por WhatsApp, lo vi un par de veces y lo guardé porque no acababa de saber si estaba de acuerdo o no. Esto es algo que me ocurre con frecuencia y no ahora que soy mayor, sino de siempre. Hace muchos, muchos años, un profesor de la Facultad nos planteó una cuestión -que no recuerdo- en un círculo pequeño de alumnos y nos fue preguntando uno a uno si estábamos a favor o en contra. Todos contestaron, unos a favor y otros en contra, pero cuando me llegó el turno a mí, dije:
      -No lo se. 
      -¿Cómo que no lo sabes? Sabrás si te parece bien o mal.  
      Yo seguí diciendo que no lo sabía y, por encontrar una salida, dije que no tenía datos suficientes para posicionarme.
      Pues lo mismo me ocurre con otras muchas cosas, entre ellas este vídeo. Por eso, se lo envié a un amigo, cuyo criterio respeto, y él me dio una respuesta clara y tajante… que tampoco me convenció, pues entre otras cosas, decía:
      “A mi Greta no me gusta. Pero reconozco que es capaz de llegar y concienciar a mucha gente”.
      ¿Concienciar de qué? ¿De que dejen de encender la calefacción en invierno y el aire acondicionado en verano? ¿De que prescindan de los coches y los aviones? ¿De que supriman totalmente los plásticos? ¿De verdad esas masas de jóvenes que han seguido a Greta van a hacer todo eso? ¿Sus vidas van a cambiar hasta ese punto?
      Porque si no es así, están tan concienciados como yo, que reconozco que nos estamos cargando al planeta, pero me limito a llevar mi basura a reciclar, usar los menos plásticos posibles… y poco más.

28/11/19

Real como la vida misma





      Dos señoras jóvenes se encuentran en la puerta del supermercado, una que sale y otra que entra. 


      -¿Ahora vienes?

      -Ya ves que horas, pero he tenido que ir a casa de mi tía.

      -¿Tu tía Paca? ¿Vive aun?

      -Con una cadera recién puesta y noventa años, que no se a que espera para morirse.



      Y luego no quieren que los viejos nos deprimamos…

...

      A cuento de una entrada en Cartujerías

18/11/19

La Memoria






      Subo con cierta frecuencia al cementerio, unas veces sola y, otras, acompañada de un amigo. Precisamente con él fui hace unos días y, una vez visitadas las tumbas familiares y ya fuera del cementerio, nos acercamos al lugar donde hace dos años la Junta de Andalucía levantó un "Memorial" a las casi 4.000 personas que allí fueron asesinadas, desde los primeros días del levantamiento hasta 1956. 

      El sitio no me era desconocido, pues más de una vez he llegado hasta la cadena que corta el paso a la entrada y –cobarde- me he vuelto sin atreverme a pasarla. También he sabido de ese lugar a lo largo de toda mi vida. Supe lo que ocurrió ahí en cuanto tuve edad para entenderlo y luego fui sabiendo que en, ciertas fechas y de forma clandestina, había personas que se arriesgaban a poner flores en donde sus familiares fueron asesinados. He sabido también que, ya más recientemente, los que reclamaban una Ley de la Memoria, ponían una placa en la tapia, placa o cartel que el Ayuntamiento “pepero” se apresuraba a quitar en cuanto la veía.

      Por fin, en 2007, se aprueba la Ley de la Memoria Histórica y en 2017 la Junta de Andalucía instala ese Monumento a la Memoria, que su autora, la arquitecta Carmen Moreno Álvarez, llama “Las rejas de la Memoria” y que es una simple verja de 43 metros, entre negra y rojiza según la luz, con los 4.000 nombres que se han podido confirmar gracias a la investigación llevada a cabo durante años por la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica. Lo que no descarta que puedan ser más, ignorados, pero no olvidados. 

      El lugar donde está este Monumento a la Memoria podría ser idílico. En la colina de la Sabika, la de la Alhambra, con los olivos de la Dehesa del Generalife de fondo, con el sol tiñendo de rojo la verja… Pero no lo es si miras la tapia que aun conserva los agujeros de los proyectiles y sabes que la lluvia y el tiempo han borrado la sangre que en ella quedó, si miras la tierra que tragó aquella sangre, si, parodiando a Lorca, otro asesinado, piensas que

Voces de muerte sonaron 
entre el Darro y el Genil. 


      En silencio mi amigo y yo, me separé de él y me quedé sola. A un lado la siniestra tapia, al otro la verja llena de nombres. Hice, entonces, lo único que podía hacer: rezar. No se si por ellos o a ellos. Y, mientras rezaba, pensé que, en la Biblia, el nombre es la persona y que aquellos nombres, aquellas personas, me estaban gritando: “¡Cuanto has tardado!… Toda la vida, toda tu vida, desde el principio hasta el fin”… 

      Sí. Cuanto. Cuanto hemos tardado todos. 
      

8/11/19

Parece que fue ayer



Tajos de Alhama

      Pues eso, que otra vez a votar el domingo, la cuarta en cuatro años. Y no es que me a mí no me guste votar, que ya sabéis que lo hago siempre en desquite del tiempo que no nos dejaron, pero es que esta vez parece que estamos en lo de Cruz y Raya. Que no es por no ir, pero casi que pa ná, pues el domingo por la noche estaremos igual… o peor. Pero como si hay que ir, se va, yo iré, Dios mediante. Y votaré.  Y nada de en blanco o nulo. Dos papeletas, dos sobres y dos urnas.  

      Ahora, eso sí. Como, en el plazo de una semana, los Cinco Magníficos de los atriles no dejen de mirar su ombligo y el camino de la Moncloa, y nos saquen del atolladero en que nos han metido ellos mismos, os prometo que, siguiendo el ejemplo de nuestro arzobispo, que se ha aliado con el imán de la Mezquita Mayor para iniciar una campaña de rogativas pro-lluvia, yo iniciaré otra campaña de rogativas para que los mencionados políticos se agarren de la mano (los cinco) y se tiren (los cinco) por el tajo más profundo que encuentren. 

      Y, como siempre me gusta cooperar, aquí dejo unas cuantas sugerencias de posibles localizaciones, todas ellas en estos sures. A saber: el Cubo de la Alhambra, histórico y tradicional; los Tajos de Alhama, un paisaje impresionante, y, saliendo de nuestra provincia, también es apropiado el Tajo de Ronda. Sin rechazar, por supuesto, que ellos mismos elijan otros sitios que les caigan más a mano. Que no nos vamos a poner rigurosos en ese aspecto. 

      Que ustedes voten bien. (Quien vote, claro)

27/10/19

Evolucionando

     
      Yo viví el principio del rock en España. Bailábamos swing entonces, cuando yo pesaba 38 kilos y mi pareja se podía permitir levantarme en alto o arrastrarme entre sus piernas. Pero un día, este chico me dijo que comprara discos de rock&roll, que el swing había evolucionado y lo que había que bailar era eso. Y lo bailamos. Y la verdad es que no hubo mucha diferencia: Yo seguía volando por los aires o llevándome el polvo del suelo los sábados por la tarde.
      Quiero decir con esto que el rock no me es desconocido, que lo he bailado, lo he oído y me ha gustado. Pero ya no. Será porque soy mayor, pero también puede ser porque el rock y los roqueros también han evolucionado y “ya no son lo que eran”, como la nostalgia de la que hablábamos la semana pasada. Ese grupo Marea, que mencionaba, no tiene nada que ver con Elvis, los Beatles o los Bee Gees, pues ahora no hay música, todo es ruido, gritos, saltos y luces de colores.
      Sin embargo, hay otras evoluciones que sí me encajan, aunque a mí misma me resulte sorprendente. Por casualidad, vi el otro día un vídeo de un grupo argentino llamado Tanghetto, que hacen algo que llaman “electrotango”, una mezcla de tango con música electrónica. Y me gustó. Supongo que a los puristas del tango les resultará tan aberrante como a mí las “fusiones” del flamenco o flamenco mix, pero la verdad es que lo que he oído de estos chicos argentinos me suena bien. Por ejemplo, este tango de un disco dedicado a la emigración.
      Con ustedes, Tanghetto y Alexanderplatz


19/10/19

Nostalgia





      Los viejos andamos siempre con la monserga de que “esto era antes así y ahora es peor”. Los viejos, claro, con nuestra nostalgia de tiempos pasados. Pero es que hoy me encuentro en el periódico una entrevista a Marea, un grupo roquero que, lo confieso, ni siquiera me sonaba hasta que un amigo me habló de él con motivo de su concierto en Granada. Y resulta que, en esa entrevista, un tal Eduardo Beaumont, alias “el Piñas”, que debe ser el que manda en el grupo, dice lo que vemos en la imagen.

      Me pregunto, entonces, si es que todo va siempre a peor o si es que los seres humanos venimos a este mundo con la nostalgia en los genes.

      Lo malo es que, en este último supuesto y como dijo Simone Signoret, La nostalgia ya no es lo que era”…

      Y hablando de nostalgias, hoy este blog ha cumplido 11 años.  

14/10/19

Decíamos ayer...



      Y hemos mencionado en otras ocasiones, que a los ancianos los están expulsando de los bancos, que los jóvenes los marginan, que no hay lugar para ellos en este mundo nuevo. Y es verdad. Pero, de vez en cuando, surge la excepción y, con ella, la esperanza de que no todo está perdido.

      Este verano, una amiga (esa que confunde barones con varones) ha tenido que viajar a un país europeo y, cuando estaba ya casi para irse, caigo en la cuenta de que no me ha pedido ayuda para la cita por Internet que necesita al solicitar la Tarjeta Sanitaria Europea. Me alarmo pensando que no ha caído en eso y la llamo, pero me dice que la tiene ya hace dos meses y que fue muy fácil. 

      -Me fui al Seguro que tengo cerca. (Léase un CAISS, un Centro de Atención e Información de la Seguridad Social). Estaba a tope de gente y de colas, pero yo me acerqué al de la puerta y le dije:

      -Mirusté, yo solo quiero preguntar una cosa.

      -¿Qué quiere preguntar, señora?

      -Pues verá. Es que me voy al extranjero y quiero llevar esa tarjeta que dan por si me pongo mala allí. ¿Qué tengo que hacer para que me la den? ¿Es muy difícil hacerlo?

      Y, entonces, el segurata, un chico joven, le dice: 

      -Deme su tarjeta de la Seguridad Social y su DNI

      Se va con ambas cosas, vuelve en unos minutos, se los devuelve y concluye:

      -Dentro de cinco días tiene la tarjeta europea en su buzón

      Y, efectivamente. Antes de los cinco días allí estaba. 

      Tengo amigos que han viajado 60 Km para pedirla en un pueblo porque las citas en Granada tenían una larga espera, otros que se han ido al viaje sin conseguirla, y otros que se han llevado una caducada por el mismo motivo, pero para ella ha sido tremendamente fácil solo porque un vigilante vio sus canas, se compadeció de su despiste y no quiso que se fuera con las manos vacías. 

6/10/19

El encierro






      Todos sabemos que Granada es una ciudad muy bonita. Al decir de las agencias de viajes, tiene “la calle más bella del mundo” y, según un presidente de los EEUU, “la puesta de sol mejor del mundo”. Pero Granada no es solo calles típicas, Alhambra y monumentos árabes y renacentistas. No es solo la UGR, situada en el ranking de las mejores universidades y la que más estudiantes extranjeros recibe. No es solo la ciudad de las tapas, de los bares donde con un par de cervezas has cenado. No. En Granada hay algo más. (Podríamos decir: ¡Ay!, algo más) Algo de lo que no hablan las agencias de turismo ni TripAdvisor .

      Granada tiene la llamada Zona Norte, el Distrito Norte, formado por una serie de barrios. Unos normalísimos y, en cierto modo, mejores que los más céntricos, ya que al ser construidos más tarde y con normas urbanísticas más rigurosas, tienen calles anchas, bulevares arbolados, edificios modernos singulares, etc.

      Pero hay otros, quizá los más antiguos, a los que el paro, la inmigración, la pobreza extrema, la exclusión en mayúsculas, han convertido en guetos degradados de personas sin más salida que la delincuencia. Y esta delincuencia tiene un nombre: droga. Cultivar marihuana puede ser un negocio lucrativo para auténticos “narcos”, pero también la única forma de salir adelante una familia, o sea, de comer. Y así, se siembra “maría” lo mismo en un gran almacén acondicionado, que se reserva una habitación de un piso pequeño para cultivar media docena de plantas. Y aquí surge el problema a donde nos lleva esta larga introducción.

      Ocurre que esas plantas necesitan luz y, como no pueden estar al aire libre por ser ilegales, el sol se suple con luz eléctrica, con potentes focos de gran consumo que, por supuesto, no puede pagarse por dos motivos: porque entonces no sería negocio la plantación y porque sería detectada rápidamente al ser un consumo fuera de lo normal. ¿Solución? Engancharse a un cable que se encuentre a mano o hacer un desvío desde el contador de un vecino. Pero como los transformadores de Endesa no están preparados para ese consumo extra y, por otra parte, los “electricistas” que realizan estos empalmes algunas veces son un tanto chapuceros, el resultado es que los transformadores colapsan y los empalmes provocan cortacircuitos, con lo que los vecinos de esos barrios se quedan sin energía eléctrica durante muchas horas e, incluso, días. Todos los vecinos. Los que cultivan y los que no tienen nada que ver con eso, los que consumen energía de forma ilegal y los que pagan  religiosamente su factura a la eléctrica.

      Y así un año tras otro.  Electrodomésticos que no funcionan, televisores apagados, móviles sin cargar, ancianos que respiran con un suministrador de oxígeno y que tienen que ser ingresados porque dejan de respirar, diabéticos que se inyectan insulina con la luz de una linterna, escuelas sin calefacción, guarderías con los biberones fríos, tiendas y bares que cierran, calles como boca de lobo por la noche… Podemos imaginar la cantidad de situaciones lamentables y hasta trágicas que pueden darse.
         
      Por esto y ante la proximidad de otro invierno en la misma situación, el párroco de Nuestra Señora de la Paz de uno de esos barrios, Mario Picazo, y el Defensor del Ciudadano, Manuel Martín, se han encerrado durante esta semana que termina en la Iglesia de San Francisco, una iglesia céntrica en un barrio acomodado y burgués. Y no de forma “invasiva”, sino con la completa aceptación y cooperación de los Padres Franciscanos. Más la solidaridad de cientos de personas, que se manifestaron con velas el jueves frente al templo y que han pasado por allí a acompañarlos y llenar los pliegos de firmas.

      ¿Servirá de algo todo esto? Lo único que se pide es que Endesa y las autoridades se sienten y vean la forma de solucionar esta situación tan injusta. Pero pronto.

 ¡YA! 


     

7/8/19

Rien ne va plus ?


      Tengo que reconocer que este blog ha ido perdiendo interés progresivamente. Consecuencia de ello es la, también progresiva, pérdida de visitantes. Y no me refiero a las estadísticas, que eso nunca me ha importado, pues no me importa quien entra en mi casa, mira los cuadros y se va sin saludar, sino los que vienen, leen y nos dicen lo que opinan de lo que han leído.  Quizá ha pasado el tiempo de los blogs y ahora sea el de las redes sociales. O, más seguro, que ha pasado mi tiempo, que los años van que vuelan y nos dejan su huella.
      Por ello, voy a tomarme unas vacaciones de verano, mientras pienso que hago con él. Agradezco vuestra presencia, vuestro apoyo, a los que habéis permanecido fieles con vuestras visitas, pero no quiero “obligaros” a comentar en algo que no tiene el menor interés.
      Buen Agosto para todos. Nos vemos en Septiembre. O no.

29/7/19

Un mundo nuevo

 

      No hace mucho, hablando con el director de un banco, salió a relucir su futuro, el futuro en general de todos los bancos. Me decía que uno de los más importantes está suprimiendo las cajas, lo que antes llamábamos “la ventanilla”, para terminar con toda la gestión de recibos, de reintegro en efectivo, etc. y que solo se use el cajero para estas gestiones. Pero es que añadía que los cajeros también están destinados a desaparecer a corto plazo, a medida que se deje de usar el dinero físico y todas las operaciones se realicen en la Banca Digital. Que este proceso es inevitable e imparable. Yo, entonces, le dije: Sí. Reconozco que las cosas tienen que ir por ahí, pero vais demasiado de prisa, porque estáis excluyendo a toda mi generación, así que lo apropiado sería esperar a que nos vayamos muriendo.
      Y es que tengo amigos y amigas de mi edad, incluso con 10 años menos, que no tienen ordenador ni smartphone, la tarjeta bancaria les es desconocida y el cajero es un sitio donde duermen los sin techo. Por tanto, estas personas están incapacitadas para utilizar los servicios de esos bancos del futuro, quedan excluidas de ellos. Su incapacidad puede ser física, que sus cansadas neuronas no den más de sí, o puede ser psicológica: el miedo a lo nuevo, la dificultad de aprendizaje, el temor de no ser capaz… Y no estoy hablando de enfermos o dementes, sino de personas que todavía son independientes y se manejan bien en el mundo donde han vivido. Pero no en un mundo nuevo. Esa es la cuestión.
      Es la cuestión y el problema, ya que convierte a estos ancianos en dependientes antes de tiempo, los hace depender de personas de su entorno, cuando ellos están aun en condiciones de ir a un banco cercano, ponerse en la cola con su libreta y su DNI, realizar las operaciones necesarias tratando con un empleado y llevarse a su casa la pensión. Los hay con hijos que pueden –y quieren- desempeñar esta tarea, pero también hay otros que no los tienen o no cuentan con ellos y pasan a depender de otras personas, que pueden ser muy buenas y muy santas... pero otras veces no lo son y los despluman. Lo estamos viendo todos los días en los medios.
      Concluyendo. ¿Es lícito que se deje en esta situación a un colectivo tan numeroso? Pertenecen a una sociedad, que han ayudado a sostener, han pagado y pagan sus impuestos, y tienen, por tanto, derecho a recibir de ella unos servicios. Si la banca privada es un negocio y ya no le interesan como clientes, ¿no sería el momento de tener una banca pública que anteponga el servicio al negocio?
      

21/7/19

Hace 50 años





      Y yo estaba allí. No en la luna, por supuesto. Ni en Cabo Cañaveral, ni en Fresnedillas. Estaba en el cuarto de estar de la casa antigua, mirando un televisor en blanco y negro, que emitía unas imágenes borrosas de algo que se suponía era el suelo lunar y algo que -se suponía- era la escalera de la nave espacial, por donde –supuestamente- debería bajar el primer hombre que iba a pisar la luna. De fondo, la voz de Jesús Hermida hablaba y hablaba, distrayendo la espera.

      Pasaba el tiempo y la imagen no variaba. De vez en cuando, parecía que algo se movía en la escalera, que un pie asomaba… pero no. Seguíamos pendientes de la pantalla, me temo que más de uno (o una) con ganas de irse a dormir, pero ¿quién se perdía aquel acontecimiento histórico? Por fin, ya bien tarde, todo se precipitó, pesadas botas bajaron por la escalera a saltos, la voz de Jesús Hermida temblaba de emoción, nos inclinamos hacia adelante tratando de ver algo en las borrosas imágenes y el acontecimiento histórico se produjo ante nuestros ojos. Apagamos el televisor y nos fuimos a dormir, conscientes de haber sido testigos de algo que no se repetiría y que, por designio de los dioses (y del presidente Kennedy, que no pudo verlo), le había sido concedido a nuestra generación.

      Han pasado 50 años. Armstrong está muerto, Hermida también y todos los que conmigo veían la televisión aquella noche se fueron hace mucho tiempo. La Humanidad dio un gran paso, pero yo me asomo hoy a la terraza, miro al cielo y me parece que sigo en aquel cuarto de estar, con aquellas personas y aquellas imágenes grises en un televisor Philips de 23 pulgadas.       

13/7/19

Cosa de hombres



San José. Círculo de Mantínez Montañés
Niño Jesús atribuido a Torcuato Ruiz del Peral
Iglesia Parroquial de Dílar (Granada)

      Todos sabéis que muchas veces me quejo de como son los jóvenes ahora, muy distintos de como éramos antes y, en algunos aspectos, peores. Sin embargo, hay algunas cosas en las que se ha mejorado y una de las que más me gustan es ver por la calle a un hombre joven con un niño en brazos o en un cochecito, incluso un bebé de meses, que no se tiene derecho, acunado en brazos. Es algo que siempre me quedo mirando con agrado. Diréis que es muy normal, que son sus hijos y es natural que los lleven en brazos. Y lo es, lo más natural del mundo… pero no siempre ha sido así. 

      Cuando yo era niña, era raro que un hombre llevara a sus hijos en brazos. Como mucho, podía llevarlos en los hombros, pero de ahí no pasaba, pues se consideraba que no era “propio de hombres”. Por lo que me contaron, mi padre sí me llevó, pero es que mi padre fue siempre distinto y hasta criticaba a un primo suyo que, siendo padre de varios hijos, jamás los cogía ni los besaba. Para él, eso era cosa de la madre que los había parido. Lo suyo era mantenerlos, pero no tener con ellos el menor gesto de cariño o ternura, pues eso podían interpretarlo como debilidad y perdería autoridad sobre ellos.

      Estoy hablando de hace muchos años, pero algo más reciente, entre 30 y 40, es la anécdota que le oí a una conocida. Me hablaba de que cuando se iban al apartamento de la costa, el marido se bajaba a la playa por la mañana con el hijo mayor, pero ella se quedaba haciendo la comida y, encima, con el pequeño, de poco más de un año, incordiando y pidiendo calle. Yo, extrañada, le dije:

-¿Y por qué no se lleva también al pequeño?

-Pues porque hay que llevarlo en brazos y a mi marido eso le da vergüenza, dice que no es cosa de hombres. El otro se lo lleva, a regañadientes, porque ya tiene cinco años y va andando, pero ni siquiera lo coge de la mano y un día me lo va a atropellar un coche al cruzar la carretera. 

      Literal y sin comentarios.
      

3/7/19

La sonrisa




      Prácticamente no veo la televisión, solo algún telediario y poco más, pero hoy, en las noticias andaluzas, he visto algo que me ha llegado al alma. 

      Es el habitual vídeo de la llegada de subsaharianos en pateras a nuestras costas. Noche cerrada, foco de la cámara, una larga procesión de personas envueltas en las también habituales mantas rojas y ayudadas por los voluntarios de la Cruz Roja. Muchas mujeres y muchos niños, caras de cansancio, andar vacilante tras horas de travesía. En primer plano, un niño de poco más de un año en brazos de una chica joven de Cruz Roja. Tranquilo, confiado. Lo han separado de su madre, que quizá vaya detrás, pero no tiene miedo. De pronto, vuelve la cara hacia la chica que lo lleva, la mira con unos ojos enormes… y le sonríe con la risa más bonita que he visto en mi vida.

Bienvenido Mamadou, Mor, Abdul… Ojalá no te borremos esa sonrisa.

25/6/19

¡Ya!



Captura de un vídeo publicado en IDEAL de Granada

      Tras veinte años desde que se proyectó, doce y pico de obras, cuatro sin conexión ferroviaria, más de año y medio de pruebas… y siete ministros de Fomento, que nos tomaron el pelo durante todo ese tiempo, hoy ha llegado el AVE a Granada. La ciudad, por cierto, con el monumento más visitado de España.

      Solo una sombra en tan glorioso día: Para ir a Madrid o venir de allí, hay que pasar por Málaga. Lo que demuestra que esos siete ministros y los otros tantos presidentes de gobierno, no saben que la línea recta es la más corta entre dos puntos.

20/6/19

Cruces (De cruzar)






      Avanzo -por mi derecha- en una acera tan estrecha que se cruzan dos personas con dificultad. En sentido contrario –y por su izquierda- se me acerca una señora no muy joven, pero lo bastante como para ser mi hija. Al llegar a mi altura, me arrimo todo lo que puedo a la pared (recordad: mi derecha) para evitar que tenga que bajarse a la calzada, pero ella hace lo mismo (recordad: su izquierda) intentando que la que se baje sea yo. Me detengo, la miro a la cara y le sonrío, como diciendo: ¿Y tú de que vas? Ella baja los ojos, pasa por donde tenía que haber pasado desde el principio y se va sin decir nada. 

      Prueba superada. Hasta la próxima.
  

10/6/19

Imagen y sonido




      Tengo una amiga, más joven que yo, que nunca lee prensa, ni en papel, ni digital, ya que no tiene ordenador ni tampoco ningún dispositivo con Internet. Por tanto, la información le llega solo de la televisión y la radio.
      Bueno, pues el otro día me sorprendió con una pregunta, en cierto modo, divertida. Resulta que, cuando hablan de los “barones” de los partidos, ella pensaba que era con V, o sea, varones, los hombres de ese partido. Y, claro, hay ciertas cosas que no le cuadran bajo esa perspectiva.
      Esto parece un chiste, pero no lo es. Es la consecuencia de una sociedad mutilada, en la que muchas personas están prescindiendo de la palabra escrita, sobre todo en lo relacionado con la información. Si esto ocurre con las personas mayores, que vienen de una tradición de lo escrito, no quiero ni pensar en lo que va a pasar con los niños y los jóvenes. ¿Serán capaces de leer o escribir algo más que los 280 caracteres de una red social?

1/6/19

La pobre María




      Se llamaba María Izquierdo y mis recuerdos más antiguos de ella son los de una anciana de carácter no muy agradable, que visitaba con frecuencia mi casa y que yo rehuía besar porque me dejaba la cara llena de saliva y tenía un lunar con pelos que me pinchaban. Pero mi padre decía: “Tienes que besarla porque la pobre María está muy sola y te quiere como a una nieta”. Y yo aguantaba estoica sus besuqueos para luego escapar al baño a lavarme la cara. María era soltera, sin familia, y había sido modista o bordadora de cierto prestigio, lo que le había permitido comprar la casa en la que vivía y, en ese momento, ya jubilada, vivir de ella, puesto que tenía alquilado el bajo a un matrimonio con el que se llevaba fatal. No se –o no recuerdo- de donde le venía a mi padre esa amistad tan despareja, una mujer anciana con un hombre que no llegaría entonces a los 40 años y que no era pariente suyo ni de lejos, pero el caso es que esa mujer estaba en nuestras vidas desde siempre, desde mi siempre, al menos.

      Como digo, nos visitaba con frecuencia, unas veces a contarnos sus problemas con los inquilinos y otras a consultar con mi padre sus papeles del banco, sus recibos, etc. Pero lo malo era que siempre llegaba a la hora de almorzar y, según ella, ya comida, por lo que ni quería comer con nosotros ni tampoco podíamos ponernos a comer estando ella sentada a la mesa. Y así recuerdo a mi padre mirando el reloj porque se quedaba sin la cabezada de después de almorzar y a mi madre asomándose a la cocina para comprobar que el arroz se estaba pasando. Recuerdo también como mi padre decía algunas veces: “Volveré más tarde porque tengo que pasar por casa de María”. Y también como, cuando hacía mal tiempo o estaba enferma, nos llegaba su emisario, el hijo de un vecino, al que daría una propina por avisar a mi padre de que lo necesitaba “con urgencia”. Luego mi padre volvía malhumorado porque lo había llamado para una tontería, pero se consolaba diciendo: "La pobre María solo quería ver una cara amiga"…

      Pasó el tiempo, María siguió envejeciendo y, aprovechando que el inquilino había dejado el bajo, vendió la casa a cambio de una renta vitalicia y se fue a una residencia. Mi madre respiró aliviada porque se terminaban las visitas intempestivas y el arroz pasado. Mi padre creo que también, ya que se veía libre de algunas responsabilidades, aunque la residencia le quedara más lejos para sus visitas y estas sujetas a horarios. Y yo me quedé prácticamente igual, ya que había que visitarla allí y llevarle pasteles los domingos, para que "la pobre María no se sienta tan sola entre gente extraña”. Pero para entonces, yo era ya lo suficientemente mayor como para pensar en lo triste que habría sido dejar su casa y saber que había un señor deseando que muriera para quedarse con ella por el menor precio posible. Y empecé a mirarla de otra forma.

      Un día, llamaron a mi padre de la residencia comunicando que había muerto y su entierro no lo recuerdo porque seguramente no me llevaron. Pero lo que sí recuerdo es que, días después, nos llegó por correo un sobre con la dirección profusamente escrita a mano por ella y que contenía todo lo que tenía nuestro: Fotos, principalmente mías, un recordatorio de mi primera comunión, alguna esquela familiar recortada del periódico… Con esto venía una tarjeta de visita en la que se lee con dificultad su deseo de devolvernos lo que sabía no se iba a poder llevar al otro mundo y no quería que “rodara”. Es decir, que sabiendo su muerte cercana, había dispuesto sobre y sello con el encargo en la residencia de que lo echaran al buzón cuando ya no estuviera. Y entonces la lloré. Me llegó al alma aquel cuidado por preservar lo relacionado con nosotros y la lloré como la nieta adoptiva que en su imaginación yo era. Mentiría si dijera que la quería, pero conservo bien guardado el pañuelo de mi primera comunión, que ella bordó con mis iniciales, y la tarjeta con su despedida.  

      Ahora, cuando, por mi edad y circunstancias, me estoy pareciendo mucho a ella, pienso en la suerte que tuvo de ser la pobre María para una familia que, sin hacer grandes cosas por ella, incluso sin sentir demasiado cariño, supo paliar su soledad y suavizar los duros años de su vejez.