26/11/14

Angelita


     Balneario de Lanjarón, años 50. En el hotel,  los huéspedes se reúnen en el salón después de la cena y lucen sus habilidades. Hay quien toca el piano, alguien canta y dos cincuentones de Écija, un poco pasados de cintura, forman pareja para bailar sevillanas, cosa impensable en la Granada de entonces cuando, en los Coros y Danzas de la Sección Femenina, visten de corto a las chicas más delgadas para los bailes que necesitan hombres. En un segundo plano, una chica de 15 años presencia el espectáculo sin participar. Su mirada se cruza de vez en cuando con el chico francés, de pelo rubio y nariz imposible que, al otro lado del salón, la mira con insistencia. Ya se han visto muchas veces en el comedor o en el paseo de la tarde hasta El Pilarillo -ella con sus amigas, él con un hermano aun de pantalón corto- y sabe que se llama Robert porque ha oído llamarlo a su familia y que procede de Casablanca, como tantos veraneantes por aquella época en Lanjarón.
    
     Siguen las actuaciones y llega el número cumbre cuando una chica morena y alta baila el Tango Angelita, que Ángel Barrios ha dedicado a su hija. Y lo hace bien, probablemente enseñada por una profesora que acude a su casa un día en semana, por lo que el salón se viene abajo de aplausos cuando termina. Con esto acaban las actuaciones y empieza el baile “agarrado”, y la chica, la de las miradas al francés, siente pánico porque no sabe bailar y teme que alguien la saque, así que se escabulle sigilosamente por la primera puerta que encuentra y sale al jardín trasero, al que dan unas ventanas bajas del salón, de modo que allí sentada en la oscuridad puede disfrutar de la música sin que nadie la vea. Pero de pronto… ¡catacrof!... alguien ha saltado por una de esas ventanas, cayendo sobre los sillones de mimbre con estrépito. Cuando se repone del susto, ve que -¡oh, cielos!- se trata del rubio francés, del mismísimo Robert, que tampoco sabe bailar y ha usado un modo más expeditivo para escapar del salón. Un poco corrido por su mala entrada en escena, se sienta a su lado y permanecen en silencio, hasta que sus manos se encuentran en la oscuridad y allí empieza el milagro de la vida, el amor de los 15 años, el primer amor.

     Arriba, las estrellas parpadean en una noche de agosto y, dentro, suena de nuevo el Tango Angelita.

Recordando a Ángel Barrios en el 50 aniversario de su muerte.       


20/11/14

La noticia


     Cuando la corrupción es ya agobiante, cuando parece que no hay ninguna esperanza y que este país es corrupto desde el primero hasta el último, desde el de arriba hasta el de abajo, leo una noticia que me abre los ojos a la esperanza, a decir con Juan Ramón Jiménez

Creímos que todo estaba
roto, perdido, manchado... 
-Pero, dentro, sonreía
lo verdadero, esperando-.

     Y es que, en la llamada Operación Enredadera, se deslizó una pequeña noticia, que no he vuelto a ver publicada. Una de esas cosas que pasan desapercibidas en medio del escándalo, del griterío de los medios y las redes, una de esas cosas para las que hay que leerse la noticia completa, no solo los negros titulares. Se trata de que, entre los documentos incautados en Sevilla, había una lista de las PERSONAS QUE NO SE DEJABAN SOBORNAR, algo así como una lista negra, como decir: Con esos no hay nada que hacer, que nadie se moleste en presionarlos porque los muy hijos de su madre no se dejan.

¿A que vale la pena pintarla de verde?
 

11/11/14

Sierra Nevada, Sulayr


     Motivado quizá por la mención a Sierra Nevada en el post anterior, me ha llegado de un amigo este vídeo que creo interesante, ya que es la historia de lo que pudiéramos llamar el encuentro de Granada con su sierra, desde los tiempos antiguos de los neveros, hasta la estación de esquí actual. Es un poco largo, pero si tenéis un rato os puede interesar, sobre todo la primera parte.


Muchas gracias, J.A.M. por el envío.   

5/11/14

Mausoleo





Agradezco la foto a la amabilidad de Landahlauts

     No me gusta ser sensiblera en este blog, pero he conocido una historia que, aunque roza la sensiblería, me ha gustado y quiero contárosla.

     Desde el día 2 de octubre, se ha estado recordando en Granada que hace 50 años un avión francés en trayecto hacia Mauritania, al parecer se despistó con la altura de Sierra Nevada estrellándose contra el puntal del Goterón, uno de los “tresmiles” de la Alcazaba, muriendo todos sus ocupantes. Posteriormente, se han ido sucediendo en IDEAL artículos y cartas de los lectores en los que se recordaban detalles o se reivindicaban menciones de personas que tuvieron un papel importante en el rescate de las víctimas y que habían sido olvidadas con el paso del tiempo.

     Hasta aquí, una historia parecida a otros accidentes aéreos que, desgraciadamente, han ocurrido en Sierra Nevada, en los que vecinos de pueblos cercanos fueron los primeros en acudir en socorro de las víctimas con gran riesgo y esfuerzo por su parte. Sin embargo, hace dos días, cuando ya estaba agotado el tema, apareció en la sección de Cartas al Director una que me voy a permitir transcribir completa y que añade un cariz distinto a esta historia. Dice así:

     Estimado Director de IDEAL: Con respecto a los artículos del domingo 26/10/14 y otros dos más sobre el accidente aéreo en el que murieron ochenta personas en Sierra Nevada, hay algo que quiero contar yo también, pues quizá estas personas no lo sabían.
     Paseando por el cementerio a raíz de la muerte de mi padre (Q.E.P.D.) en 1970, di con el mausoleo que el Ayuntamiento levantó a las víctimas y, leyendo algunos nombres y viendo algunos retratos de ellas, vi sentada al pie del mismo a una señora anciana, la cual me comentó que su hijo era piloto en la siniestrada nave, y como no tenía más familia que él, se vino a vivir a Granada, a un piso en el Zaidín, para visitar a diario la tumba de su hijo. Esa era su vida.
     Varios años pasaron y allí la veía, hasta que un año vi en el suelo, a mano izquierda, una tumba reciente, la cual me imaginé que era de la citada señora.
     Más adelante quizá la hayan adosado al mausoleo con su hijo, porque este año la tumba no estaba en el suelo. 
     Me parece que es una historia muy triste, pero muy bonita a la vez, por eso me he atrevido a contarla en el diario de su digna dirección, que todos los días leo.

María Isabel González Fuentes. Granada.