29/11/10

Elena Martín Vivaldi



Te vi por última vez en aquel homenaje que te hicieron por esta época en la Casa de los Tiros. Estabas ya muy anciana y enferma, pero aguantaste el tirón con esa indiferencia amable de la persona a la que ya le va sobrando todo. Voces jóvenes bien timbradas y con perfecta dicción leyeron tus poemas, pero a mí me gustaron más cuando los leíste tú a tropezones, equivocándote, pero dándoles el sentido y la entonación justa, la que tú le habías puesto al escribirlos.

Antes de eso, muchos años antes, cuando tú eras aun joven y yo casi una niña, me dedicaste el primer libro tuyo que leí: El alma desvelada. Y aquellos poemas que hablaban de soledad y desamor tuvieron eco en una vida que empezaba y casi fueron el presagio de muchas soledades y desamores que vinieron luego.

Eran los años 50, yo tenía 16 o 17, me gustaba la poesía e intentaba escribirla desde los 15. Había empezado leyendo a Bécquer, después llegaron Juan Ramón y Lorca, y pronto pasé a lo que se publicaba entonces, pero, sobre todo, me gustaba leeros a vosotros, los “poetas locales”. Acudía a vuestros recitales y me mojaba con vosotros recibiendo a la primavera en la Alhambra. Y entre todos tú me parecías la mejor. Me sabía poemas tuyos de memoria, en Bib-Rambla recitaba “Tilos que sois la plaza y enhebráis a la plaza”… y cuando pasaba por tu casa al anochecer miraba tu ventana encendida y te imaginaba escribiendo aquellos poemas que me llegaban tan hondo.

Todo esto lo estuve recordando mientras en el homenaje se desgranaban tus versos bajo el artesonado renacentista de la Cuadra Dorada. Y aquella noche te escribí porque tenía que decirte todas estas cosas antes de que fuera tarde. Tu respuesta llegó en Navidad, en una carta que quizá fue de las últimas que escribiste, ya que no mucho después me dijeron que habías ingresado en la clínica con tu hermana Asunción. Las dos juntas como estuvisteis toda la vida. Y juntas os fuisteis con pocos días de diferencia.




Ahora que el otoño está tintando de amarillo nuestra ciudad, vengo a recordarte aquí, poeta de los amarillos, poeta de otoño, elenamente triste, Elena.


Otoño fértil

“Para ser joven haberlo sido”.

A.Machado

¿Qué me darías, Abril, si yo te diera
este mi otoño fértil,
y se mezclara el gozo de tus brotes
al quebrarse, sin voz, mis hojas secas?

¿Qué me darías, Abril, si yo te diera
la sangre de mis venas,

y la alegría, roja, de tus rosas
aromarla al olor de mi tristeza?

¿Qué me darías, Abril, si yo te diera
esta mi angustia de saber que existes,
y yo sin primavera?

E. Martín Vivaldi


21/11/10

El pim, pam, pum de la feria





Ana Mato (PP)


Los niños andaluces son practicamente analfabetos.








Joan Puigcercós (ERC)
En Andalucía no paga impuestos ni Dios.



Jua
n Soler (PP)


Trinidad Jiménez es una candidata floja para Madrid. Su acento le hace más apta para Dos Hermanas o Vélez Málaga.



Esperanza Aguirre (PP)

Son (los andaluces) como los "pitas, pitas".


Jordi Puyol (C i U)

El hombre andaluz no es un hombre cohe
rente. Es un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual.
 

Montserrat Nebrera (PP)

Magdalena Alvárez tiene un problema y es que tiene un acento que parece un chiste.

 
                      Alejo Vidal-Quadras (PP)

En una tertulia radiofónica llama a Blas Infante cretino integral, subnormal profundo, estrafalario y grotesco.





¡Pasen, señores, pasen!

¡Por un euro tres pelotas para el pim-pam-pum!. ¿A quien le toca ahora probar su puntería?


13/11/10

Lucrecia


El 13 de Noviembre de 1992 la dominicana Lucrecia Pérez caía asesinada en la discoteca abandonada Four Roses en donde se refugiaba con otros inmigrantes de su país.

Había llegado a España un mes antes huyendo del hambre y en busca de una vida mejor para su hija Kenia que quedó en Santo Domingo con su marido. Era una mujer débil e ignorante que había sido despedida del trabajo por “no saber usar un grifo o una lavadora” y en su desesperación buscó el amparo de sus compatriotas tan pobres como ella. Y allí, entre las ruinas de una discoteca de moda en otros tiempos, encontró la muerte a manos de un grupo de ultraderechistas encabezados por un guardia civil.

Ahora, pasados tantos años, ya no nos interesa saber el ambiente de rechazo a los inmigrantes en que se fue incubando lo que sería considerado como el primer asesinato racista y xenófobo en nuestro país. Nos basta con que el recuerdo de aquella mujer asesinada por el odio a los 32 años sirva para que algo así no vuelva a repetirse nunca y que los que matan la luna no arranquen las flores con sus botas de muerte.





Este aniversario ha coincidido con la noticia de hace unos días de que allá lejos, en un desierto ayer recorrido por españoles, las botas de muerte han vuelto a pisotear a los débiles. ¿Hasta cuando?

6/11/10

Vítor



Un vítor (¡Viva! en latín) es un grafiti antiguo, un letrero pintado directamente sobre una pared o una columna en aplauso de una persona por una hazaña o acción relevante y suele ir acompañado por las letras V, I, T, O, y R formando un anagrama. Procede de los legionarios romanos, que lo llevaban en sus escudos como símbolo de victoria, y suele estar hecho con sangre de toro y aceite o con pigmentos vegetales, pero siempre en color rojo.

















Si metemos en Google esta palabra nos remite a la Universidad de Salamanca, en cuyo patio hay gran cantidad de estas inscripciones tanto antiguas como más modernas, pero no a los muros de la catedral de Granada, también llenos de ellas.







En la Universidad de Salamanca se le añadió posteriormente al anagr
ama algo parecido a una C invertida aludiendo al papa Benedicto XIII, el papa Luna, en cuyo escudo de armas aparece esta figura, pero en la catedral de Granada permanecieron estas inscripciones con sus letras originales en honor de personajes religiosos y civiles.

Más fotos aquí.