28/9/12

Las simples cosas


Con la muerte de Chavela Vargas han salido a relucir las canciones de su repertorio y he recordado una que me gustaba mucho hace años, pero en la versión de Mercedes Sosa más que en la suya. Es un bonito bolero con una letra magnífica del argentino Armando Tejada Gómez y música de César Isella, también argentino y autor de la muy conocida Canción con todos.

Canción de las simples cosas

Uno se despide, insensiblemente, de pequeñas cosas,
lo mismo que un árbol, que en tiempo de otoño, se queda sin hojas.
Al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas,
esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón.

Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida,
y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas.
Por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso,
que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.

Demórate aquí, en la luz mayor de este mediodía,
donde encontrarás con el pan al sol la mesa tendida.
Por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso,
que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.






Que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo....


22/9/12

De nuevo, la palabra


El escritor Gregorio Morales, en su columna de los martes en IDEAL, ha escrito este párrafo que  copio a continuación y que me parece perfecto. No importa sacarlo de contexto porque tiene valor y sentido en sí mismo, pero puedo añadir que en el artículo habla del poder de una palabra, de la palabra función aplicada a las fiestas de un pueblo de la provincia.  El párrafo dice así:
Lo más bello de esta vida es gratis: la amistad, el amor, las montañas, el lenguaje. Justamente por ello requieren atención y esfuerzo: la amistad hay que cultivarla, el amor exige reciprocidad, las montañas deben ser ascendidas, el lenguaje ha de ser escuchado y leído. Cada vez que uno rescata una nueva palabra o una nueva acepción es como si alcanzara una cima o lo embargase un nuevo amor. El resultado son la plenitud y la dicha.
¿Que os parece? ¿Se puede decir más en menos espacio?

15/9/12

Robo



Casualmente, he visto ahora que hace un tiempo que no puedo precisar sufrí un robo a mano armada en el blog. Hasta ahora me habían robado fotos –todas- y me habían copiado algún fragmento de poema, pero no un post completo con su imagen, su título, su firma y hasta la fecha. Y no han copiado los comentarios porque hubiera sido demasiado largo. Y para más inri, lo han puesto centrado, tipo árbol de Navidad.

No tendría importancia y hasta me sentiría halagada si se lo hubieran llevado a un blog o una web sin ánimo de lucro, pero es un sitio comercial en el que, además, se venden cosas con las que estoy en total desacuerdo. ¿Qué hacer? Yo creo que nada, pues hay una dirección, pero yo no dejo ahí la mía ni loca. 
 

10/9/12

Fresco, frescos y frescas.





¿Sabéis lo que me ha estado molestando todo el verano? Es una cosa muy tonta, un simple detalle, pero que demuestra que nuestra clase política sigue sin enterarse de nada a pesar de “la que está cayendo”.

Se trata de que se ha visto una y otra vez en los informativos como las señoras políticas estaban en sus reuniones oficiales o de partido bien abrigaditas con echarpe, fular o chaqueta, demostrando así que el aire acondicionado funcionaba a tope. Y en un país en el que tanta gente ha soportado temperaturas de más de cuarenta grados a pelo, con un simple ventilador o, en el mejor de los casos, tratando con tiento el aire acondicionado por miedo a la factura, no es de recibo que ellos lo malgasten alegremente, cuando resulta que somos nosotros los que lo pagamos. Ellos pueden, si les apetece, convertir sus casas particulares en el glaciar Perito Moreno, pero con su dinero, no con el muestro.    
 

3/9/12

Discriminación





Hace poco me tocó aguantar una larga espera en una oficina bancaria y, estando sentada cerca de un cajero automático de esos interiores para operar con tarjeta, me entretuve observando a las diversas personas de todas las edades que pasaron por él, hicieron su operación (casi siempre sacar dinero) y se fueron. Hasta que llegó una chica joven que se quedó atascada no sabiendo realizar la operación, por lo que un empleado se acercó a ayudarla. La chica no tenía ni idea, sus preguntas eran totalmente absurdas, no entendía lo que le decía el empleado y se equivocaba continuamente al marcar el pin. Pero, a pesar de esto, todo se desarrolló en un clima distendido y hasta de diversión.

Me pregunté entonces que hubiera ocurrido si la que se atascara en el cajero fuera yo o alguien de mi edad. Probablemente también hubiera acudido el empleado porque es su obligación, pero dudo mucho que hubiera tenido tanta paciencia y que su talante fuera el mismo que con la chica, pues se le notaría en el gesto que estaba pensando: Estos viejos, que se empeñan en usar lo que no entienden…