13/9/18

El terremoto







      El “enjambre” de pequeños terremotos que estamos sintiendo en estos días, me ha hecho recordar el que sufrimos el 19 de abril de 1956. Como vemos en este vídeo, fue un terremoto de magnitud 5 e intensidad 8, con epicentro en Sierra Elvira, que causó víctimas y graves daños, sobre todo en Albolote y Atarfe, pero también se dejó sentir con fuerza en Granada capital. Fue alrededor de las 7:30 de la tarde y a mí me cogió en el cine, un cine pequeño, escalonado, donde proyectaban una película en la que intervenían las quintillizas Dionne, y estaba acompañada por un chico con el que iniciaba entonces un noviazgo que fue “oficial” pocos días después.

      Así que estábamos tan tranquilos viendo nuestra película, cuando todo empezó a moverse bruscamente. La butaca bailaba y en la pantalla no se veían cinco gemelas, sino cincuenta… La gente gritaba y corría hacia la puerta, se encendieron las luces y la proyección se cortó. Pero nosotros nos quedamos inmóviles, yo me agarré al brazo del chico y no cruzamos ni palabra. Cuando el “baile” terminó, el cine estaba casi vacío, pero los que quedábamos seguimos allí y, un rato después, se apagaron las luces y continuó la película. Al terminar, dimos una vuelta por la ciudad supongo que comentando el “meneo” y volví a mi casa a la hora establecida normalmente.

      Y allí me encontré la sorpresa: una madre asustada y llorosa y un padre que me armó una bronca fenomenal. Al parecer, había ido al cine para ver si me había ocurrido algo y el portero le dijo que allí no quedaba casi nadie, que todo el público se fue con el terremoto. Regresó entonces a mi casa, sin saber donde estaba yo, y allí esperaron hasta que a mí se me apeteció volver con cara de aquí no ha pasado nada. No recuerdo que hice entonces, pero sí se me quedó grabada una frase de mi padre: Podíamos estar muertos y a ti no te ha importado.  En aquel momento, la bronca de mi padre me pareció injusta, pero con el paso de los años me di cuenta de que tuvo más razón que un santo, que yo no había pensado en ellos ni en las víctimas que podrían estar ingresando en los hospitales. No había pensado en nadie, solo en el chico de la butaca de al lado, en la película… y en mí misma. Ahí empezaba y terminaba mi mundo. Había actuado con la inconsciencia, la despreocupación y el egoísmo propios de mi edad.

      Porque de niños, de adolescentes y de muy jóvenes somos así, no pensamos más que en nosotros, y solo con el paso de los años, con la madurez, vamos desarrollando la comprensión hacia el otro, la empatía, el ponernos en su lugar. Por eso, con la madurez llega lo que llaman los psicólogos “convertirnos en padres de nuestros padres” y esos conflictos, que son frecuentes en la adolescencia y juventud, van desapareciendo porque miramos a nuestros padres como se mira a un niño, al que hay que proteger, cuidar y perdonar las travesuras propias de su edad.


14 comentarios:

  1. Casi, casi, salís en portada, en los papeles... digo en el NODO.
    El Terremoto de Albolote 19-04-1956

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    1. Conozco ese vídeo, pero no he querido ponerlo por la segunda parte que tiene, tan de actualidad en este momento.

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  2. Cuando menor hubo uno en mi pueblo estábamos en el velatorio de noche rezando el rosario, y el tío José, ¡cayose la caja y salió rulando!, yo me partía a reir, me llovieron 1/2 docena de hostias. La edá es la edá.

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    1. Pues menos mal que no ocurrió esto....

      http://el-macasar.blogspot.com/2013/05/cuando-el-rio-corre.html

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  3. Un recuerdo increíble, la juventud es así, el temor de los padres también. Y la rueda de la vida una gran maestra, aunque algunos no aprenden ni de adultos. Besos

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    1. Son cosas que las guardas dentro toda la vida y que aprendes mucho de ellas. Aunque hace falta eso, que pase en tiempo para entenderlas.

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  4. Cada edad tiene sus intríngulis; la vida es un aprendizaje perenne.
    Cuando se va madurando, cada cual toma consciencia de la realidad de aquellas actitudes aparentemente "opresoras" de papá y mamá y se descubre a sí mismo/a sí misma actuando con sus hijos e hijas de manera parecida a aquella que, antaño, le resultaba tan latosa.

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    1. No es solo que repita las actitudes como algo negativo o irremediable, propio de la diferencia de edad, sino que comprende que fueron buenas, justas. Que ellos tenían razón y es una la que no hizo lo debido.

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  5. Vemos los terremotos como algo lejano que sale en la tele y olvidamos que en el sur de la Península chocan dos placas que de vez en cuando nos dan un meneo. Se comprende tu actitud por la edad, así como la bronca de tu padre (menudo susto que debió pasar al no encontrarte), pero es que con esa edad hay muchas cosas en las que ni siquiera pensamos. De hecho, hay quien no madura nunca.

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    1. Nosotros no olvidamos esas dos placas que están chocando bajo nuestros pies, pero es que, además, cada vez que se produce alguno, aunque sea pequeño, los "expertos" hablan de ellos y vemos lo poco que se sabe al respecto. Ahora, en lo que sí coinciden es en que los edificios no están preparadoa, ni siquiera los posteriores a las últimas normas de construcción sismoresistente, por la sencilla razón de que no se vigila lo suficiente su cumplimiento.

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  6. Yo he establecido un "punto de encuentro familiar" para el caso de un desastre natural importante. Fue complicado decirle a un adolescente de 13 años: mira, nene, si hay un terremoto importante y nuestra casa colapsa, aquellos de nosotros que sobrevivamos nos encontraremos en "este lugar".
    Se lo expliqué con otras palabras, eso si...

    Saludos

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    1. Anda que tú... Pobre adolescente cuando le explicaras que es un edificio que colapsa. Lo veo llevándose al colegio la Nintendo...

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  7. No recuerdo ese terremoto, yo entonces no vivía aquí. Pero fíjate, la placeta que hay al final de mi calle se llama 19 de Abril. Vivo al lado del barrio que se construyó para los damnificados de ese terremoto. Hicieron unas casas de protección civil de muy mala calidad, no se ni como aun siguen en pie, y es el Barrio Seco. La gente cuenta que los del barrio se jactaban entonces de tener al menos esas casas, y decían: ¡Soy de Albolote, de donde el terremoto y tengo casa!
    Menos mal que hace unos cuantos años, en el Coviran del barrio tocó la lotería en las participaciones que vendían y por las 100 pesetas que costaban, fue hace mucho tiempo, les tocó un millón de pesetas a los afortunados que habían comprado. El barrio mejoró muchísimo, todos los vecinos arreglaron sus pobres casas y ahora tiene mucho mejor aspecto. Deberían cambiarle el nombre a la placeta y ponerle el de la fecha del sorteo de la lotería que los enriqueció por un tiempo.
    Y de lo de los padres, ¿que te voy a decir que tu no sepas?
    Gracias por avisarme de este post. Me ha gustado mucho.

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    1. Si es que tendrías que visitar más mi blog... Yo no puedo comentar en el tuyo porque no estoy en Google+, pero voy de vez en cuando a verlo.

      Y fíjate, me has aclarado una cosa, pues a mí me parecía recordar que los damnificados de los terremotos donde tuvieron vivienda fue en las del Patronato de Santa Adela, o sea, en el Zaidín, pero debe ser que las construyeron en varios sitios.

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