10/7/21

Estoy harta



      Estoy harta de que me traten como a una vieja y no como a una persona que ha cumplido muchos años, pero que sigue siendo simplemente eso: una persona.

      En la caja del supermercado. Acerco la tarjeta para pagar y me dice el lector: Lectura correcta. Guardo la tarjeta y me dedico a terminar de colocar los artículos en el carro, pues esta tarjeta nunca pide el pin. Sin embargo, me advierte el cajero de que me lo está pidiendo, lo marco y, entonces, un señor de mediana edad, que espera su turno en la caja a bastante distancia, me dice entre paternalista y suficiente:

      -Tiene usted que tapar con la mano cuando marca el pin, pues lo puede ver cualquiera.

      Miro a mi espalda y solo veo una puerta que comunica con el aparcamiento, que es por lo que me gusta esta caja. Le digo:

      -No se quien lo va a ver, si no hay nadie.

      Insiste:

      -Yo mismo, desde aquí y por el movimiento de su mano he visto su clave.

      Yo, con paciencia, pero a punto de perderla:

      -Cambio la contraseña con frecuencia.

      Entonces, interviene también el chico de la caja:

      -Pero al salir de aquí le pueden dar un tirón del bolso y dejarle la cuenta vacía en un momento.

      Empiezo a irritarme:

      -La tarjeta ha venido en el bolso, pero volverá en otro sitio.

      De nuevo el señor de detrás:

      -Peor me lo pone. Pueden agredirla para sacársela del bolsillo.

      Y yo ya salto, saco la tarjeta y se la enseño a los dos:

      -¿Quién les ha dicho que la voy a llevar en el bolsillo? Pero miren, si quieren se la regalo, porque es de prepago y se ha quedado vacía con esta compra. Bueno… Quizá quede para un paquete de pipas.

      Y me voy con el carro y muchas, muchas ganas de asesinarlos.

 

11 comentarios:

  1. Qué manera de ser impertinentes.

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    1. Seguro que con alguien más joven se hubieran callado, aunque hubieran visto bien claro el pin de su tarjeta, como he visto yo el de tanta gente y por eso utilizo en los super tarjetas prepago.

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  2. No te enfades y cálmate. En alguna ocasión cuando nos ven mayores tratan de ayudarnos.
    En cierta ocasión al pasar la tarjeta por el lector no me indicaba nada, la cajera muy amable me dice permítame, le dejo la tarjeta y por más que la acercaba por un lado o por otro, aquello no funcionaba, al final les pregunta a sus compañeras si funciona la red y como era lógico le dicen que no. Pagué en efectivo, ya que llevaba dinero suficiente.

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    1. Deberían saber que, si necesitamos ayuda, la pedimos, pero no presuponer que somos medio tontos o que usamos por primera vez una tarjeta.

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  3. Que buena historia. No me extraña nada que te enfadaras. Hay mucho listillos. Sin embargo, si a ti se te ocurre llamarle la atención a alguien porque haya hecho algo no conveniente, te pueden decir de todo, desde insultos a agredirte. Es así: ser mayor hoy en día es difícil.
    ¿Ves cómo voy llegando a mi destino?? Hasta pronto!

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    1. Ayer mismo, en otro super, estuve un buen rato esperando que una pareja muy joven se decidiera, con la pinza en la mano, por el bollo que querían comprar. Allí, bien pegaditos a la estantería de la panadería y conmigo a su espalda esperando que se apartaran. ¿Un suizo? No, mejor una torta de cabello. Pues yo prefiero el suizo para tomarlo con mantequilla. Mujer, que eso engorda mucho... Venga, el suizo. Que no, déjalo en su sitio. Trae, que me lo llevo yo y si tú quieres de cabello, cógela. Y cuando parecía que se habían decidido y que se iban, se vuelve ella y se pone a llenar una bolsa enorme de cruasanes pequeñitos, luego le parecen muchos y coloca la mitad en la estantería. Mientras, el encargado mira la escena, yo le hago un gesto de impaciencia, pero no hace nada y yo sigo esperando. Si hubiera sido yo la que estuviera allí tanto rato haciendo esperar a otro cliente, seguro que me dice algo, aunque fuera: Señora, ¿le ayudo?

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  4. Ay, qué pesadas son, en ocasiones, las personas que van de samaritanas y no saben distinguir entre lo que es la ayuda y el incordio...

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    1. Es que esto no es ayudar. Ayudar sería meterme en el carro las cosas de peso, pero lo que hicieron estos era decirme que lo estaba haciendo mal, que ellos y solo ellos, saben del tema. Al chico de la caja me dieron ganas de decirle que yo compraba ahí con tarjeta cuando él estaba en Primaria.

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  5. jajaja... Una sonrisa es poco, conmigo nadie se mete, es el otro extremo. Soy invisible menos para la cajera que cumple su rol. Los dos extremos son malos. Un abrazo apretadito aunque no mucho, por las dudas.

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    1. No eres todavía lo bastante mayor como para esto... Ya te llegará el momento en que alguien se vea autorizado para guiarte en lo que supone que no sabes.

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  6. ¡Qué coraje! Todo el mundo tiene que dar su puntillita, al parecer todo el mundo se siente autorizado para dar grandes consejos universales. De todo saben y de nada entienden.
    Un saludo, te sigo a partir de ahora ��

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