1/7/22

Virus o soledad




      Llevamos casi dos años y medio de pandemia, que se ha llevado por delante a muchos viejos. También jóvenes, pero, sobre todo, viejos. Otros han sobrevivido (hasta el momento), pero ¿a qué precio?) Aislamiento, soledad… Aun ahora, cuando la mayoría de las personas hacen vida normal y le han perdido el miedo a la enfermedad, porque "es como una gripe", ellos siguen sufriendo cuarentenas. Un hijo se contagia: dos semanas sin verlo. El hijo de su hijo se contagia: otras dos semanas solos. Incluso, si hay contagios en el trabajo de su hijo o en el colegio del nieto… los abuelos en cuarentena. Es cierto que lo hacen por su bien, que quizá han salido adelante gracias a eso, pero ¿alguien les ha preguntado si les vale la pena?

 

14 comentarios:

  1. Yo lo he pillado. Ahora, al cabo del tiempo. Y llevo casi dos semanas sin salir a mis rutinas habituales: ni paseos por la vega, ni gimnasio y a los demás sitios, el súper, la farmacia, la tienda de la esquina, con la mascarilla. Además de los síntomas habituales. Que hartura de bicho.
    Espero que estés bien.

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    1. Yo, por el momento, creo que no lo he cogido, pero soy de los damnificados por los contagios de los demás. De ahí mi comprensión para los viejos que pagan con soledad la protección de sus hijos para que no se contagien. Y no se sabe que es peor...

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  2. ¡No hay derecho! Además de aguantar 2 años de pandemia, como casi todo el mundo, tengo que sufrir dos meses en cama en un hospital y cuando parecía que se habían terminado todos los males voy y cojo el coronavirus. Sinceramente, estoy con la moral por los suelos.

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    1. Está claro que terminaremos por cogerlo todos y alguno más de una vez, cómo conozco casos. Por eso he llegado a pensar que no vale la pena el precio que pagamos por protegernos. Hoy mismo he sabido de una persona que ha sido hasta el día de hoy el no va más del cuidado y del sacrificio para no contagiarse...y está en cama con Covid.

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    2. Anímate pensando que te has contagiado en periodo de menor virulencia. Remontarás el bache, Jubi.

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  3. El problema reside en que se ha pasado de la auto-sobreprotección a la relajación absoluta, y que determinadas normas no rigen por igual en todos los sitios. Ayer leía que en un AVE, hicieron bajar a un viajero porque se negó a ir con mascarilla pese a ser obligatoria en el transporte público. Curioso, porque en el avión Barcelona-Bucarest no solo no era obligatoria la mascarilla sino, pese al cien por cien de ocupación, solo cinco pasajeros/as y un miembro de la tripulación la llevaban... A todo esto, se escuchaba, de vez en cuando, una sinfonía de toses y estornudos que para qué. Únase a lo anterior que en Rumanía las campañas de vacunación han sido un fracaso y que el índice de personas vacunadas es irrisorio frente a las no vacunadas, amén de ser contadas las personas con mascarilla en recintos interiores atestados de gente, de tal manera que, si alguien la llevaba, la suposición acertada era que se trataba de una persona extranjera.

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    1. El problema también es que esto está ya durando demasiado y el personal está harto de restricciones y anda desmadrado. La gente trata de aprovechar el verano, porque sabe que en otoño nos pasará factura la inflación y todos estaremos a dos velas… Por eso, por ese desmadre que llena playas y bares, donde conseguir una mesa es casi tarea imposible, es tan duro lo que planteo: que con la gente en la calle y en las playas, disfrutando con amigos, pareja o familia, los viejos sigan sufriendo cuarentenas, sigan encerrados, sin ver a hijos o nietos… sigan solos. Saben que tienen el tiempo limitado, que se les está acabando en estas condiciones. Y sufren lo indecible. Es normal que se pregunten si realmente es necesario que ellos sigan pasando ese calvario, incluso puede ser que alguno cuestione el proceder de sus hijos y pase por su cabeza si, en vez de protegerlos a ellos, no se estarán protegiendo a sí mismos del sentimiento de culpa, que les puede llegar si sus padres se contagian. Así, manteniéndolos distantes, si se contagian no será culpa suya. Y aquí paz y después gloria...

      Pero en fin, de esto, de la culpa, habló mucho el psiquiatra Carlos Castilla del Pino y es un tema que daría para varias entradas.

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    2. En las actuales circunstancias las restricciones no tienen que ver con las habidas meses atrás. Salvo la mascarilla (que cada cual la usa cuando quiere), no hay ninguna norma que prohíba el contacto entre las personas de cualquier edad, así que no tiene ninguna justificación establecer un cordón sanitario literal a las personas mayores. Desde luego, en mi entorno no hay ninguna barrera de aislamiento.

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    3. Precisamente porque hay menos o nulas restricciones, los jóvenes tenéis más probabilidades de cogerlo. Aquí, por ejemplo, ya no le dan la baja al que da positivo en un test de farmacia y en los centros de salud no los hacen a menos que la persona vaya realmente enferma. Por esto, hay muchos positivos que van a trabajar y sus compañeros/as corren el riesgo de contagiarse, así que procuran distanciarse de las personas mayores por miedo a “llevarles el virus”, mientras no sepan si se han contagiado o no. Y todo eso son días y más días de cuarentena para los viejos…

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    4. Si yo te contara... No solo no les dan la baja sino que en algunos trabajos de cara al público se sigue el devenir cotidiano con la persona contagiada aguantándose el malestar y atendiendo a la clientela.

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    5. Por eso es por lo que a los viejos les resulta tan triste que los aislen las personas que quieren, pues pueden coger el virus en cualquier parte.

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  4. Ya lo han dicho todo, ¿Qué puedo añadir? . Que aquí es igual, la sobreprotección, la soledad, y por si fuera poco, enfermamos "Contagiados por..." , por alguien negligente?. Con un frío invierno como éste, cuando el barbijo o mascarilla no molesta más que una bufanda , o mejor, abriga, si así queremos...
    ¿Quiénes estamos con el barbijo puesto al salir o entrar a un lugar en su bolsita y uno de repuesto y otros en una caja por las dudas?. Los " de la Tercera Edad". Los hijos crecen y los nietos casi no nos conocen, que es peor que no tenerlos... Saludos desde Argentina

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  5. Perdón, me he expresado mal. La realidad es que los bebés que han nacido durante ¿nuestro encierro? , han crecido y saben poco y nada de las personas mayores. Sus tíos , abuelos, los vecinos. Con suerte nos ven en una "video llamada", que es casi como una foto. "Mirá, mirá, estos son tus abuelos, los padres de tu madre". Da igual que una foto, los niños no nos tocan, ni huelen, no saben que tenemos entidad física, que ocupamos un lugar en el espacio de una habitación. Vivir solos puede ser una elección o no, vivir aislados teniendo al otro vivo y en la vereda de enfrente, me atrevo a decir que es casi la antesala del infierno

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    1. Como digo al final de la entrada, ¿alguien nos ha preguntado si queremos esa sobreprotección? Esto es igual que cuando los padres no dejan a sus hijos ir a las excursiones del colegio, por si se hieren o se pierden, y no les preguntan a ellos si prefieren volver con una rodilla raspada… pero ir. Disfrutar con sus compañeros, vivir su niñez… vivir. Vivir corriendo riesgos, como será el resto de su vida.
      Al principio de la pandemia, una amiga, que estaba sufriendo la ausencia de hijos y nietos, me decía que su mayor temor era vivir así estos últimos años de su vida, que eso fuera ya lo único que viera Los jóvenes tienen la esperanza de volver a la normalidad algún día, pero nosotros sabemos que se nos acaba el tiempo, que un día que vivamos en esta “anormalidad”, no es un día más, sino un día menos, y que las cosas que nos estamos perdiendo ahora, ya no podremos hacerlas mañana.

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