En la noche del 18 al 19 de octubre de 1973, una gran riada arrasó La Rábita, una pequeña localidad de la costa granadina, pedanía del municipio de Albuñol. Aun ahora, tanto tiempo después, no se sabe exactamente la cifra de víctimas, pues entonces se dijo que eran cuarenta los muertos y otros tantos desaparecidos, aunque luego se ha simplificado la cifra en “ciencuentaytantos”, como también los vecinos de La Rábita y Albuñol han simplificado aquel trágico suceso llamándolo “La Nube”, con esa costumbre tan granadina y andaluza de definir las cosas grandes con palabras pequeñas, las cosas importantes con palabras sin importancia. (Semejante a llamar al puente de Dúrcal, atribuido a Eiffel, "El Puente de Lata"...)
Lo llamemos como lo llamemos, aquello fue una gran tragedia, pues, para un pueblo que entonces tenía poco más de 1.400 habitantes, supuso perder una parte importante de su población. Sin embargo, estando todavía bajo la dictadura de Franco, en la que este tipo de cosas se silenciaban, se difundió muy poco y el país no pudo conmocionarse como lo estamos ahora con lo sucedido en Valencia.
Pero vayamos a Valencia.
Ha pasado una semana y seguimos en shock, seguimos sin terminar de creernos lo ocurrido, pero vemos como todos, desde los famosos hasta la última clienta del super, estamos convertidos en expertos y absolutamente seguros de lo que se debería haber hecho para evitar las víctimas y paliar los daños. Sin embargo, yo pienso que no es el momento, que solo cuando no quede ni un desaparecido por encontrar, cuando todos los vecinos de esos pueblos tengan agua, luz y alimentos, cuando estén bien alojados los que han perdido su casa, entonces habrá llegado la hora de sentarse gobierno y administraciones, recopilar datos de cómo murieron las víctimas, donde estaban, que hacían, que circunstancias se daban en su entorno, que información habían recibido, etc. y confrontar estos datos con los de la AEMET. Afortunadamente, ahora tenemos medios, tenemos ordenadores, tenemos la IA... Metamos los datos en las máquinas y que ellas, sin condicionamientos, sin inclinaciones políticas, sin ideas preconcebidas, nos enseñen a manejar situaciones así, que -seguro- van a ser cada vez más frecuentes.
¿Te acuerdas, ya puestos a hacer un poco de memoria, de la tragedia del camping de Biescas?, el 7 de agosto de 1996, una riada arrasó el camping Las Nieves, dejando 87 muertos y más de 180 heridos, lo ocasionó una ola gigante a causa de la lluvia que recorrió el barranco de Arrás, habitualmente seco pero en aquel momento incapaz de contener el enorme tsunami de agua; es algo muy parecido a lo ocurrido en la Comunidad Valenciana, ¿a quien se le ocurre poner un camping al final de un barranco?, otra cosa que ha pasado y que ocurre en buena parte del país, en Valencia ocurre, se construyen edificios en zonas de rios o en barrancos sin ningún rubor y sin poner ningún problema las instituciones públicas, el ladrillo es importante se ponga donde se ponga. Diez años duró aquellitigio hasta que hubo una sentencia, no hubo responsables, en un primer momento se acuso al dueño del camping pero fue absuelto por el hecho de tener todos los papeles y permisos en regla y según se dijo, "las instituciones no cometen delitos", los verdaderos responsables, como ocurrirá en Valencia se iran de rositas, ¿quien dimite en España?.
ResponderEliminarSaludos
Claro que me acuerdo de lo del camping. Sabemos que detrás de toda catástrofe de este tipo está la mano del hombre, pero parece que no aprendemos y se siguen haciendo las cosas mal, tanto a nivel de las autoridades como también a nivel personal. Se dan permisos para construir en zonas inundables, pero es que también todos hemos visto los coches aparcados en las ramblas de nuestra costa.
EliminarSolo con las pavorosas imágenes de lo sucedido con esta DANA se encoge el alma; luego se desata la rabia por la concatenación de errores que, aunque de haber actuado de otra manera, no hubiera podido pararse la furia meteorológica, sí hubiera evitado muchas muertes y pérdidas económicas. Llueve sobre mojado y por eso mismo, como bien dices, exigir responsabilidades cuando sea el momento adecuado es de justicia.
ResponderEliminarLo ha explicado bien Emilio Manuel. Ampliar el suelo edificable utilizando cauces secos y torronteras es comprar boletos para la catástrofe.
Exigir responsabilidades, por supuesto, pero de forma imparcial, pues las evaluaciones que se están haciendo ahora tienen todas un tinte político... de un lado y de otro. O de varios lados. Por eso digo que hay que dejar a las máquinas esa tarea, no trasladar el "y tú más" a algo tan serio como la vida de cientos de personas.
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