21/7/25

Vivir para contarlo


Antiguo Banco Central de Granada


      Por un percance sufrido con una tarjeta bancaria, he estado recordando los problemas que había antiguamente con el dinero del banco y que ahora nos resultan increíbles. 

      Y he recordado que, en los años 50, cuando íbamos unos días a Lanjarón para que mi madre tomara las aguas, había allí un señor que era el banco y que llevaba los bolsillos abultados de papeles y billetes, porque su trabajo era recoger los cheques de los veraneantes y venir todos los días a Granada a cobrarlos en los diversos bancos, para que sus clientes en Lanjarón dispusieran de efectivo.

      Y no acaba aquí la cosa porque algo más tarde, ya en los 60, viajaba con mis padres a Madrid y había que llevar encima todo lo que se suponía íbamos a gastar, hotel incluido, por lo que mi padre repartía los billetes entre los tres y tanto mi madre como yo éramos depositarias de una cantidad muy respetable, que nos mantenía inquietas todo el trayecto, las 12 horas nocturnas del tren Express de Renfe. Pero es que al llegar a Madrid, mi padre cogía todo el dinero y lo llevaba a una tienda de material de topografía y dibujo de la que era cliente y donde le hacían el favor de guardárselo en la caja fuerte, para evitarnos el llevarlo encima toda la estancia o dejarlo en el hotel, que tampoco era muy seguro.

      Unos años después, los bancos crearon los llamados Cheques de viaje, unos cheques al portador, que podías cobrar en el banco de Madrid, cosa que era un poco más cómoda y segura que llevar el dinero en efectivo, pero tampoco mucho. Y todo esto, porque la cuenta de un banco en Granada estaba solo en Granada y solo en ese banco, ni siquiera en la central de Madrid.

      ¿A que resulta increíble eso ahora? Pues aquí tenéis una persona que lo ha vivido. 

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