Estando allí, le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada.
Lc 2,6-7
Ellos tuvieron un alojamiento improvisado y precario, como tantos en el momento presente y como muchos más estarán en el futuro, si no ponemos remedio.
Todos los años, por estos días, felicito a quien me visita con el saludo del frailecillo de Asís: PAZ Y BIEN, pero este año quiero añadir mi ruego de que todos hagamos un esfuerzo para exigir "a quien corresponda" una solución rápida a este trágico problema de la vivienda.
Que todos tengamos un techo donde cobijarnos esta Navidad y siempre.
PAZ, BIEN, AMOR...
Y JUSTICIA PARA EL QUE NO TIENE HOGAR


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