El 13 de Noviembre de 1992 la dominicana Lucrecia Pérez caía asesinada en la discoteca abandonada Four Roses en donde se refugiaba con otros inmigrantes de su país.
Había llegado a España un mes antes huyendo del hambre y en busca de una vida mejor para su hija Kenia que quedó en Santo Domingo con su marido. Era una mujer débil e ignorante que había sido despedida del trabajo por “no saber usar un grifo o una lavadora” y en su desesperación buscó el amparo de sus compatriotas tan pobres como ella. Y allí, entre las ruinas de una discoteca de moda en otros tiempos, encontró la muerte a manos de un grupo de ultraderechistas encabezados por un guardia civil.
Ahora, pasados tantos años, ya no nos interesa saber el ambiente de rechazo a los inmigrantes en que se fue incubando lo que sería considerado como el primer asesinato racista y xenófobo en nuestro país. Nos basta con que el recuerdo de aquella mujer asesinada por el odio a los 32 años sirva para que algo así no vuelva a repetirse nunca y que los que matan la luna no arranquen las flores con sus botas de muerte.
Había llegado a España un mes antes huyendo del hambre y en busca de una vida mejor para su hija Kenia que quedó en Santo Domingo con su marido. Era una mujer débil e ignorante que había sido despedida del trabajo por “no saber usar un grifo o una lavadora” y en su desesperación buscó el amparo de sus compatriotas tan pobres como ella. Y allí, entre las ruinas de una discoteca de moda en otros tiempos, encontró la muerte a manos de un grupo de ultraderechistas encabezados por un guardia civil.
Ahora, pasados tantos años, ya no nos interesa saber el ambiente de rechazo a los inmigrantes en que se fue incubando lo que sería considerado como el primer asesinato racista y xenófobo en nuestro país. Nos basta con que el recuerdo de aquella mujer asesinada por el odio a los 32 años sirva para que algo así no vuelva a repetirse nunca y que los que matan la luna no arranquen las flores con sus botas de muerte.
Este aniversario ha coincidido con la noticia de hace unos días de que allá lejos, en un desierto ayer recorrido por españoles, las botas de muerte han vuelto a pisotear a los débiles. ¿Hasta cuando?
Recordar para no repetir. No se si el odio al "otro" ha remitido. Pruebas de rechazo hay constantemente, no llegan a ser graves pero demuestran que muchos ciudadanos no toleran que vengan, aunque ellos mismos quizás se fueron años atrás. Beso
ResponderEliminarLa inmigración -y sobre todo en estos momentos de crisis- es algo difícil de enfocar, pero una cosa es la economía y otra muy distinta el racismo o la xenofobia.
ResponderEliminarCreo que en todo esto del racismo también hay un filtro de clase social, es decir, hay racismo ante personas de otras razas o etnias y de condiciones sociales desfavorables.
ResponderEliminarY, muy lamentablemente, no parece que vaya a menos...
Por supuesto que no hay ningún rechazo hacía los futbolistas americanos o africanos de la misma raza que la pobre Lucrecia.
ResponderEliminarPodemos entender la crisis, la xenofobia y hasta el racismo pero hay cuestiones burocráticas muy dificiles de explicar
ResponderEliminarMe temo que el odio, conocido ya desde los tiempos Caín, sigue presente, a veces agazapado y otras dejándose ver y sentir, y en tiempos tensos como los que estamos pasando ahora cada vez se muestra con más dureza.
ResponderEliminarEs bueno recordar casos tristes como el de Lucrecia para que sirva de enseñanza de lo que no se debe de hacer, pero la gente alborotada escucha poco y recuerda menos.
Haces mención a lo que pasa estos días en esa zona del desierto y yo me pregunto ¿dónde están esos amigos de los saharauis que no se les oye? están demostrando que sólo son amigos de palabra y no de corazón.
Un abrazo
Sofocador: Al racismo y la xenofobia quizá algún día le encontremos remedio. A la estulticia, dificilmente.
ResponderEliminarLeodegundia: Ha habido algunas reacciones de amigos del Sahara, como la manifestación de ayer en Madrid, pero de poco van a servir ya que el gobierno está firme en su postura de sumisión a Marruecos por razones económicas.
ResponderEliminarCoincido con lo expresado por Leodegundia, y el artículo sobre la deportación de argentinos me apena y demuestra cuantas cosas no se recuerdan. Soy descendiente de inmigrantes españoles,italianos y franceses.
ResponderEliminarRepito lo que le he dicho a Sofocador: Contra la idiotez de unas autoridades no hay quien pueda, ya que las leyes no son esas. Si fueran tan estrictas no habría en España 5,7 millones de extranjeros residentes, el 12% del total de la población. Creo que somos en este momento el país de la Unión Europea con mayor porcentaje de inmigrantes.
ResponderEliminarNunca hay que dejar de luchar en contra de la xenofobía y el racismo. La única solución es la educación.
ResponderEliminarMe uno totalmente al homenaje que haces a Lucrecia.
Recordar es importante; yo creo que, muchas veces, nuestra "falta de memoria" es mas bien intencionada para no tener que enfrentarnos a un pasado donde nosotros tambien fuimos refugiados e inmigrantes y sobre todo muchos sufrimos una discriminacion, como bien dice NaaN,
ResponderEliminarpresente en todas las sociedades la " de clase".
Un saludo y gracias por este recordatorio.
El asesinato de Lucrecia debería habernos servido de advertencia y así quizá se podrían haber evitado otros actos violentos que han venido después.
ResponderEliminarGracias por la visita, Ernesto y Cani.
Senior Citizen, en la contestación que haces al comentario de Teresa, me parece muy acertada tu diferenciación entre racismo y xenofobia, y la inmigración (12% de la población actual de España) en tiempos de crisis. Este tema daría mucho que hablar.
ResponderEliminarQue tengamos que recordar estos sucesos para que no se repitan es fundamental, y te agradezco que lo hayas hecho así, como tú lo haces siempre, con esa rotundidad y tan claramente, y habiendo escogido a Carlos Cano y su maravillosa canción.
¿Por qué es tan difícil asumir las diferencias o las igualdades ante los otros?
Desgraciadamente siempre hay grupos radicales que por racismo o xenofobia, torturan o matan a ciudadanos de otros países, incluso a indigentes españoles, por dormir en la calle ya que no tienen acceso a un refugio.
ResponderEliminarDeberíamos hacer nuestra la vieja máxima de que no hay más patria que el mundo ni más raza que la humana. Hace muchos años decía José Luis Sampedro que en el siglo XXI Europa sería mestiza y que a él le parecía muy bien. Quizá entonces ya no se de el racismo, pero ¿seguirá el fuerte aplastando al débil? Probablemente sí. Por desgracia hay personas que parece que no se encuentran a sí mismas más que cuando ejercen poder sobre otras personas.
ResponderEliminarGracias por la visita, Mafalda y unjubilado
Mientras el color de la piel, el idioma o la religión sigan siendo excluyentes...
ResponderEliminarComo ha dicho NaaN, el color de la piel, el idioma y la religión de quien no tiene buena posición económica. Que en ese caso ya no hay problema.
ResponderEliminarLa vida debería ser como las películas y tener final feliz.
ResponderEliminarPor desgracia aún estamos lejos de conseguirlo.
Un abrazo.
La vida algunas veces es una película... pero de terror.
ResponderEliminarEl racismo y la xenofobia están ahí, agazapados. Esperando tener cualquier excusa para surgir y mostrar su cara siempre salvaje e irracional.
ResponderEliminarSaudos
Hace seis años de este post y no hemos avanzado nada...
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