Nos llamábamos igual, incluso el diminutivo familiar era el mismo, por lo que, para distinguirnos, nos apodaron como La Grande y La Chica, siendo yo La Grande por llevarle algún año. Decíamos que éramos primas pero el parentesco era lejano, a pesar de lo cual estábamos siempre juntas y fuimos cómplices de innumerables estropicios y travesuras.
Un día, su familia se trasladó a Madrid para ocupar su padre un gran puesto y cuando, pasado algún tiempo, volvió a Granada, hablaba “fino” y su nombre había cambiado, de ser un nombre castizo y zarzuelero, al que estaba de moda por entonces. Tampoco ya era La Chica, pues había crecido más que yo y parecía, incluso, mayor que yo. Cuando la tuve enfrente y la miré a los ojos, supe que éramos dos extrañas.
Hace muchos años que no se de ella, pero al oír este tango siempre me acuerdo de aquella niña que subió a un tren para Madrid y no volvió nunca.
Yo me acuerdo no tenías casi nada pa ponerte
hoy usás ajuar de seda con rositas rococó.
Me revienta tu presencia, pagaría por no verte,
si hasta el nombre te has cambiado como ha cambiado tu suerte:
ya no sos mi Margarita, ahora te llaman Margot
La niñez es tiempo de aprendizaje y absorciones del entorno que van forjando la personalidad. Y la gente, conforme se desizan los años, va alejándose de aquel niño o niña que un día fue; los intereses van transformándose, las perspectivas son distintas.
ResponderEliminarQuién sabe qué hubiera sido de las niñas Margarita inseparables y cómplices si a ese roce no se le hubiera impuesto la distancia.
El problema surge cuando las personas evolucionan en sentidos distintos o cuando una cambia más que la otra. Y eso ocurre, incluso, de adultos, en muchas parejas.
EliminarLas personas a lo largo de su vida cambian y para ello influyen muchas cosas sobre todo el ambiente que hayan elegido o en el que les haya tocado vivir en una nueva etapa de su vida. En el caso que cuentas es muy posible que ese cambio se hubiera producido también si la otra Margarita no hubiese mudado su residencia pues mientras unas personas apenas cambian a lo largo de su vida, otras necesitan esos cambios como necesitan respirar.
ResponderEliminarYo creo que lo que más influyó –y de ahí mi referencia al tango- fue el cambio en su situación económica, que de ser una niña de provincias en la posguerra, con todas las carencias de la época, pasó a un nivel muy superior en Madrid, lo que le hizo mirar un poco por encima del hombro a quien se había quedado aquí en parecida situación a la que estaba.
EliminarPues eso ya indica como era su carácter.
EliminarEra una niña y los niños ya se sabe: hacen lo que ven.
EliminarLos individuos van cambiando con arreglo a muchas circunstancias, situaciones, lugares, sucesos, dinero, cultura... algunos lo hacen de manera inconsciente y otros provocan este cambio en base a relacionarse con otras personas.
ResponderEliminarPor cualquiera de estas circunstancias o probablemente por todas ellas "La Chica" cambió.
Me pregunto si La Chica habrá sido más feliz en su nueva personalidad que como lo hubiera sido de seguir siendo la que era.
EliminarEso es algo que probablemente nunca sabrás/sabremos. Seguramente ni ella sería capaz de contestar a esta pregunta.
EliminarPor supuesto. Decir hubiera o hubiese es siempre inútil, pues las cosas son lo que son.
EliminarEs lo que tiene tomar los trenes que van apareciendo, que te acercas a unas personas mientras te vas alejando de otras.
ResponderEliminarLa desgracia es que yo soy siempre de las que se quedan, no de las que se van.
Eliminarmás pedió ella, que no perdió el tren.
ResponderEliminarNunca sabremos cual de las dos perdió más, pero de lo que estoy segura es de que ella no ha escrito un post como este.
Eliminar