17/5/15

La consulta




     
     Consulta del oculista, 11,45 de la mañana. Entro en la sala de espera diciendo buenos días (por decir algo) y deben contestarme con un gesto porque no oigo nada a pesar de que la pequeña habitación está llena. Ocupo un sillón libre y observo a mis compañeros de espera, que todos están por parejas. Un señor con su mujer, dos señoras mayores seguramente hermanas por lo mucho que se parecen y dos chicas jóvenes, a una de las cuales han debido dilatarle las pupilas porque está con los ojos cerrados. Silencio absoluto. Un rato después levanto la voz con cierto miedo para preguntar como vamos de tiempo, si van muy retrasadas las citas, y una de las dos hermanas me contesta que sí, que ellas deberían haber entrado hace media hora y todavía están allí. El resto no dice ni palabra. La compañera de la chica de las pupilas dilatadas sale a buscarle un vaso de agua, que se lo bebe y sigue con los ojos cerrados, mientras la otra, cumplida su misión, se sumerge en el móvil. Sigue pasando el tiempo, las revistas que hay no me llaman la atención y, además, me he dejado las gafas, así que miro los ya muy vistos posters usamericanos de las paredes y apago el móvil aunque no hay ni remota posibilidad de que vaya a entrar ya en la consulta. Aparece el oculista que llama a las dos hermanas por su apellido y así me entero de que deben ser parientes de alguien que conozco, pero, claro, ya no puedo decírselo. Un poco después, la que aparece es la enfermera, que me conduce a ese instrumento diabólico del pulsador y las lucecitas que debes atrapar velozmente y, cuando vuelvo a la sala de espera, ha desaparecido el matrimonio y su lugar lo ocupan un padre y su hija que cuchichean en voz baja. Pasa el tiempo lentamente, les llega el turno a las dos chicas jóvenes  y a mí otra enfermera distinta me acompaña a más instrumentos de tortura. Vuelvo a la sala de espera, en donde ya no queda más que la última pareja que llegó y, un poco después, por fin es mi nombre el que pronuncia el oculista y entro en su consulta hora y media después de la cita. 

     Y pienso entonces a donde habrán ido a parar aquellas animadas tertulias que se producían en las salas de espera de los médicos y que hacían más llevadero el plantón. Tertulias en las que te enterabas de la vida y milagros de todos los presentes… y algunos ausentes.


18 comentarios:

  1. Pues ahora que lo dices me doy cuenta de que es cierto que en las salas de espera ya no se hace ese intercambio de dolencias que pasaban luego a informaciones mas personales. El viernes fui al centro de salud y sucedió lo que viene pasando siempre, nos miramos unos a otros como intentando adivinar la causa de la visita de cada uno al médico pero sin cruzar las más mínima palabra. Aunque tengo que reconocer que yo lo prefiero así, los intercambios de dolencias no me gustan.

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    1. Es que no es necesario que sea un intercambio de dolencias, pues yo recuerdo en consultas conversaciones de todo tipo. O sea, que si alguien había llegado allí en autobús, podía haber estado un rato despotricando de la LAC y el alcalde que la ha inventado. Y de ahí a hablar de las elecciones hay un paso.

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  2. Quizás, en otra ocasión, deberías llevarte las gafas y un libro, y así te evitas ese tiempo de consciente soledad entre el gentío, que parece alargarse incluso más de lo que marca el reloj.
    Muchas veces -cada vez más- las personas son como los islotes de los archipiélagos, juntas, muy juntas físicamente pero con los pensamientos distantes.

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    1. El caso es que, como estaban en parejas, alguna palabra cruzaban entre ellos de vez en cuando, pero en voz baja, como para que nadie los oyera y casi que daba apuro mirarlos en ese momento.

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  3. Te cuento mis experiencias. En los preoperatorios para la operación de cataratas, el primer ojo me lo operaron en una clínica privada, (a través de la S.S.) estaba la sala llena, y nadie decía nada, hasta que me atreví a romper el silencio.
    ¿Todos estamos para una operación de cataratas?
    Hombres y mujeres empezaron a hablar, yo voy por el segundo ojo, el otro iba pagándose el la operación y estaba muy contento con la doctora que le había operado, la otra..., todos me animaban ya que yo iba con mucho miedo.
    A los dos años me llamaron para operarme en el Clínico de Zaragoza del otro ojo, había mucha gente en la consulta, pero allí no íbamos a un solo oculista, los había de muchas clases, también intenté romper el hielo y lo único que conseguí es que la persona de al lado me dijera que dejara mi citación en la bandeja de entrada y ya me llamarían, así que con un niño de unos 5 ó 6 años que tenía un cochecito pequeño pero que me llamó la atención estuvimos hablando del coche con el consentimiento de su madre que estaba al lado. El resto cuchicheando entre ellos en voz baja.
    Como verás igual situación pero en dos ambientes distintos.

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    1. Esta es una clínica privada y suele haber personas con distintas circunstancias. Unos pagando, otros con pólizas privadas de compañías aseguradoras y otros, como yo, porque esa es mi S.S. Pero por lo que parece, a la clientela se le ha pegado lo poco que habla el oculista.

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  4. Imagino que un bar es un lugar más propicio y alegre en el que pegar la hebra, más que una consulta en la que la mayoría estará preocupado, en este caso por sus ojos. Otra cosa es que no haya educación para dar los buenos días.

    Entiendo tu postura, pero mira tú por dónde, yo amo el silencio y una consulta así me vendría de perlas ;))

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    1. Pues yo prefiero la conversación que distrae la espera, pues en este caso se trataba de una simple revisión, pero ¿que me dices en el dentista? ¿No es preferible estar hablando que pensando en lo que te espera?

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    2. Un buen libro y silencio para disfrutarlo es todo lo que necesito, ja,ja. ¡Qué diferentes que somos!

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    3. Pues sí, tú eres más europeo...

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  5. llegados a este punto, se saca una el móvil, y hace como que marca pero no.
    - Mariano, ¿mescuchas?, siesquestás sordo, quenooooó?, Mariaaaáno, que-si-mes-cu-chas. ¡queaonde estoy?, ahonde voy a estar, contigo en la cama en pelotas,
    hacia todos los de la sala...
    -Da igual siesque no oye una mierda, y en la cama peor, yo os lo cambio
    - Mariano que te vendo barato, que me tienes abandonaica, ¿no te habrás dao al porno?

    (deles algo de lo que,,,mirar hacia abajo riéndose..., venga, si todo es probar, convierta un monólogo en una conversación...
    Un abrazo

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    1. Pues no es mala idea… Tomaré nota para la revisión del 2016 a ver si así se anima aquello un poco, que no he visto una consulta más “malage” en toda mi vida.

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  6. jajaja... Tal cual en mi consulta, nosotros que somos más expresivos (hijo, hermano y yo) charlando como bichos raros e incluso haciendo alguna broma para "salvar la espera" = Todos siguen serios. Lo bueno de esto que todo es menos cruento, más rápido, nada traumático ni doloroso, en fin, que espero estés bien y veas la llama del gas o la luz con colores vivos como la veo ahora. Saludos.

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    1. No es traumático ni doloroso, pero sí fastidioso y molesto. Afortunadamente, se te olvida cuando te dicen que has pasado la revisión sin problemas.

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  7. Pues, llamadme raro, pero a mi nunca me han gustado esas tertulias. Empezaban averiguando cuál era tu número o a qué hora tenías la cita.... y continuaba por una investigación somera pero profunda sobre el mal que te había llevado a la consulta....
    Bendito móvil con auriculares....

    Saludos.

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    1. Eso. Como si los móviles y los auriculares hubieran existido siempre.

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    2. Un walkman de aquellos antiquísimos, y antes de aquello estaba el libro...

      Era eso o rendirse e inmolarse en el primer grado de los curiosos.

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    3. Que poco comunicativo... Parece mentira que tengas un blog. (O dos, o tres, o cuatro...) Además, te advierto, por si no lo sabes, que antes de aquellos walkman antiquísimos ya había consultas.

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