10/5/16

Uno de ellos





     Tuve un amigo que a causa de un accidente quedó tetrapléjico. Lo trasladaron al hospital de Toledo durante un año para la rehabilitación y de allí pasó a un destino fuera de Granada. Yo continué en contacto con él, lo visité en Madrid en una ocasión y, cuando años después vino a unas reuniones de la Frater (Fraternidad de Enfermos y Minusválidos), fui a verlo al centro donde se celebraban. Fui entre sesión y sesión y recuerdo que, cuando crucé aquel enorme vestíbulo lleno de sillas de ruedas y personas mutiladas o con muletas, me sentí avergonzada de mis brazos y mis piernas, me daban ganas de cojear, de esconder un brazo… que se yo. Me parecía como si los estuviera ofendiendo al cruzar aquel espacio en medio de ellos. Más tarde volví a cruzarlo y ya fue distinto: yo empujaba la silla de ruedas de mi amigo y así me sentí uno de ellos.

Ahora ha pasado el tiempo, mucho tiempo, y por mi edad, ya sí que se puede decir que soy uno de ellos

        

15 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo en la sensación que se tiene al entrar en un sitio donde prácticamente todo son sillas de ruedas, pero estoy totalmente en desacuerdo en tu párrafo final "y por mi edad, ya sí que se puede decir que soy uno de ellos."
    Tu que todavía subes las escaleras de todos los edificios públicos, bibliotecas, museos y similares que no tienen ascensor... y además bajas cargada hasta los topes de cientos de fotografías.

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    1. Buuueno... Las subo cuando no tengo más remedio, ahogándome al subir y con miedo de rodarlas al bajar. Y, encima, luego las rodillas se me quejan. En cuanto a las fotos, como son de una cámara bolsillera no pesan nada.

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  2. gran invento ponerle ruedas a las sillas, no sabemos estarnos quietas.

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  3. ¿Vergüenza por qué? se puede sentir lástima por ver a tanta gente impedida, pero vergüenza no, en ese momento tal vez deberíamos de dar valor a lo que tenemos y casi nunca apreciamos, la salud.
    En cuanto a que por tu edad te sientas ahora uno de ellos creo que te pasas un montón, ellos no podían caminar, tu si, quizás no a la misma velocidad que podías en tu juventud, lo que pasa es que parece que no eres consciente de la valía de tus patucas que te llevan de un lado a otro durante todo el día, independientemente de que luego emitan algún quejido.
    No presumas de "vieja" que estás hecha una chavala todavía.

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    1. Lástima no, no creo que se pueda sentir lástima ni compasión de una persona que ve limitadas algunas de sus capacidades, pues eso sería como sentirnos superiores y no es así, ya que, como dicen ahora, tienen capacidades diferentes. Este amigo decía que él era mucho más que unos brazos y unas piernas, y así lo percibía cuando estaba con él, hasta el punto de que se me olvidaba su situación, no era consciente de su discapacidad. Y yo igual, también soy mucho más que las limitaciones que me impone la edad. Que fastidian, por supuesto, pues muchas veces no puedes hacer lo que quieres, pero que sigues siendo la misma persona que has sido siempre.

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    2. No interpretes mal mis palabras, no hablo de compasión, si digo lástima es por la pena de ver a alguien que tiene mermada su movilidad, nadie disfruta viendo a otros con limitaciones, pero eso no hace que nos sintamos superiores, tal vez afortunados por no haberla perdido nosotros. Y desde luego que una persona es algo más que unos brazos y unas piernas y que sin ellas se sigue siendo persona, igual que sucede con el paso de los años que nos limita mucho pero que sigues siendo la misma o incluso a veces mejor pues con el paso de los años se puede adquirir más sensibilidad hacia lo que te rodea.

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    3. Es que he recordado cuando este amigo decía que lo que más le molestaba y le dolía era cuando iba por la calle y oía a alguien decir: Que pena. Tan joven y así. Él no consideraba que había que compadecerlo.

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    4. Añado que como a través de él me puse en contacto con la Frater, durante un tiempo estuve ayudando en las tareas administrativas y estuve en contacto con personas en su misma situación que pensaban igual, que no querían que se les compadeciera.

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  4. Me ha recordado a un familiar que ha pasado por lo mismo: accidente, tetraplejia, tratamiento en Toledo y nueva vida, y con él, la de todos los que le rodeamos. Yo, más que verguenza por tener mis extremidades, creo que -después de la fase de maldecir a la fortuna-, pasé a pensar en lo afortunados que somos quienes podemos valernos por nosotros mismos y la responsabilidad que conlleva esta fortuna de preservarnos a pesar de las circunstancias... y del tiempo.

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    1. Quizá la palabra vergüenza no sea la apropiada. Es más bien el decir: ¿Por qué yo sí y ellos no? Y pensar que ellos piensan: ¿Por qué ella sí y yo no? Y un deseo inconsciente de igualarte, de meterte en su piel, pues sin igualdad no hay amistad.

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  5. Es curioso lo del hospital del Toledo, el único monográfico de España. Hace tiempo había hospitales para enfermedades (sanatorios antituberculosos) y cosas así. Ahora los hospitales son polivalentes. Después de traerme a la cabra del monte, hace tiempo pensaba yo que todos somos discapacitados, dependiendo del entorno en el que nos encontremos. La diferencia está en el número de entornos en el que nos cuesta desenvolvernos. Y a mi no me produce pena ni compasión. Ver a alguien que a pesar de las dificultades sigue intentando vivir me parece admirable.

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    1. Por algo el peor momento para la persona que sufre un accidente de estos es cuando se incorpora a la vida de las personas "normales". Pero, como tú dices, ¿que es la normalidad? Ser miope ya es una discapacidad, pero no se considera así por haber muchos miopes. ¿Es cuestión de proporción entonces?

      Por otra parte, la palabra compasión merecería un post (y, de hecho, lo tengo medio escrito desde hace tiempo) pues solemos emplearla mal. A ver si cae después de este...

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  6. No estaría mal darse una vuelta por estos sitios de vez en cuando, para ser conscientes de lo bien que vivimos, con todas nuestras extremidades en su sitios, sin enfermedades graves... Así aprenderíamos a valorar la salud en su justa medida.

    Afortunadamente, con los avances técnicos, muchas de estas dolencias tendrán pronto solución. Increíble.

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    1. Quizá la clave está en llegar a entender que, como decía este amigo, una persona es mucho más que unos brazos y unas piernas. Y de que no tenemos por qué hacer todos lo mismo.

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