16/8/18

Dióscoro Galindo





      Interrumpo las entradas musicales de Agosto para traer aquí un artículo, que me parece muy interesante, recién publicado en el Blog de Cultura de la Junta de Andalucía. Lo firma un amigo, Alfredo Gómez Rubio, y habla de Dióscoro Galindo, el maestro asesinado junto a García Lorca hace ahora 82 años, precisamente en estos días se cumplen.

      Clareaba el día en aquella mañana de mediados de agosto. Era el momento designado para reanudar lo que se estaba convirtiendo en una triste rutina de muerte. Siempre igual… y siempre distinta, porque los protagonistas, en número variable, jamás eran los mismos. En esa mañana, se trataba de cuatro varones: unos hombres armados los hicieron subir a empujones al cajón de un camión para recorrer una distancia corta, la que separaba La Colonia (1) de algún lugar indeterminado entre el Barranco de Víznar y Fuente Grande.



20 comentarios:

  1. ¡Que barbaridad, que inculto soy! No conocía de nada al maestro vallisoletano, fusilado, junto a García Lorca y desde donde estoy poco puedo informarme.
    Nacido en Ciguñuela, impartía clases a los niños de Pulianas cuando, en agosto de 1936, lo mataron esposado al poeta.
    EL CRIMEN FUE EN GRANADA: A FEDERICO GARCÍA LORCA
    Se le vio, caminando entre fusiles,
    por una calle larga,
    salir al campo frío,
    aún con estrellas de la madrugada.
    Mataron a Federico
    cuando la luz asomaba.
    El pelotón de verdugos
    no osó mirarle la cara.
    Todos cerraron los ojos;
    rezaron: ¡ni Dios te salva!
    Muerto cayó Federico
    —sangre en la frente y plomo en las entrañas—
    ... Que fue en Granada el crimen
    sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada...

    Fragmento de Antonio Machado.

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    1. Eso no es ser inculto, pues las personas que han leído algo de él, no saben mucho más que su nombre y que murió con Lorca y los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. De hecho, si no hubiera sido por su muerte, no sabríamos nada de su vida.

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  2. ¡ole!, Eso es memoria histórica y no lo las pedrás de Pedro.

    Kisss y Kissss

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  3. Un maestro. Ni más ni menos. Uno de los grupos profesionales con los que más se ensañaron. Un maestro. Qué peligro. Un correcaminos que se pateó las escuelas patrias para terminar citándose con la muerte en Granada. Qué proeza la de sus asesinos y sus cómplices.

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    1. Un maestro. En mi familia hubo otro que, afortunadamente, "solo" estuvo en la cárcel y "le quitaron la escuela", como se llamaba entonces a esa depuración.

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    2. La escabechina -tanto física como profesional y social- contra el colectivo de enseñantes fue meticulosa y terrible. Herminio Lafoz, catedrático jubilado de Historia de la Universidad de Zaragoza ha buceado en los archivos de la Causa General y ha documentado los fusilamientos, desapariciones, encarcelamientos y exilio de todos los maestros y maestras de Aragón que sufrieron la represión durante y después de la incivil guerra. Como en el caso del maestro Dióscoro, también se adjuntan los informes del cura y del alcalde de turno, cómplices necesarios de la vendetta. El listado de nombres encoge el espíritu.

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    3. El autor del artículo te podría informar mejor que yo de lo que ha ido descubriendo en su investigación sobre uno de esos maestros. Solo uno, que nadie más que su familia recordaría su nombre en este momento si no fuera por haber ido a la tumba junto con Lorca. O no, pues a saber si no están cada uno por su lado...

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  4. La enseñanza fue uno de los ámbitos donde más represión ejercieron los fascistas durante la Guerra Civil y el franquismo. Había sido uno de los buques insignia de la República (un motivo más que suficiente para que el fascismo se ensañara con ella) pero es que, además… había que adoctrinar. Y para ello había que sustituir por maestros y maestras afines a las ideas de los sublevados… eliminando antes a los “sospechosos”.
    José Ibáñez Martín, ministro de Educación franquista afirmó en 1943 sobre la depuración de maestros: «Como en un organismo vivo tiranizado por el mal, España tuvo que diseccionar zonas excepcionales de su masa vital. Al Magisterio afectó quizá con inusitada fuerza esta tarea de purificación. Pero un supremo interés religioso y un soberano interés nacional lo exigían así».
    La Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado, que presidió el intelectualoide del franquismo José María Pemán, fue la encargada de llevar a cabo la depuración franquista del magisterio español. Entre 20.000 y 60.000 personas, según la fuente, sufrieron esta depuración. Y, como dice, Senior Citizen, algunos solo sufrieron el ser despedidos de su puesto de trabajo, pero muchísimos de ellos fueron fusilados sin más ("...un supremo interés religioso y un soberano interés nacional lo exigían así...").

    Dióscoro Galindo González, en condiciones normales, sólo habría sido recordado por sus alumnos (entre los que dejó muy buen recuerdo) y por su familia. Porque, al fin y al cabo, era sólo un maestro de escuela en un pueblo andaluz (como muy bien comenta Una Mirada y Senior Citizen). Su asesinato, al que posteriormente se quiso dar visos de legalidad con un simulacro de juicio, lo hacen merecedor de que su recuerdo permanezca en nuestra memoria, como símbolo de algo que jamás debe repetirse. Él, como símbolo de tantos maestros y maestras, de tantas personas que tuvieron una muerte injusta, llena de odio y rencor.... y sobre las que el régimen del 78 sólo ha ejercido un silencio cobarde, que le hace aparecer como cómplice por omisión.

    Muchas gracias por tu entrada, y por tus comentarios, Senior Citizen. Y a todos tus lectores, por haber dedicado un rato a leer mi artículo y comentarlo en tu blog.

    Gracias, y saludos.

    Alfredo Gómez Rubio

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    1. Aunque ya había nacido cuando estos hechos, no los recuerdo por lo pequeña que era, pero lo que sí recuerdo es la posguerra más inmediata, en la que se hablaba tanto de los maestros que habían muerto a manos fascistas, como de los que también fueron asesinados por los republicanos en los pueblos de la provincia y en toda Andalucía. O sea, que a los maestros de entonces les dieron por las dos mejillas y se contaba el caso de un pueblo en donde primero cayó el maestro -más o menos católico- y, meses después, al entrar las tropas de Franco, el republicano que pusieron en su lugar. Y como ejemplo concreto, puedo citar a Victoria Díaz, una maestra andaluza, cuya historia conozco bien.

      Con esto no estoy justificando los asesinatos de los fascistas, pues si así fuera no hubiera traído aquí el artículo que comentamos y del que comparto de la primera palabra hasta la última. Pero intento también ser justa y recordar que no todas las víctimas pertenecieron al mismo “bando”, que hubo también muchos asesinatos de maestros/as inocentes por parte de los fieles a la República, maestros que quizá su única “culpa” fue desobedecer la orden de las autoridades educativas para suprimir los crucifijos que colgaban en las aulas. Hay que tener en cuenta el problema de conciencia que se les presentó a muchos maestros católicos con aquella orden, pues con la mentalidad de entonces, quitar el crucifijo de su aula equivalía a adjurar de su fe y no quitarlo les suponía el encarcelamiento o el “paseo” y la muerte. ¿Qué hubiéramos hecho nosotros en su caso? Podríamos preguntárnoslo.

      Tengo que añadir para seguir siendo justa, que la diferencia entre unos y otros es que los asesinados por los republicanos fueron reconocidos al terminar la guerra e, incluso, algunos han llegado a los altares, como Victoria Díaz, mientras los mencionados en este artículo siguen sin recibir el reconocimiento que merecen y sus restos olvidados en cualquier cuneta.

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  5. Ochenta y dos años después de que comenzara aquella orgía de sangre, el segundo país del mundo en número de desaparecidos (después de Camboya) sigue sin ser capaz de mirar a la cara a su pasado, y asimilarlo. Ochenta y dos años depués tenemos que esperar a iniciativas particulares (de personas o de grupos) para rehabilitar la memoria de los que fueron asesinados dos veces: la primera con plomo y la segunda con olvido.
    Ochenta y dos años después el genocida responsable de todo está enterrado "en tierra santa" que mantenemos con nuestros impuestos. Ochenta y dos años después aquella Iglesia que fue cómplice por acción, que no por omisión, la misma que llevaba a Franco bajo palio... no ha sido capaz de pedir perdón.
    Ochenta y dos años de paz.
    Ojalá, y a falta de otra cosa, surjan más iniciativas como la de ese artículo.

    Saludos.

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    1. De acuerdo en todo lo que dices, pero habría que matizar algo.

      Hablar de la Iglesia*, así en general, es confuso, pues, como decían de Hacienda, Iglesia somos todos. Por supuesto que todos los que nos consideramos católicos y dentro de ella. Por tanto, ya puedes imaginar la cantidad de posturas diversas que hay sobre el tema. (Yo soy Iglesia y mira lo que pienso) Pero si por Iglesia entiendes la “oficial”, la jerárquica, ya en el 2007, el obispo Ricardo Blázquez, siendo presidente de la Conferencia Episcopal, pidió perdón por “actuaciones concretas” de la Iglesia en la Guerra Civil y pidió también que “se haga la luz sobre el pasado”. Imposible más jerarquía que esa, dentro de la Iglesia española, pues no podemos pedir que un obispo del Matto Grosso o de Uganda pida perdón por algo que le viene tan lejano y que conoce vagamente.

      * La palabra "iglesia" viene del latín ecclesia y este del griego, ekklesia (ἐκκλησία). En Atenas, la ekklesia era la asamblea de los ciudadanos reunidos para discutir asuntos políticos. San Pablo usó esta palabra para referirse a la congregación de creyentes cristianos.

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  6. Qué triste historia. Injusticia, asesinatos, dolor y repulsión en esas épocas por las persecusiones y asesinatos cometidos. Realmente admirable la trayectoria de don Dióscoro que curiosamente nació el mismo día que yo. Una plegaria para todos esos inocentes patriotas. saludos.

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  7. Tristes historias de las que pocos países se han librado. El tuyo, por ejemplo, lleva también a su espalda una larga historia de muertes y "desapariciones". Cuantas madres esperan todavía a un hijo que se llevaron un día y no ha vuelto más...

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  8. Un artículo muy bien documentado que rescata del olvido - al menos yo no lo conocía - a alguien que quedó a la sombra del gran poeta. A veces la vida es así de injusta, y se resalta un nombre que deja en la sombra a todos los demás.

    Eso sí, me da la impresión de que siempre se habla de los desaparecidos del mismo bando. Como si no hubiese habido muertes en el otro lado...

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    1. Quizá es porque durante 40 años se estuvo hablando de unos y ahora toca hablar de otros. Recordad que ya hablamos de esto en otra ocasión.

      http://el-macasar.blogspot.com/2015/10/la-diferencia.html

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    2. Ítem más, a las víctimas de la represión en zona republicana no se las desprecia ni se las ningunea; sus padecimientos y trágico final merecen el mismo respetuoso recordatorio. La diferencia, como bien apuntas en la respuesta y desarrollas en el escrito y comentarios del enlace,son esas décadas de oprobio para unas y ensalzamiento de otras.

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    3. Pero, desgraciadamente, lo que opina Calandra en el post que enlazo es bstante probable que ocurriera. Somos así de inhumanos...

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    4. Una injusticia, que se haya callado durante cuatro décadas, no se arregla con otra: que ahora se acallen otros crímenes porque no interesa contar la historia real, sino manipular. Se soluciona contado toda la verdad, toda, enterita.

      Puede que no se ningunee a las víctimas de la República, pero no veo ni un 1% de artículos, libros o películas sobre ello, comparados con los que aparecen sobre la terrible represión franquista. No hay ecuanimidad ¿Por que no se cuenta cómo llegó la República al poder? ¿O qué pasó en los años previos a la Guerra Civil?

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    5. El famoso “no es esto, no es esto”… de Ortega y su conferencia Rectificación de la República, nos da idea del desencanto de muchos de los que habían impulsado la República. Pero sin ir tan lejos, yo recuerdo a mi padre, que no era nada franquista y que se manifestó en febrero del 36 en defensa del régimen existente, decir que el golpe militar nos condujo a una guerra fratricida, pero que tampoco podíamos seguir en la dirección que había tomado la República.

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