Avanzo -por mi derecha- en una acera tan estrecha que se cruzan dos personas con dificultad. En sentido contrario –y por su izquierda- se me acerca una señora no muy joven, pero lo bastante como para ser mi hija. Al llegar a mi altura, me arrimo todo lo que puedo a la pared (recordad: mi derecha) para evitar que tenga que bajarse a la calzada, pero ella hace lo mismo (recordad: su izquierda) intentando que la que se baje sea yo. Me detengo, la miro a la cara y le sonrío, como diciendo: ¿Y tú de que vas? Ella baja los ojos, pasa por donde tenía que haber pasado desde el principio y se va sin decir nada.
Prueba superada. Hasta la próxima.
A mi me pasó en Venezuela en un sitio bastante aislado, la acera era más ancha y venían tres de frente conversando entre ellos y ocupándola toda o se separaban o yo me tenia que bajar a una carretera, no era una calle convencional, ni paseaba nadie por allí. Pensé que si me amedrentaba, estaba mostrando signos de debilidad, así que sin pensármelo excesivamente seguí adelante por el medio de la acera, en el último momento uno de ellos me dejó espacio para pasar. Allí el problema era un posible atraco.
ResponderEliminarAquí el problema es, simplemente, que esto me ha pasado ya muchas veces, tanto con mujeres como con hombres. Yo no pido que me cedan el paso porque soy mayor si voy por mi izquierda, no quiero privilegios, pero que me desplacen yendo por donde tengo que ir... ya es demasiado.
EliminarUna buena lección de urbanidad; si le ha servido para actuar correctamente una próxima vez, eso que le has hecho aprender.
ResponderEliminarCon lo barata que es la cortesía hacia el prójimo.
Como digo, me ocurre con frecuencia, por lo que ya me sale hacer eso instintivamente y casi siempre funciona. Solo en una ocasión, con un chico joven que se resistía a bajarse, le tuve que decir: Oye... a tí no te dan el carnet de conducir si no sabes cual es tu derecha.
EliminarSomos bastante maleducados y a veces se impone el egoísmo. Es una de las cosas que me molestan de los españoles, pero en mi opinión, lo peor es cuando subes al autobús y todo el mundo va en el asiento del pasillo, dejando libre el de la ventana. La falta de solidaridad es tremenda.
ResponderEliminarHay cosas peores que esa... Pero, para mí, lo más triste es ver que las generaciones nuevas están peor educadas que las anteriores. Si alguna vez alguien me cede el asiento en el autobús, siempre es un hombre mayor, nunca un joven.
ResponderEliminarAquí parece revertirse poco a poco la cosa. Será por las arrugas pero siempre me dan el asiento. Además leí una vez que si miras 5 segundos a los ojos a alguien siempre saluda o sonríe, lo puse en práctica y Casi siempre es así.
ResponderEliminarAdemás ahora es costumbre saludar y agradecer a los conductores, en fin, observo y pienso que nada está tan perdido. Besos
Probablemente, yo tengo más arrugas que tú porque soy mayor, pero eso no influye en absoluto para que los jóvenes se muevan de su asiento al verme. Al contrario, si entramos a la vez, aligeran para llegar a los asientos libres antes que yo.
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