22/3/22

El olvido

 



      La llaman la enfermedad del olvido como si el olvido fuera algo malo y no lo es. Hablamos del Alzheimer como una enfermedad terrible, pero porque la miramos desde afuera y así vemos como una persona querida se nos va sin irse, se nos muere estando viva. Sin embargo, yo he llegado a la conclusión de que el Alzheimer para los viejos es un regalo del cielo, algo inventado por la Divina Providencia para evitarnos el sufrimiento de ir viendo, poco a poco, como nuestra vida va perdiendo sentido, como pierde su razón de ser y terminamos convertidos sólo en una carga para los que nos rodean. Enfermedades, achaques, limitaciones... La persona con Alzheimer las sufre casi sin enterarse, las sufre físicamente, pero se ahorra el sufrimiento moral. Y cuando llega la muerte, entra en ella también sin miedo, de una forma natural, como mueren las plantas, como mueren los animales. Su ciclo vital ha terminado, no le duele lo que deja ni se pregunta lo que habrá después.

Dedicado a Carme Elías, aunque no me lea.

 

10 comentarios:

  1. Es una situación devastadora. Cierto que, en estado avanzado, la persona que lo padece se halla en permanente desconexión consigo misma y su entorno, pero quienes la acompañan sufren esa realidad en sus emociones y su día a día, conscientes de que esa persona a la que aman y por la que se desviven se encuentra en un universo al que no pueden acceder. El único consuelo (al menos en mi familia, donde se nos inculca y asumimos que nuestros mayores son responsabilidad común) es proporcionarles todo el bienestar posible, demostrándoles, aunque no sean conscientes, cercanía y cariño.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es lo que digo: que la enfermedad es mala para su entorno. Es tremenda para quien la sufre al principio, en el estado que ahora está Carme Elías, incluso aunque no conozcan lo que padecen, pero se dan cuenta de sus fallos y sufren lo indecible. Luego ya no, ya entran en una situación en la que les basta con lo que tú dices, con estar cuidados y tener un poco de cariño.

      Yo la viví muy de cerca con una amiga, la viví desde que se disculpaba cada vez que me dejaba esperándola en una esquina y decía: ¡Que tonta se te está poniendo la amiga…! hasta que ya no sabía quien era cuando la visitaba, pero, sin embargo, era todo sonrisas cuando me veía. Las caras le eran familiares, pero no sabía ponerles nombres ni parentescos.

      Eliminar
  2. He tenido la suerte... o la desgracia, de que mis padres han sido conscientes hasta su fallecimiento ocurrido a los 93 años mi padre y 98 mi madre.
    Sin embargo he vivido en los compañeros de mi madre, cuando estuvo en una residencia, todo el dolor de los parientes de estas personas que ya no reconocían a los que los iban a visitar.
    Incluso en más de una ocasión estos parientes de enfermos de Alzheimer, se dirigían a mi como persona con suerte, debido a que mi madre les contaba donde íbamos de paseo, que visitas hacíamos...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mis padres también lo fueron y yo vi como sufrían sus limitaciones y, luego, el ser conscientes de que iban a morir. Por eso, digo lo que digo cuando ahora ya he superado la edad a la que ellos murieron.

      Eliminar
  3. He estado buscando por casa, sin resultado, el libro autopublicado por una vecina en el que describe el proceso de alzhéimer de su madre, de la que fue amante cuidadora única en los últimos diez años de su vida. Es un alegato de amor, de paciencia, de momentos desesperados, de pensamientos agónicos y, también, instantes divertidos con diálogos descacharrantes. Me hubiera gustado copiarte algún párrafo pero no he sabido enontrar el librillo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Seguro que ese librillo es interesante y que, si algún día lo encuentras, podrá aportar mucho a mi experiencia.

      Yo no conviví con esa amiga, pero sí viví muy de cerca la evolución de su enfermedad durante muchos años, desde que dio los primeros síntomas a los cincuenta y tantos, hasta que murió, ya mayores las dos, pues teníamos la misma edad. Con esos primeros síntomas, tuve que plantearme que hacer, pues sabía lo que tenía por delante, pero me dije que tenía que seguir hasta el final o se me caería la cara de vergüenza, ya que ella era la persona más buena y más servicial que he conocido y, si habíamos sido amigas en las maduras, yo tenía que seguir siéndolo a la hora de las duras.

      Eliminar
    2. En el libro, cuenta un episodio en el que soy coprotagonista. La señora enferma era abuela de un amigo y yo solía visitarla a menudo. Era una época en la que ella se creía estudiante y se sentaba ante una mesa camilla con libros y cuadernos porque aseguraba estar de exámenes “con las monjas”. Yo le seguía la corriente y fingía estudiar con ella. Un día que estábamos ambos con sendos libros, se me quedó mirando y me soltó: “¿Tan mayor como eres y aún no has terminado el instituto?”.

      Eliminar
    3. ¡Que bueno! Cada enfermo de estos es distinto y lleva de distinta forma la enfermedad. Hay quien se pone agresivo y hay quien se deprime, pero yo llegué entonces a la conclusión de que era verdad lo que dijo Marañón: que la vejez es llevar a un extremo patológico lo que hemos sido siempre. Y así fue en el caso de mi amiga, pues siempre tuvo un carácter muy dulce y agradable, por lo que hasta el último momento de su enfermedad lo conservó. Recuerdo cuando, al conocer a la directora de la residencia, le pregunté por decir algo que si mi amiga les daba mucha guerra y ella me contestó: ¿Guerra? ¿Pero no ve la sonrisa que tiene siempre?

      Eliminar
    4. Me habéis traído tristes recuerdos a la cabeza entre tu post y los comentarios de tus lectores de estos últimos años de mi madre. No llegó a tener Alzheimer, pero si perdió la memoria de su vida reciente y solo recordaba algunas cosas de su infancia. Pero a veces era consciente de lo su deterioro y eso la hacia sentirse muy mal. Si uno tiene que olvidar al final de su vida, sería mejor olvidarlo todo y no ser consciente a ratos. Me parece.

      Eliminar
    5. Es lo que yo digo: que el completo olvido es una bendición de Dios. Y siento haberte removido esos recuerdos tan recientes. Deberías haberte saltado esta entrada y haber leído las otras... Como la del tortazo, por ejemplo.

      Eliminar