28/9/25

La torta de Proust

 



      Últimamente, parece que se me conjuran las cosas para que eche la vista atrás y recuerde a personas que un día estuvieron en mi vida, luego las circunstancias nos separaron y, al final, se fueron definitivamente.

      Hoy ha salido en procesión la Patrona, la Virgen de las Angustias y, aunque la fiesta por antonomasia es el Corpus, en estos días también hay ciertos festejos y una feria de frutos de otoño y tortas de cabello de ángel, la tradicional torta de la Virgen. En granaíno clásico:"tortalavíhen". 

      Por circunstancias diversas, hacía tiempo que no la compraba, más que nada porque siempre son muy grandes y, aunque congele, me amenaza con llegar a Navidad. Sin embargo, este año han traído unas más pequeñas en el supermercado que frecuento y he caído en la tentación de comprar una torta de medio kilo, que no llegará a Navidad, pero está dando para bastantes desayunos. Y a lo que voy. Al llegar a mi casa y mirar el tique, me pareció un poco cara y protesté interiormente por el envase de cartón, que añadía precio y residuos, pero cuando le di la vuelta a la caja, vi ese anagrama y olvidé el precio, pues se trata de la empresa que tienen las Aldeas SOS para dar trabajo a jóvenes discapacitados que se han criado en los hogares de esa ONG. 



      En recuerdo y como homenaje póstumo a Juan Bautista Belda Becerra, "El Pacificador" de Suárez en la Transición y fundador en España de las Aldeas SOS. Para mí y mi grupo de amigas, simplemente “el Bauti”, un chico de Jaén que estudiaba Derecho en los lejanos años 50.  

16/9/25

Del Padre Coloma, Miguel Pereyra y un colegio en Chamartín



Colegio Nuestra Señora del Recuerdo. Fotografía autor desconocido. 
Hacia 1880. Museo del Prado. Madrid
 

      Si a alguno os suena el Padre Coloma, sabréis que fue un jesuita, periodista y escritor,  un tanto polémico y un mucho sacerdote de su época. En la mía, cuando estaba en el colegio, se seguía hablando de él y de sus obras en los colegios religiosos, pero mis teresianas eran muy modernas, algunas nostálgicas de la Institución Libre de Enseñanza, y lo consideraban algo perteneciente al pasado. Por ello, no recuerdo haber leído nada de él, ni siquiera su obra cumbre, Pequeñeces, en la que aparece el poema de otro jesuita, el P. Julio Alarcón. dedicado a la Virgen del Recuerdo, la que da nombre a ese colegio histórico que los hijos de san Ignacio tienen en Madrid y que empieza así:


      Dulcísimo recuerdo de mi vida, 

      bendice a los que vamos a partir...

      ¡Oh Virgen del Recuerdo dolorida,

      recibe Tú mi adiós de despedida,

      ¡y acuérdate de mí! 

 

      Bueno, pues por circunstancias que no vienen al caso, hace unos días he estado recordando como conocí ese colegio allá por los 60, con motivo de visitar a un querido amigo, Miguel Pereyra Etcheverría, por entonces jesuita y que pocos años antes había quedado tetrapléjico en un accidente de tráfico sucedido en Granada. Recuerdo perfectamente la tarde tan buena que pasé en su compañía, recuerdo que fui en taxi porque no tenía ni idea de donde estaba ese colegio y que también volví en taxi al hotel, donde me esperaban mis padres para cenar, con las caras un poco largas porque a mí se me fue el santo al cielo en la visita y era bastante tarde. Sin embargo, no tengo el menor recuerdo de ese colegio, quizá porque llegué nerviosa por la entrevista y me fui nerviosa por lo que me había retrasado. Pero nada, como si no hubiera visto nunca lo que ahora estoy viendo en fotos.


      Tú en pago, Madre, cuando llegue el plazo

      de alzar el vuelo al celestial confín,

      estrechándome a ti con dulce abrazo,

      no me apartes jamás de tu regazo.

      ¡No me apartes de ti!.

 

      La vida... Una vida larga como la mía. Y el recuerdo de los que se fueron antes. 

 

30/8/25

Manuel María Ponce


      Casi termina agosto y no he cumplido con la costumbre establecida desde hace años de dedicar este mes a la música, quizá porque el mundo, la vida y mi vida no están para músicas. Sin embargo, como las tradiciones hay que respetarlas, oigamos algo antes de que este caluroso mes eche el cierre del todo.

      Manuel María Ponce  (1882-1948) es un músico y compositor mexicano considerado como el más importante de la música clásica en Latinoamérica. En nuestro país y, concretamente, en Granada, fue conocido por su amistad con Andrés Segovia, para el que compuso piezas que el maestro de la guitarra llevó en su repertorio. 

    Pero como su biografía podemos encontrarla fácilmente en la Red, vayamos a su música, al Intermezzo nº 1, interpretado por el pianista de moda Lang Lang.

 


 
      Y para compensar este agosto tan poco musical, oigamos también la versión para guitarra de este Intermezzo, que nos ofrece Paola Hermosín, a la que conocimos hace unos años con un divertido vídeo y que ha investigado y publicado sobre este compositor. 


10/8/25

Vergüenza

  

 

      Supongo que todos habéis visto algún vídeo del hecho bochornoso sucedido en una playa de Granada, cuando llegaron a nado inmigrantes procedentes de una patera y algunos de los presentes se lanzaron a "capturar" a los extraños que osaban pisar "su" playa.

      Este vídeo del periódico IDEAL creo que es el más completo y expresivo de los que se han publicado y es tan vergonzoso que da asco. Lo salva solamente las voces de mujer que gritan: Que vergüenza... ¡Dejalo! Luego a coro: Que lo deje, que lo deje... Y una voz de mujer mayor que dice claramente: ¡Ha tirao al chiquillo!¡Que poca vergüenza!...

      Voces de mujer. Ni una de hombre, ni un solo hombre que se enfrente al machirulo que presiona contra la arena a un “chiquillo”, un muchacho moreno que casi desaparece bajo su cuerpo de gimnasio barato.

21/7/25

Vivir para contarlo


Antiguo Banco Central de Granada


      Por un percance sufrido con una tarjeta bancaria, he estado recordando los problemas que había antiguamente con el dinero del banco y que ahora nos resultan increíbles. 

      Y he recordado que, en los años 50, cuando íbamos unos días a Lanjarón para que mi madre tomara las aguas, había allí un señor que era el banco y que llevaba los bolsillos abultados de papeles y billetes, porque su trabajo era recoger los cheques de los veraneantes y venir todos los días a Granada a cobrarlos en los diversos bancos, para que sus clientes en Lanjarón dispusieran de efectivo.

      Y no acaba aquí la cosa porque algo más tarde, ya en los 60, viajaba con mis padres a Madrid y había que llevar encima todo lo que se suponía íbamos a gastar, hotel incluido, por lo que mi padre repartía los billetes entre los tres y tanto mi madre como yo éramos depositarias de una cantidad muy respetable, que nos mantenía inquietas todo el trayecto, las 12 horas nocturnas del tren Express de Renfe. Pero es que al llegar a Madrid, mi padre cogía todo el dinero y lo llevaba a una tienda de material de topografía y dibujo de la que era cliente y donde le hacían el favor de guardárselo en la caja fuerte, para evitarnos el llevarlo encima toda la estancia o dejarlo en el hotel, que tampoco era muy seguro.

      Unos años después, los bancos crearon los llamados Cheques de viaje, unos cheques al portador, que podías cobrar en el banco de Madrid, cosa que era un poco más cómoda y segura que llevar el dinero en efectivo, pero tampoco mucho. Y todo esto, porque la cuenta de un banco en Granada estaba solo en Granada y solo en ese banco, ni siquiera en la central de Madrid.

      ¿A que resulta increíble eso ahora? Pues aquí tenéis una persona que lo ha vivido. 

30/6/25

La niña que lloraba en las películas de Charlot


Captura de YouTube

      De niña, mis padres me hablaban de los cómicos que ellos habían visto antes de la guerra, en aquellas películas mudas que ya no se proyectaban porque lo que el público quería ver era cine sonoro. Pero, sobre todo, me hablaban de Charlot y cuando, por fin, proyectaron en un cine La quimera del oro, en seguida me llevaron a verla con toda la ilusión de que yo pudiera disfrutar de lo que ellos habían disfrutado y reírme con lo que ellos se habían reído. Pero su gozo en un pozo porque yo, en vez de reírme, me puse a llorar en la escena en que Charlot se come su zapato educadamente, con tenedor y cuchillo. Para mí, aquello no era cómico, sino triste, era un señor con hambre, que la aplacaba con algo imposible y asqueroso. Y así seguí. Me llevaron a otras películas suyas y también lloraba con aquel hombre delgadito y pequeño, que se enamoraba de una florista ciega y siempre salía perdiendo en todo. No encontraba su lado cómico, no lo encontré nunca mientras fui niña.

      Pasaron los años, Charlot fue Charlie Chaplin y vimos películas suyas que no eran cómicas, pero, sobre todo, cuando murió Franco, pudimos ver El gran dictador, lo vimos jugando con  el globo terráqueo y casi nos aprendimos de memoria el  discurso final del hombre insignificante y perdedor con el que lloraba la niña que yo fui.

      Hoy, esta vieja que soy ahora también siente ganas de llorar cuando un dictador de cara naranja, henchido de poder y soberbia, vuelve a jugar con el mundo y los seres que lo poblamos. 


19/6/25

Otro Corpus Christi

 

Captura de YouTube

      En Granada hoy es el Día del Corpus, la fiesta central de nuestra feria, que empezó el sábado con los fuegos artificiales inaugurando el ferial de casetas, columpios, trajes de gitana y sevillanas rocieras a todo volumen.

      Según contamos siempre a quien quiere oírnos, fue Isabel la Católica la que instituyó esta fiesta y le dijo a los granadinos de entonces que se divirtieran como locos, cosa que muchos cumplen con verdadera devoción histórica. Hace unos años, se eliminó la festividad en todo el país y la Iglesia también trasladó la festividad litúrgica al domingo, pero a Granada, Sevilla y Toledo se les respetó la tradición y seguimos celebrando la fiesta como siempre, así que hoy ha procesionado la Custodia que, según parece, se inició con un espejo de la propia reina y se ha ido modificando a lo largo de los siglos hasta ser lo que vemos ahora.
      La procesión la ha transmitido una cadena local por su canal de YouTube, por lo que se ha podido ver en todo el mundo y hay comentarios muy curiosos de granadinos que la han seguido desde Nueva Zelanda, Japón, un ignorado punto de Oceanía y hasta desde África (que está ahí al lado, pero con un Internet más dificultoso) Sin embargo, yo solo he visto en el móvil la salida de la Catedral, a pesar de lo cual no he podido evitar acordarme de la última vez que vi la procesión completa y con quien la vi.

      Hace muchos años, mi amiga M.A. y yo salíamos este día, pero solo a ver pasar la Custodia desde un punto en sombra y por encima de las cabezas de los que estaban delante. Luego, buscábamos una terraza para tomarnos unas cervezas y, si estaba todo lleno, lo más fácil es que termináramos en el barrio. Pero aquel año fue distinto. Yo sabía que unos días después mi amiga iba a ingresar en una residencia porque su enfermedad ya no le permitía seguir viviendo sola. Ella no lo sabía aún, pero yo sí. Sabía que iba a ser el último año que ella vería la procesión en la calle y quise que la viera completa. Salimos más temprano, busqué un sitio donde pudiéramos estar a la sombra y en primera fila, y nos colocamos dispuestas a una larga espera. Pero mi amiga empezó a cansarse, no entendía por qué teníamos que estar allí tanto rato y no hacer como otros años, yo intenté que aguantara, más que nada porque ya nos había ido rodeando la gente y resultaba difícil salir de allí, pero ella seguía protestando y, en cuanto pasó la Custodia, nos fuimos en busca de las cervezas.

      Hoy, cuando yo tampoco veo ya la procesión del Corpus en la calle, he recordado aquello, he recordado a aquella amiga y a todos los que, unos años en un sitio y otros en otro, estuvieron conmigo en esta fiesta y ya no están en ninguna parte.
      ¿Recordáis? En Granada todo ocurre en el Corpus. Escribió Luis Rosales
      Todo.

 

24/5/25

Las colas del hambre



Aglomeración en la Feria del Libro. Imagen de IDEAL
 

      Se empezó a usar esta terrible expresión después de la pandemia para denominar a las colas que se formaban de personas que acudían a ONGs y Servicios Sociales buscando ayudas esenciales, de alimentos principalmente. Que se formaban y se siguen formando, pues sigue habiendo necesidad y colas que no la solucionan.

      Habría mucho que decir de este tema, pero no es de estas colas de las que voy a hablar, sino de otras que no tienen nada que ver con la necesidad de alimentos y que han surgido también a partir de la pandemia.

      Siempre ha sido conveniente reservar mesa en un restaurante en fin de semana porque podías encontrarlo lleno, pero después de la pandemia se estableció también en los bares la reserva de mesa simplemente para estar un rato tomando una cerveza. Y hubo que aceptarlo, yo lo acepté a regañadientes y como casi nunca voy en fin de semana, la verdad es que no me ha afectado apenas. Pero ha llegado a algunos otro sistema: la cola. Se forma una larga cola en la que puedes estar media hora hasta que te conceden el privilegio de acceder al local o a la terraza y sentarte. Incluso acercarte a la barra. Y eso ya no, por eso ya no paso. Y no porque me cueste trabajo estar de pie esperando, que también, sino porque me parece absurdo y hasta humillante tener que pagar ese precio por unas tapas o un plato de pescado. Es justo pagarlo con dinero, pero no lo es pedir por favor algo que vas a pagar. Pienso que, con esa cola, lo que estamos pagando es este consumismo desaforado en el que hemos entrado y que los sociólogos estudian dando explicaciones variadas. Que si con la pandemia vimos que todo puede terminarse de la noche a la mañana, que si al estar tan caras las viviendas nadie ahorra para una hipoteca, que si... El caso es que los establecimientos están abarrotados, la gente compra y consume sin freno y hay colas para todo.

      Pero yo pido a Dios no verme nunca en una cola del hambre y me pido a mí misma no hacerla para una cerveza. Por dignidad, por puro respeto hacia mi persona. Pero también por respeto a esas personas que hacen cola con su carro para recibir alimentos. 

3/5/25

Apagón y Carpe Diem

 


      El apagón del lunes me cogió con muy poca carga en el móvil, pero eso fue lo de menos puesto que no había cobertura, ni wifi, ni datos...ni nada. De todas formas y por si podía aprovechar algún resquicio de comunicación que se presentara, lo cargué un poco "chupando" de los portátiles, tarea lenta donde las haya, por cierto.

      Lo malo vino luego, cuando vi que los transistores no tenían pilas ni las linternas tampoco, pues hace tiempo que no compro más pilas que las de los mandos a distancia. Me di cuenta entonces de que mis necesidades están cubiertas solo para el momento presente, el momento en el que vivo con las necesidades actuales. Y esas necesidades son, prácticamente, unos enchufes con corriente alterna. Así de simple y así de fácil. O de difícil.

      Pero es que me temo que de esta forma vivimos la mayoría, que así vive nuestro país y la mayoría de los países llamados occidentales. Hemos ido colocando todos los huevos en el mismo cesto, el cesto de una tecnología que funciona con electricidad y cuando esta falta, se hunde todo.

      Y ahora nos lanzaremos como posesos  a comprar linternas y transistores más modernos que los que guardamos de tiempos pasados, compraremos pilas de todos los tamaños y hasta quizá nos proveeremos de algún chisme que nos proporcione más luz que la de esa vela o un "campingas" para calentar la comida. Todo un kit de supervivencia que para sí lo quisiera doña Úrsula. Pero con la sospecha en el fondo de que, si tarda unos años en repetirse el suceso, nos volveremos a encontrar frente a él tan indefensos como estuvimos el lunes, cuando los enchufes fueron simples adornos en la pared.

 

19/4/25

Sábado Santo

 

Captura de un vídeo en YouTube. Canal del Grupo S. Francisco

      Hace muchos años, tal día como hoy, víspera del Domingo de Resurrección, era el Sábado de Gloria y los cristianos de entonces no sabíamos muy bien por qué se le llamaba así y si estábamos celebrando algo o no había nada que celebrar hasta el día siguiente. Yo, de niña, pensaba que lo que celebrábamos era el haber terminado aquel triste Viernes Santo en el que cerraban cines y bares, los coches no circulaban por las calles, no se podía encender la radio y hasta, si hablábamos en voz alta, nos decían: Calla, calla, que el Señor está muerto

      Al día siguiente, la cosa se suavizaba, entraba en la normalidad, pero era como un día de espera hasta el domingo, en que nos compraban la campanita de barro blanco para celebrar la Resurrección, cosa que no duraba mucho, pues el badajo de aquellas campanas se caía al rato de sacudirlas y adiós tintineo. 

      Por lo que he leído y recordado, el Papa Pío XII, con su Reforma de la Liturgia, inició el intento de darle sentido a ese día que se quedaba ahí en medio sin un destino claro, pero se murió sin llevarlo a cabo y, como las cosas en la Iglesia van despacio, no fue hasta el Concilio Vaticano cuando ya nos aclaramos y empezamos a celebrar la Vigilia Pascual el sábado por la tarde/noche, con lo que el Sábado de Gloria pasó a mejor vida y ya fue Sábado Santo, uno de los días del Triduo Pascual. 

      Las únicas damnificadas fueron las que se llamaban Gloria, que se quedaron sin saber cuando celebrar su santo, pero como para entonces ya se celebraba más bien el cumpleaños, no tuvo mucha repercusión el cambio.

 

8/4/25

Aquella posguerra



       Mi abuela materna murió cuando yo tenía 10 años y, por tanto, fue antes de eso cuando mi madre me enviaba algunas tardes a su casa para que ella me diera la merienda: una esquina de pan de la que sacaba la miga, echaba aceite y azúcar en el hueco y volvía a colocar la miga, que se empapaba de aceite y azúcar. Una merienda gourmet que pocas niñas tenían y que yo tampoco podía disfrutar todos los días, solo en contadas ocasiones.

      Cualquier niño que lea lo anterior supongo que no entenderá nada o que pensará que aquella niña de los años cuarenta era tremendamente pobre. No sabrá que el panadero traía a mi casa un pan oscuro y con sospechosas briznas en su interior, que el aceite comprado con las cartillas de racionamiento era de oliva, pero también oscuro, ácido y dejando posos en la botella, y que la azúcar, adquirida de la misma forma, había que guardarla para endulzar el desayuno y no podía "malgastarse" en caprichos semejantes para que llegara a fin de mes. 

      Pero ¡oh suerte del destino! Mi abuelo era contable en una fábrica de harinas y eso le daba acceso a un saco de harina blanca, que cambiaba al panadero, previa discutida gestión, por una determinada cantidad de piezas de pan maravillosamente blanco. Pero es que también y de forma para mí desconocida, el aceite de casa de mis abuelos, aunque también escaso, era otro mucho mejor, de un color más claro y transparente, menos fuerte, menos picante. Una delicia al alcance de pocas personas.

      Curiosamente, aquel pan “negro” de entonces era el codiciado integral de ahora y aquel despreciado aceite es el AOVE con Denominación de Origen, que una marca denomina "Amarga y pica", las señas de identidad de la aceituna picual de nuestra comarca Los Montes. Y, curiosamente también, algunas veces traía el panadero unos bollos de pan de maíz, amarillos al estar el grano con cáscara, que a mí me gustaban más que el pan blanco de mi abuela. Y que no he vuelto a probar, ya que ahora el pan de maíz no es amarillo y sabe igual que el de trigo.

 

28/3/25

Walter y Laura

 

      Ya sabéis que, en mis paseos por la Red, me encuentro con cosas que me resultan interesantes o simplemente curiosas que, algunas veces, me gusta compartirlas con los que tenéis la atención de leerme. 

      Y hoy os voy a hablar de Walter y Laura, una pareja de argentinos que emigraron hace unos años a España, concretamente a Granada y, que en su canal de YouTube, GPS Inmigrantes, hablan de su experiencia, aconsejando a las personas que han emigrado o están en proyecto de emigrar sobre las dificultades que ellos han ido superando, sobre los pros y contras de la emigración a otro país, sobre lo bueno y lo malo que tiene una situación así. De camino, muestran Granada, hablan de la ciudad donde viven, recorren sus monumentos, algunos pueblos de la provincia y hasta se desplazan a otros países por cuestiones familiares, que ellos mismos os contarán en sus vídeos. 

      Para mí, tan partidaria de la inmigración, de la riqueza cultural que los inmigrantes nos aportan, ha resultado emocionante ver mi ciudad a través de los ojos de Laura y Walter, pasearme por sus calles de su mano, ahora que tan poco paseo ya por ella. Sus vídeos me han servido también para apreciar cosas que me parecían normales y he visto como para otros no lo son. Y me he alegrado, me he alegrado muchísimo de que hayamos podido dar a esta pareja y sus hijos algo de lo que deseaban cuando decidieron hacer la maleta en su país y venir a esta pequeña ciudad del sur de Europa.

      Desde aquí, deseo lo mejor a Walter y Laura, deseo que jamás se arrepientan de haber elegido Granada como su residencia y que algún día tengan nietos granadinos a los que muestren estos vídeos para que sepan como fue su llegada, las dificultades primeras, los escalones que fueron subiendo a fuerza de tesón y trabajo. Yo me quedo con el deslumbramiento en los ojos de Laura al contemplar la belleza de esta ciudad, que es la mía y, ahora, la de ellos.

¡Bienvenidos!