Hoy he pasado por mi antigua casa y he encontrado su puerta tapiada con bloques de hormigón. La noble puerta de madera tallada, que ya maltrataron los nuevos dueños con una oscura capa de pintura, ha desaparecido sustituida por el gris y frío cemento, sin el menor resquicio para adivinar lo que hay al otro lado. Y el impacto es duro, tan duro como ese hormigón que me separa definitivamente de mi pasado.
La casa ya es otra casa,
el árbol ya no es aquel.
Han volteao hasta el recuerdo,
entonces, ¿a qué volver?
Hace tiempo que no pasaba por aquí y esta noche antes de retirarme a descansar tuve deseos de hacerlo. Nada es casual, dice una amiga, y coincido con ella.
ResponderEliminarComo dices es muy duro volver a los lugares que amamos y encontrarnos con el abandono que apena mas que la desaparición. A mi me pasó con la casa de mis abuelos donde pasé todos los veranos de mi infancia y adolescencia, a la que volví luego de muchos años y me encontré con las puertas encadenadas, las persianas rotas y un gran deterioro en lo que se podía observar a través de ellas.Realmente hubiera preferido no verla.
Así es. En este caso, ya vi cambiada su fachada cuando pasó a otras manos, pero al menos estaba viva y en uso. Luego la cerraron y el abandono empezó a apoderarse de ella y degradarla, pero ahora ha sido el remate con este muro en donde estaba el portón. Como tú dices, hubiera preferido su desaparición.
ResponderEliminarSí es triste la desaparición de aquellos entornos donde todavía habitan los recuerdos. Y la rabia que da el nulo aprecio y el destrozo de aquellos elementos que a nuestros ojos eran magníficos y merecían sobrevivir.
ResponderEliminarSupongo que todos pasamos por las mismas situaciones, que a todos nos maltratan los recuerdos de una forma o de otra, recuerdos que no solo son materiales, sino que están unidos a personas que ya no están con nosotros.
EliminarCuando el entorno se estima porque trae a la mente recuerdos inmejorables, suele guardarse como si de un colorido y detallista cuadro tridimensional se tratara. Allá el árbol, al otro lado el seto o las acacias; en aquella esquina el banco, y el columpio o donde crecían las lechugas... Y, años después, se regresa y la realidad se impone; ya no queda nada de ese valioso cuadro mental, salvo el cuadro mismo, que este nadie lo puede acuchillar porque se halla en la mejor caja fuerte jamás diseñada.
EliminarPor eso es casi preferible no volver a ver estos sitios que están tan ligados a nuestros sentimientos, para que unas imágenes posteriores no sustituyan las que tenemos guardadas en el disco duro de nuestra memoria.
EliminarVolver, ¿para qué?
¿Para sentir otra vez,
que se desboca tu ausencia,
dormida en mis venas,
borrada en mi piel?
Para que duela tu ausencia,
entonces, ¿a qué volver?
Un muro que parece querer separarte de tus recuerdos, pero aparte de la pena de ver el deterioro nada puede conseguir ese muro pues los recuerdos te acompañarán siempre, los de la casa y los de las personas que la compartieron contigo.
ResponderEliminarLos recuerdos están dentro de nosotros, pero son más vivos cuando tienen algo tangible en donde apoyarse.
EliminarLa vida es cambio, es evolución no siempre positiva, pero nosotros nos aferramos al pasado como pirata al plano del tesoro.
ResponderEliminarBesos.
Las plantas necesitan raíces para vivir y nosotros también.
EliminarEl mundo se divide entre los que ven los árboles como un estorbo engorroso y los que no podemos vivir sin ellos.
ResponderEliminarDelante de esa casa había dos árboles, una acacia y una morera, que estaban mal cuando la dejamos y luego los cortaron al pavimientar la calle. Así que ni árboles dentro ni fuera...
EliminarLos recuerdos no los perderás, pero tratar de ver a través de un muro de cemento es harto difícil, claro que se me ocurre una idea, con Google Maps, viendo la casa desde el aire, aunque por supuesto no existe la precisión de la vista a nivel de calle, te darás una idea de como estaba cunado se tomaron las últimas imágenes.
ResponderEliminarLa he visto con Google a nivel de calle y está antes de este muro, que es reciente.
EliminarPor mucho que ya no sea tu actual vivienda, ha formado parte de tu vida. Parte importante es de suponer. Que ese pequeño depósito de pasado, de recuerdos de todo color, se vea agredido de esa manera que nos cuentas, es ciertamente motivo de tristeza...
ResponderEliminarSalud!
Parte tan importante como la que va desde los tres años hasta los treinta y ocho. O sea, infancia, adolescencia y juventud. Nada menos.
EliminarMás que importante entonces...
EliminarComo dijo alguien: El resto es propina....
Eliminar"Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia..."
ResponderEliminarAsi comienza "Casa tomada" el metafórico y genial cuento de Cortázar que no pude dejar de recordar al ver la foto y leer el post. Es inevitable asociar esto con el exilio definitivo a que poco a poco nos va obligando la vida.
Pienso que la mayoría de las personas tenemos en nuestro pasado alguna casa cerrada o tomada, una casa en la que está parte de nuestra vida, pero que ya no nos pertenece, porque alguien, no sabemos quien, nos tomó la casa, la vida y los recuerdos, dejándonos a la intemperie. Curiosamente, Cortázar utiliza en su relato el verbo voltear, que también aparece en la canción de Falú y que nosotros no usamos, aunque a mí me gusta mucho.
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