23/7/15

Otra dama





      Me encuentro con una amiga, que me cuenta lo que le ocurrió el otro día en su banco.

     Entra con la intención de actualizar la libreta en la máquina que hay en el interior cuando, de pronto, un señor –por llamarle de alguna forma- se le enfrenta a gritos increpándola sin venir a cuento y de mala manera. La insulta y  le desea que alguien la atraque en la calle y le rompa las gafas. Mientras, los empleados siguen con su trabajo y el resto del público en cola o haciendo sus gestiones. La agresión sigue y, como ella anda un poco baja de ánimo últimamente, termina por echarse a llorar ante la indiferencia de todos. Solo dos señoras mayores la atienden y la acompañan a la calle para tomarse una tila en la cafetería de enfrente y, entonces, se entera de que ese energúmeno es un perturbado que con frecuencia monta estos cirios en el banco.

     Mi amiga termina con su relato y yo me acuerdo de esto. Y me pregunto que clase de mundo estamos creando, que sociedad vamos a dejar a los que vienen detrás.


16 comentarios:

  1. La individualidad nos esta haciendo crear cada vez más un mundo arrinconado desentendiéndonos de todo y de todos. Esta individualidad en la que nos queremos atrincherar, nos hace cada vez más débiles y manejables.
    Besos.

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    1. Llamarle individualidad me resulta leve, pues crea un mundo en el que el débil está siempre a merced del fuerte.

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  2. Muy triste ese episodio que cuentas pues en él se puede apreciar la gran indiferencia de la gente hacia las agresiones, sean verbales o físicas, que se producen a su alrededor. Los primeros que tendrían que haber reaccionado eran los empleados del banco en lugar de esconder la cabeza detrás de sus mesas, y también los clientes pues lo que le pasó a tu amiga les puede pasar a ellos y es curioso que las únicas personas que hayan reaccionado fueran esas dos personas mayores quizás porque se vieron reflejadas en la agredida y creerían que la unión hace la fuerza y si a ellas les llega esa desagradable situación alguna otra las defienda también.

    Como dices en la entrada de tu enlace ya no hay caballeros que defiendan a las damas quizás porque se confunde la igualdad de derechos que todos los días se reclama con que ninguna mujer necesita ya ayuda pues ya son como hombres, pero se les olvida que los hombres también son atacados y también necesitan ayuda, lo que nos debería de llevar a reflexionar que nunca se debe de emplear la indiferencia hacia lo que le pase a los demás sin importar si los agredidos son hombres o mujeres.

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    1. Totalmente de acuerdo. Yo me pregunto también por el director del banco, donde estaba metido. ¿Escondido tras su puerta como los vecinos del otro post? Se supone que tanto el presidente de una comunidad de propietarios como el director de un banco están para algo más que para poner luces en los pasillos o conseguir nuevas cuentas y clientes.

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  3. El personal del banco y clientes tendrían que haber reaccionado ayudando a esa señora, incluso llamando a la policía si las cosas se empezaban a poner feas. ¿Se ha perdido la generosidad en este mundo? Antes que yo recuerde, nos ayudábamos los unos a los otros independientemente que fueran hombres o mujeres, hoy en día, desgraciadamente lo estamos viendo en muchos casos, agresiones en la calle, gritos, peleas, nadie ayuda a nadie, a lo sumo se llama al 091 o al 112 y te esperas a ver que es lo que pasa.
    Me vas a decir que no es lo mismo y tienes razón pero hay cosas que claman al cielo : Detienen a un hombre que grabó un accidente en vez de auxiliar a las víctimas, llegó incluso a abrir la puerta del coche para grabar a los ocupantes.

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    1. No te voy a decir que no es lo mismo porque sí lo es. En todos los casos se trata de personas que se desentienden de lo que le ocurra al prójimo, sea leve o sea grave. En el caso que enlazas, quizá haya una ley que obliga a auxiliar a las víctimas, pero ¿no es triste también que tenga que existir esa ley?

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  4. El perturbado navega en la sinrazón de su patología, pero las personas responsables del banco, conocedoras, por lo que cuentas, de la situación, hace tiempo que deberían haber actuado; dentro del establecimiento son quienes han de responder de la seguridad y bienestar de la clientela que les apuntala los cimientos con sus nóminas y pensiones.

    ¿Cómo puede haber gente pertrechada en la indiferencia cuando, a la vista, otra persona está siendo objeto de semejante trato...? Una persona mayor, además. Infame comportamiento de la concurrencia, en general, e infame dejadez de directivos y trabajadores de la entidad, cómplices, por omisión, del mal trago de la indefensa señora.

    Sigue habiendo demasiadas mirillas, demasiados muros.

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    1. No es solo que sigue habiendo, sino que cada vez hay más situaciones de estas y eso podemos comprobarlo los que ya tenemos una larga perspectiva. Llevo más de 40 años en esta casa y he podido comprobar como el trato entre los vecinos es ahora muy distinto de como lo fue al principio. Estoy segura de que hace años el comportamiento de los vecinos del post que enlazo hubiera sido muy distinto y probablemente también el del personal y dirección de este banco. Y no es que cualquier tiempo pasado sea mejor, que no lo es, pero en este aspecto me temo que sí.

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  5. Nuestra sociedad tiende cada vez mas a la violencia. A la violencia, aún sin una causa que la pueda "justificar": un golpe en el coche, un empujón, un "mestásmirandomalamente"... No sólo esa violencia. A la violencia que da el anonimato de la gran ciudad, a la violencia que sabe que no encontrará respuesta, a la violencia contra los más débiles (o los que pensamos que lo son), incluso a la violencia como simple y pura "diversión".
    Y esa violencia se encuentra regada por la indiferencia. Nos importa poco si la persona mal vestida que hay tirada en el suelo está ahí porque es un alcohólico que vive en la calle, o si es alguien a quien le dio un infarto hace un par de horas y está agonizando o muerto. Motivos ambos importantes como para tener interés en saber porqué está ahí.
    Tiempos a los que, incluso, pensando en ayudar a alguien te lo replantéas temiendo que piensen que hay una segunda intención, o que tu intento de ayudar será tachado de "machista" o algo parecido. Tiempos en que, en un colegio, si una niña se "echa una rodilla abajo", ningún profesor varón está dispuesto a curarla, y prefieren llevarla a urgencias.


    Es el signo de los tiempos...

    Saludos

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    1. Y esa violencia se encuentra regada por la indiferencia. Ahí está la clave. Es lo que se ha llamado "el silencio de los buenos", las buenas personas que no le hacen daño a nadie, pero que con su silencio permiten que otros sí lo hagan. Incluso lo alientan, pues el violento se crece al saberse impune.

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  6. ¿Cuando va a cerrar la cuenta en ese banco? Eso después de llenar de quejas la sucursal y la oficina central y escribir una carta al director en un periódico local o algo así. Porque el agresor es un enfermo (otra cosa es ver que hacemos con el 1% de esquizofrénicos) pero los que trabajan allí son responsables de la seguridad de las personas, y si se despreocupan deben asumir las consecuencias.

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    1. Es lo primero que yo le dije, lo de la cuenta, pero me dijo que no podía cerrarla por diversos motivos. Los empleados sabrían que este enfermo no pasaba de ahí, de darle un mal rato a alguien, y considerarían que no tenían por que intervenir, que allá cada cual con sus malos ratos. Lo de siempre...

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  7. ¿Y el libro de reclamaciones?, ¿y escribir una carta al periódico local contando lo que ha pasado? ¿la oficina del consumidor? Creo que, en cierta medida la gente de ese perfil se aprovecha de lo sumisos que nos hace la comodidad, el no querernos meter en líos, etc... Pero creo también que necesitamos que nos den cuatro buenas lecciones de ciudadanía, para que aprendamos que tenemos una serie de derechos, y que estos pueden ser defendidos por una serie de resortes. Mientras no hagamos uso de ellos, siempre habrá un mediocre amargado que pretenderá escupirnos su miseria en cuanto tenga una oportunidad.

    Salud!

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    1. Muchas veces las personas mayores ya perdemos los arrestos, las fuerzas para luchar y enfrentarnos a los demás, que sabemos con más poder que nosotros. Y esta amiga supongo que temería tener que seguir yendo a ese banco después de haberlo puesto en la picota públicamente. Tengo la experiencia de que con los bancos solo te puedes enfrentar cuando estás dispuesta a irte.

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  8. Ya estoy en un punto en el que discrepo tanto con esta sociedad, con esta gente que me rodea, que me empieza a importar poco lo que pase después de que yo muera. ¡Allá ellos! Sé que eso no es bueno, que no debería pensar así, pero no puedo evitarlo.


    Me gustaría comprarme una cabaña en la mitad de Canadá, pero seguro que vendrían a molestarme a los pocos días, porque la zafiedad y la mala educación no tienen límites, y han de cobijarse junto a los que tanto las repudiamos.

    Ya casi nadie mueve un dedo por nadie.

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    1. No digas ¡Allá ellos!, pues a ti te queda mucho tiempo por delante para sufrir esta situación y, cuando tengas mi edad, al paso que vamos la cosa estará aun peor que ahora.

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