10/9/15

Los niños


     Hoy altero mi ritmo habitual de un post por semana, para atender la petición que me hicieron ayer de que publicara un poema de José G. Ladrón de Guevara. Es un poema, además, que por desgracia está en plena actualidad,  porque tantos años después de cuando fue escrito, sigue habiendo guerras y sigue habiendo niños víctimas de ellas.

      LOS NIÑOS DEL VIETNAM 

                              “Una voz se oye en Ramá,
                               lamentación y gemido grande:
                               es Raquel, que llora a sus hijos
                               y rehúsa ser consolada porque no existen”…
                               
                               (Palabras del Profeta Jeremías)


     Los niños del Vietnam. Me da vergüenza.
     Me parezco una especie de enemigo.
     Me arrepiento de verme sano y salvo.
     Me repugna la paz que me circunda.

     Los niños del Vietnam. No los conozco.
     No me encuentro los términos del alma.
     No me salen las cuentas de mi vida.
     No me atrevo a mirarme frente a frente.

     Los niños del Vietnam. (Que no comprendo
     como puedo cenar y entretenerme
     y acostarme y dormir a pierna suelta, 
     mientras alguien los borra del paisaje)

     Los niños del Vietnam. Yo no me altero.
     Yo no cedo mi plato de alegría.
     Yo no acudo a la cita de su llanto.
     Yo no muevo ni un dedo por lo suyo.

     Los niños del Vietnam. Dios nos perdone.
     Que la Virgen se apiade de nosotros.
     Santas Justa y Rufina, y San Gregorio,
     nos defiendan de aquel que parecemos.

     Los niños del Vietnam. Por cada niño
     que no alcance su parte de futuro,
     que no crezca de modo duradero,
     que no llegue a la edad de enamorarse.

     Por cada niño ardido. Derramado.
     Perdido. Reventado. Corrompido.
     Vaciado de su cuerpo a cañonazos.
     Partido del amor por una espada.

     Yo me caigo de culpa. Me avergüenzo.
     Me derrumbo del pecho para adentro.
     Porque vuelvo a vivir cuando sucede
     lo que digo. Perdonen. Ya me callo.
    

20 comentarios:

  1. La malafollá granaína: ¿Mito o realidad?.
    Buen fin de semana, por las alturas tenemos "Alerta amarilla por riesgo de lluvias y tormentas".

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    1. Realidad. Pero eso no le impide a un granaíno malafollá escribir poemas como este.

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  2. Si se cambia el nombre de Vietnam y se pone el de cualquier otro país en guerra, el poema sería válido para todos ellos. Todo el mundo sufre en las guerras, pero los niños mas pues entre otras cosas, aunque no perdieran la vida, pierden su infancia.
    Y el comportamiento de las personas que no participan en la guerra siempre es el mismo "nada tiene que ver conmigo y nada puedo hacer".

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    1. Siguiendo mi lema de ir siempre a contracorriente, discrepo de que los niños sean las mayores víctimas en las guerras. Son las más tiernas, eso sí, pero no las más desvalidas. Ahora precisamente estamos viendo el drama de esos refugiados sirios que huyen de la guerra, que caminan kilómetros por una carretera o campo a través. ¿Y que es lo que vemos? Que a un niño se le lleva en brazos o a hombros, pero ¿qué se hace con un anciano o un enfermo? Quizá puede caminar menos que un niño, pero no hay quien cargue con él.
      En Las uvas de la ira de Steinbeck, que leí hace muchísimos años, cuando era joven, hay un pasaje que se me quedó clavado en la memoria. Es aquel en el que una madre que ha perdido a su hijo, ofrece su pecho para que un hombre enfermo no muera de hambre. Si el niño hubiera estado vivo, el hombre moriría. Que sí, que el niño tiene toda una vida por delante y al enfermo no le queda mucha, pero ¿no nos recuerda eso los hornos de Hitler?

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    2. No estoy de acuerdo contigo, no es que los niños sean las víctimas más tiernas, son las más desvalidas también porque con su corta edad no están preparados para toda la brutalidad que ofrece una guerra, son vulnerables, y eso de que se despoja a los viejos para dárselo a los niños no siempre es así. Se abusa de ellos de todas las maneras y en sus mentes queda gravado de por vida todo el horror, el miedo y el hambre en cantidades tan grandes que se convertirá en su mayor recuerdo si logran sobrevivir, mientras que los mayores, que no digo que no sufran, tienen unas vivencias y unos recuerdos que los niños no tendrán nunca, aparte de haber tenido una vida. Y eso de que el niño tiene toda una vida por delante, cuando la tiene, muchos se quedan por el camino.

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    3. No conozco las estadísticas, pero me gustaría saber la tasa de supervivencia en un campo de concentración o en un campamento de refugiados entre niños y ancianos.

      Y que conste que no soy Herodes, pero es que me gusta siempre buscarle varios pies al gato... ¿Cuantos de esos refugiados de Siria habrán dejado a sus padres atrás, a merced de la guerra y la persecución, por no poder llevarlos consigo? Y están muriendo muchos en la huida, pero más van a morir de los que se queden.

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    4. Las guerras son tan aterradoras que sería injusto enfrentar a quienes las sufren a dilemas morales; bastante angustia carcome a aquellos que consiguen salvarse dejando atrás a sus seres amados.

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    5. No creo que aquí estemos tratando de enfrentar a nadie con dilemas morales, sencillamente estamos tratando de mostrar la crueldad de las guerras desde varios puntos de vista, niños y ancianos son los que a primera vista nos hacen sentir más pena por lo mal que lo pasan, pero ¿eso quita dolor a los que ni siendo niños ni ancianos se ven con la responsabilidad de cuidar de ellos y defenderlos de tanta brutalidad? No, nadie tenga la edad que tenga se ve libre del horror. Ninguna guerra ni sus consecuencias son buenas para los que las sufren.

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    6. No podría decirlo mejor, así que me sumo a tu respuesta.

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    7. ... Pero como creo que no ha quedado muy clara mi postura, quiero añadir que yo no establecía un dilema moral, sino que hablaba de una realidad, la realidad de que en una situación así se salva a los niños y se condena a los mayores, o sea, se aplica una especie de eutanasia. Por tanto, los viejos y enfermos son más víctimas que los niños.

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  3. Me va a permitir que deje testimonio de mi paso sin decir lo que pienso. Por decoro, prefiero que sea así.

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  4. Niños de muchos países, por desgracia. Y muy presentes en estos tiempos convulsos que tienen difícil arreglo. Con lo que no estoy de acuerdo es con que dejando de cenar o de entretenernos podamos ayudarles. Ayuda más el poema.

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    1. Ni el poema ni dejar de cenar ayudan nada, pero sirven para calmar la conciencia.

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  5. En las guerras siempre pierden los más débiles. Y ahí ocupan los primeros puestos los niños y los ancianos.
    Socialmente nos hemos impuesto la regla de que los niños "que tanto tienen por vivir" son los que deben de ser salvados antes en una situación de emergencia. Y de ahí, el interés decrece proporcionalmente a la edad. Hasta no hace mucho, en ese grupo también entraban las mujeres. Hoy... supongo que ya no, cuando nada nos hace mejores por sexos.
    ¿Que qué me parece?
    Ojalá nunca tenga que decidir.

    (el poema es una preciosidad)

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    1. Ojalá nunca tengas que decidir porque sabes lo que decidirías y no quieres ni pensarlo.

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  6. Profundo y desgarrador poema, imposible ponerse en el lugar de esos niños que han sufrido y de los que hoy también sufren tanto por múltiples motivos. Saludos.

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    1. Curiosamente, lo copié aquí a petición de una visitante del post anterior... que no volvió a aparecer y no se si lo llegó a ver. Pero en fin, lo habéis disfrutado otros.

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