3/4/18

Un mundo tecnológico







     Jueves Santo a las cinco de la tarde. Me dispongo a programar la grabación de una película en el disco duro de mi DVD, para no confiar en que la memoria me avise a tiempo de darle al REC en el momento justo.  Enciendo el televisor y me encuentro con que no hay señal de TV. Nada. Ninguna cadena. Solo el clásico “empedrado” blanco y negro.  Lo primero que pienso es que el televisor ha palmado, nada extraño dados los años que tiene, pero no, compruebo que reproduce lo grabado en el disco duro y en un disco. O sea, que toca preguntar a los vecinos si ellos también tienen el mismo problema y, como ahora nos ampara la tecnología, no es necesario ir de puerta en puerta ni telefonear, que es más inoportuno, sino que envío una circular a los que tengo en mis contactos de Whatsapp, que son, como es lógico, los que más trato.
  
     De principio, excluyo al 5ºC porque se que está ausente.

     El 5ºB me responde casi inmediatamente diciendo que no se encuentra en Granada y se interesa por el tipo de avería que detecto.
  
     El 3ºA debe tener el móvil apagado o estar en un lugar donde no pueda usar el programa, ya que no le llega el mensaje. Solo una “palomita” en gris oscuro.

     El 4ºA me dice que está en la calle y volverá tarde. O sea, que está de procesiones.

     El 2ºB no contesta ni ve el mensaje. Dos “palomitas” en gris.
  
     Desisto entonces, por el momento, de programar la película y apago el televisor.

     Un rato después me llega la respuesta del 2ºB diciendo que también está fuera de la ciudad.

      Hora y media más tarde vuelvo a encender el televisor y ha vuelto la señal. Programo la película. La tecnología responde. Viva la tecnología.
  
     Pero en ese tiempo he comprobado que estoy sola.

10 comentarios:

  1. Estarían todos en el Semanasantódromo de la foto....

    Saludos.

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    1. Peor aun, la mayoría estaban fuera, quizá en otros semanasantódromos, porque el tiempo para playa ha estado regular.

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  2. Por lo que veo, no se le cae a nadie la casa encima... Pero es que eso es España, y la gente suele parar poco por casa. La tecnología nos facilita tanto las cosas que cuando no funciona nos sentimos desprotegidos y sin saber muy bien qué hacer. En cuanto a las personas, tampoco suelen estar disponible cuando las necesitamos. Creo que también es una cuestión de edad, ya que los jóvenes sí están pendientes del teléfono y contestan enseguida.

    Al final, esa conectividad que presumimos no es tal. Las máquinas ayudan, pero detrás de ellas sigue habiendo una persona, y también dependemos de ella.

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    1. Aquí contestaron casi todos, pero eso me hizo ver que estaba físicamente sola en la casa. Al menos, de los vecinos que conozco, a los que en caso de apuro podría recurrir. Y la tecnología te resuelve poco en ciertos momentos.

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  3. Imagina un pueblo entre montañas, una tormenta de con rayos truenos, agua el diluvio se aproxima, se va la luz, no tienes nada con que alumbrarte, quieres llamar a algún vecino y no funciona el teléfono, te encuentras mal y aunque el numero de teléfono lo tienes en tu móvil, éste permanece muerto, no puedes llamar al centro de salud, que tiene una ambulancia preparada, tienes suerte, agua si que te llega no solamente por el grifo, también por el cielo, pero si quieres calentarte algo para comer, al no haber energía eléctrica, no puedes, piensas en ir al pueblo que se encuentra a unos dos kilómetros andando, pero desistes ya que la tormenta está arreciando y las calles bajan con el ataúd de Zafra por todas ellas. La avería eléctrica es importante y el congelador se te empieza a descongelar.........
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    Se me ha terminado la batería del portátil, por lo que no puedo seguir, mañana si hay suert

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    1. Una ligera diferencia: Tú te has ido al pueblo entre montañas; aquí se fueron los vecinos.

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  4. Considérate, pues, la vecina de guardia en los días de asueto del resto.

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    1. Una vecina que está como para que cuiden de ella y no cuidar de una comunidad...

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  5. Un rato a solas no viene mal, solo que esta vez le sorprendió

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    1. No me sorprendió, porque se que es frecuente, pero sí me desagradó comprobar que en caso de necesidad no tenía a nadie cercano a quien acudir. Cuando te haces mayor, te vuelves frágil y dependiente de los demás, cosa en la que no piensas cuando eres joven.

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