9/4/14

José Guijarro Oliveras




     Había sido discípulo del doctor Marañón y se le notaba. Tenía su misma formación humanista y su misma forma humana de tratar a los enfermos. Enseñó Historia de la Medicina en la Facultad de Granada, primero como profesor ayudante y luego como profesor adjunto, hasta que en 1971 cedió generosamente su puesto a su sucesor, al que contestaba así en una carta entrañable:

Te agradezco muy de corazón tu cariñosa carta de agradecimiento y felicitación, al dejar la adjuntía y nombrarme profesor honorario. De veras, me ha emocionado, y puedes tener la seguridad que la dureza de la renuncia (somos humanos y 14 años de Historia en condiciones bien precarias, pesan a la hora de dejarlo) se ha visto endulzada por ser tú la persona encargada de sucederme.

     Porque José Guijarro -Pepe Guijarro para los amigos- era así: generoso, desprendido. En la sala de espera de su consulta siempre se veían personas que se adivinaba que no podrían pagarle… pero allí estaban, y no una vez sino muchas, siempre que lo necesitaban. Como endocrinólogo puso “tiposas” a las mujeres de media Granada, que llenaron su consulta durante muchos años, y también ejerció en un ambulatorio de la Seguridad Social, pero a él no le iban aquellas prisas de los cinco minutos por paciente y siempre estaba protestando, a pesar de lo cual se jubiló lo más tarde posible y siguió en su consulta privada, de la que no faltaba ni un día. Yo lo recuerdo operándose de una hernia en viernes para así poder estar el lunes –cojeando- con sus pacientes, a los que siempre recibía de pie y acompañaba a la puerta al terminar. También recuerdo ver la luz en su despacho muchas horas después de haber terminado la consulta, pues se quedaba a estudiar, leer y repensar los casos que estaba tratando.
  
     Era un médico de los que no les importa que los consulten en el bar, en un velatorio o en mitad de la calle y siempre contestaba, unas veces en serio, otras con su sentido del humor de granaíno antiguo y un puntito de malafollá también muy nuestra.

-Pepe, ¿qué hago con este catarro?

-Eso se quita con barretas (dulce típico del Corpus, al principio de verano)

-Pepe, me pica la garganta y me rompo tosiendo. Me lo alivio con agua helada, ¿es un disparate?

-Pues no. El agua helada te anestesia la garganta y al “bicho” que te lo provoca le da igual el frío que el calor.
   
Y en la consulta me dijo más de una vez al quejarme de que me dolía la espalda:

-Te haría una radiografía de columna, pero ¿para qué te voy a meter radiaciones en el cuerpo si se lo que voy a ver? La tendrás llena de picos y con alguna hernia de disco que otra…

     Ya en su vejez pasó por el dolor de que muriera su hija menor en plena juventud de una leucemia diagnosticada por él mismo y, a partir de entonces, ya nunca fue lo que era. Tenía su foto sobre la mesa y me contaba una y otra vez con los ojos húmedos cómo fue aquello, cómo él intentó que muriera tranquila en su casa sin recursos extremos, pero sus hijos  “meícos”, como él los llamaba, se empeñaron en un trasplante de médula en Madrid  que no sirvió para nada.

     Cuando me anunció su jubilación, que yo ya sabía, le dije: ¿Y eso por qué? Y me contestó como disculpándose: Voy a cumplir 82 años y da vergüenza estar aquí. Todos sabíamos que el día que dejara su consulta moriría y así fue, poco después lo despedimos en una mañana de sol radiante y José Guijarro -Pepe Guijarro para los amigos- pasó a la historia de la Medicina en Granada, donde siempre se le recordará como uno de los mejores médicos que ha tenido.

20 comentarios:

  1. Cuando un ser humano deja esas huellas que con tanta precisión describes, indudablemente se trató de una persona digna de ser tratada. Porque, independientemente de las capacidades intelectuales de cada cual, lo que trasciende, al final, es su actitud ante el prójimo. Su humanidad.

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    1. Intencionadamente he obviado los premios que recibió, como, en 1992, el accésit del premio literario de la Fundación Rey Alfonso XIII con la obra La sanidad en la época del Descubrimiento (1492-1504) y otras publicaciones como Notas sobre la epidemiología en la Granada del siglo XIX y repercusión social, pues he preferido basarme en el recuerdo que ha dejado a sus pacientes y amigos.

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  2. Calandra9/4/14 09:12

    Por lo que cuentas era un verdadero médico, uno de esos que no pierde de vista que sus pacientes son personas y no un mero historial de enfermedades. Pena que queden pocos así, las prisas hacen que los médicos ahora apenas si conocen a sus pacientes.

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    1. No solo las prisas, pues ahora también hay médicos de la sanidad privada que disponen del tiempo que ellos quieran dedicar a sus pacientes, pero ni así ponen el interés que ponían estos médicos antiguos.

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  3. En todos los tiempos ha habido médicos esforzados, dedicados a su profesión y sus pacientes en cuerpo y alma, que se dice. Gente sin horario, vamos. Pero, evidentemente, a ningún ser humano se le puede exigir que sea un ejerciente de su profesión a jornada completa, porque para poder dedicarse a un asunto la mayor parte del día hay que abandonar otros.

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    1. Es que hay profesiones y profesiones. Se supone que la Medicina es una vocación, pero lo malo es que ahora hay muchos médicos sin vocación, para los que es solo una forma de ganarse la vida. Y eso se nota a distancia.

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  4. José Guijarro Oliveras
    MÉDICO
    STTL

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    1. No hubo tierra, sino incineración por decisión suya. Y no se donde estarán sus cenizas.

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  5. Pocos médicos quedarán ahora, si es que queda alguno de estas características, yo conocí a uno en Zaragoza que hacía de todo, médico de cabecera, comadrón (el que me ayudó a mi a venir al mundo) igual te curaba un forúnculo, como te eliminaba la cera de los oídos.

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    1. Como he dicho, Guijarro era endocrinólogo, pero actuaba de internista para muchos pacientes, por lo que se podía decir que sabía de todo. Recuerdo que cuando le preguntaba cosas que no entendía en Medicina, en enfermedades o en médicos, siempre me decía: Si es que no sabemos "ná".... Aparentamos delante de los enfermos que lo sabemos todo, pero no sabemos ná. Y esto lo decía un médico que tuvo su consulta particular llena hasta los 82 años, porque hacía diagnósticos "a ojo clínico" a los enfermos que llegaban desde médicos más jóvenes y después de haber pasado por montones de aparatos. O sea, que a veces nos impacientamos porque creemos que es desatención cuando en realidad lo que ocurre es que ellos están tan despistados como nosotros. El cuerpo humano es muy complejo y por mucho que se avance en la Medicina, siempre quedan zonas oscuras y, sobre todo, siempre habrá enfermedades y enfermos. Y eso solo lo tienen en cuenta médicos como él.

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  6. A los médicos no se nos puede olvidar que lo importante es el paciente no la tecnología. Y a veces se nos olvida, y eso está mal.

    En la «vieja escuela» no había tantos medios tecnológicos y la comunicación y la humanidad eran más importantes, porque a veces es lo único que se podía usar.

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    1. Creo que ya hemos comentado aquí alguna vez que ahora hay médicos que no te miran, que solo miran el ordenador y los papeles de las pruebas que tienen delante. Y sientes que no eres una persona, sino solo una historia clínica.

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  7. El mundo está lleno de personas así, pero como no salen en los periódicos ni en la tele parece que no existan.

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    1. Fíjate si figuran poco, que cuando metes su nombre en Google, sale este post en primer lugar.

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    2. Es que Google tiene una búsqueda en la que se prima la novedad. Es parte de su motor de búsqueda, al igual que el número de veces que se repite una palabra en la misma página.

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    3. Antes de publicar esto ya lo busqué por si encontraba una foto suya y no había apenas nada, solo referencias a sus publicaciones.

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  8. Gracias por el cariñoso recuerdo que hace de mi hermano, que fue un reflejo de nuestro padre, también médico. Un cordial saludo

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    1. Él merecía mucho más, pero es lo único que estaba en mi mano. Gracias a usted por su visita.

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  9. JOSÉ GUIJARRO OLIVERAS (2.VII.1921-11.VII.2004)

    Verdaderamente me ha emocionado esta entrada del blog. Pepe Guijarro fue mi profesor de Historia de la Medicina el curso 1964-1965, fue mi director de tesis doctoral leída el 28 de septiembre de 1970, yo ocupé su puesto de profesor adjunto cuando renunció a su vida académica y sobre todo fue mi amigo. Él y su mujer Maria Aurelia Arcas Luque, Marilelia para su familia y amigos. Allá en el 2º piso de la calle Transversal de Santa Paula pasamos muy buenos ratos discutiendo los asuntos de mi tesis, porque en la Facultad no disponía ni de un mísero despacho. Como era un hombre bueno y generoso pudo disfrutar de la vida que vivió. Me consta que entre sus grandes satisfacciones estaba aquel día en que obtuve la cátedra de Historia de la Medicina de la Universidad de Sevilla.

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    1. Y yo me alegro muchísimo de que aparezca por aquí alguien más que lo conocía y lo apreciaba, pues es una de las mayores satisfacciones que me da el blog. Lo triste es que haya tan poco sobre él en la Red, que solo esté mi pequeño recuerdo para un hombre tan grande.

      Saludos y ya sabe donde tiene su casa. Bajo un macasar "granaíno"...

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