8/1/22

El Ceregumil

 



      La hija de un amigo ha pasado por la Covid, aunque, afortunadamente, como es muy joven, los peores síntomas desaparecieron en 24 horas y pronto estuvo bien. Sin embargo, le ha quedado cansancio y eso me ha hecho recordar que, cuando yo era niña, si pasaba por alguna enfermedad, después me daban Ceregumil para reponerme. Un jarabe oscuro y dulzón, que no se si serviría para algo, pero te lo tenías que tomar sí o sí, pues hasta los médicos lo recomendaban para lo que llamaban la convalecencia. Que era frecuente, pues mi generación creo que fue la última que pasó por todas las enfermedades que después se han evitado con las vacunas. Por pasar, hasta lidiamos con la tuberculosis, que era frecuente, y me parece recordar que el Ceregumil nos lo daban también fuera de las convalecencias, para “ponernos fuertes” y defendernos del bacilo que circulaba.  

      Recordando esto, me pongo a buscar en Google y me encuentro con que el Ceregumil se sigue fabricando y vendiendo, aunque la verdad es que hace montones de años que no se que lo tome nadie. Y veo también que tiene una composición bastante apropiada para lo que pretende y un precio asequible, menor que la jalea real que ahora recomiendan en estos casos. Así que no iban tan descaminados nuestros padres cuando tenían siempre a mano un frasco de Ceregumil, que fabricaba en Málaga la familia Fernández Canivell. Uno de cuyos miembros conocí más tarde, cuando estudiaba en nuestra Universidad, y recuerdo con agrado, pues me decía: Coge el bañador, Esther Williams, y vente a Málaga. Y yo me parecía a Esther Williams lo que un huevo a una castaña...


15 comentarios:

  1. Conozco el Ceregumil y hasta gente que lo ha tomado, tanto el Ceregumil como aquellas quinas (San Clemente, Santa Catalina) que se daba a la grey menuda para despertar el apetito. En mi pueblo, lo que estaba en boga en mi infancia era el jarabe de calcio (no recuerdo la marca) pero, sobre todo, la jalea, que todavía tiene buena salida.

    Así que eras émula de la sirena estadounidense de los musicales acuáticos...

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    1. A mí no me dieron quinas porque mi padre decía que tenían alcohol y que no abrían el apetito, sino todo lo contrario, debido al azúcar que llevaban. Y lo recuerdo, porque alguna vez la probé y me gustó, pero mi padre que ni hablar...
      La chica de la que hablo no tiene problemas de apetito, solo cansancio, que parece que ya va pasando, pero pregunté en la farmacia que había para eso y me dijeron que vitaminas o la jalea real y fue luego cuando me acordé del Ceregumil. La próxima vez que vaya les voy a hablar de esto.

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    2. En cuanto a la sirena de los musicales acuáticos, he buscado ahora fotos suyas y sigo preguntándome de donde se sacó aquel chico que nos parecíamos. A mí me halagaba, pues la señora estaba bastante bien, pero supongo que me llevaba como medio metro de altura... Y de nadar... ni de lejos.

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    3. En mi infancia, viendo mis padres que su pequeña era pequeñita y de piel cetrina, candidata a toda peste que se cruce, me daban aceite de hígado de bacalao. Todavía, 60 años después, recuerdo ese sabor indescriptible.

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    4. Eso sí que era un vomitivo... Había que tomarlo con la nariz agarrada. Pero es que también estaba el Agua de Carabaña, para purgarnos cuando teníamos "el estómago sucio", aunque creo que eso no lo frecuenté mucho. Más bien era una amenaza si te pasabas con algo que te sentaba mal.

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  2. Ahora sería impensable e ilegal hacer propaganda de aquellos vinos quinados de los que incluso se hacían spots televisivos con sus cancioncillas y todo, pero, en su momento, esos productos (ojo, de 13 a 15 grados de alcohol) se ofrecian como la panacea para la inapetencia; el problema es que no todos los progenitores calibraban que estaban iniciando a sus hijos en el alcohol; en eso tu padre tuvo buen tino.

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    1. Mis recuerdos de estas cosas son anteriores a la televisión, pero supongo que los anuncios estarían en los periódicos y yo recuerdo que amigas mías los tomaban. En realidad, no se era consciente de lo del alcohol, pues los niños probábamos el vino dulce, aunque fuera solo mojando los labios, pero no creo que eso fuera peor que lo de ahora, que los niños pasan directamente de no tomar ni un sorbo de cerveza a las mezclas del botellón.

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  3. Cómo han cambiado las costumbres- ya se que no es nada original mi comentario- pero hablando de quinas y de alcohol, he recordado que de pequeña a veces nos daban de cenar picatostes mojados en vino con agua y azúcar. ¡¡¡Que ricos!!! Ahora a nadie se le ocurririan esas cosas; claro que de merienda tomabamos pan con aceitunas o higos secos con bellotas. ¡Sano, sano y contundente!

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    1. ¿Y los bizcochos borrachos? También tenían alcohol, los tomábamos desde pequeñas y no por eso mi generación estuvo alcoholizada. Repito lo de antes, que ahora los niños pasan de no probar el alcohol en absoluto a "ponerse ciegos" en un botellón.

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    2. No me son desconocidos los bizcochos borrachos. Los de Guadalajara llevan fama. Me acuerdo, también, del pan con vino y azúcar, que jamás he probado, pero que me cuentan que, en mi pueblo, era muy común en la merienda de la gente menuda nacida en los sesenta.

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    3. Seguro que has probado las torrijas, que ahora suelen estar mojadas en leche, pero antes también las hacían mojadas en vino. Creo que Pilar se refiere a eso.

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    4. Pues mira, desconocía las torrijas, que me encantan, mojadas en vino. Me cuesta incluso imaginarlas y dudo que el sabor me apeteciera.

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    5. A eso de mojarlas en leche o en vino se le llamaba "calarlas" y la verdad es que yo tampoco recuerdo como sabían, pues hace muchísimos años que no las pruebo, pero mira estas "al estilo sevillano"

      https://cocinandoentreolivos.com/2019/04/torrijas-con-vino-y-miel-al-estilo-sevillano.html

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  4. Cuánto hace que no te visito! Comienzo por este. Aquí con otros nombres los mismos brebajes todos desagradables. Me han divertido mucho los comentarios y coincido con que el aceite de hígado de bacalao era intragable. Un gran abrazo

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    1. De todas esas cosas que hemos mencionado, el Ceregumil es lo más aceptable y, como digo, incluso tiene una composición que puede servir en muchas situaciones.
      Otro abrazo para ti.

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