Con motivo de la muerte de Adolfo Suárez, creo que todos hemos vuelto la vista atrás, unos a su infancia y otros, los que lo vivimos, a los recuerdos que tenemos de esos años, que para nosotros no son tan lejanos. Y como era de esperar, las conversaciones han girado sobre eso, cada uno a su “yo estuve allí” o “que hacía yo en aquel momento”, con resultados algunas veces sorprendentes. Por ejemplo, hablando con unas amigas, les comento lo mismo que en el post anterior, que Suárez merece todo mi respeto y agradecimiento, pero que nunca lo voté porque no era de mi cuerda. Y entonces, a una de ellas se le escapa: Pues yo sí lo voté. Y digo que se le escapa porque esta amiga ahora es más de izquierdas que nadie, de los de izquierdas de toda la vida, que dan lecciones de izquierdismo a todos y disparan contra cualquier sombra derechista que se mueva. Pero es que otra, tan de izquierdas de toda la vida como ella, contesta ufana: Yo tampoco lo voté. Pues claro que no lo votaste, capullito de alhelí, como que por entonces tú eras seguidora acérrima de Fraga y demás compañeros de la vieja guardia.
¿Qué digo con esto? Pues que estoy hasta el moño de que los que convivieron sin problemas con la dictadura, los que cooperaron a que durara ni un día menos que el dictador, nos den ahora lecciones a todos de izquierdismo y democracia. Presente estaba en esta conversación otra amiga que sintió en su espalda las porras de los grises, pero ella guardó silencio, me miró a través de la mesa y creo que ambas nos pusimos tristes.
Parece mentira que a estas alturas todavía te extrañe ese comportamiento en algunas personas, deberías de saber que la única ideología de algunos es sencillamente su conveniencia. Si en un momento les conviene ser de derechas, pues de derechas en el grado oportuno y si les conviene ser de izquierdas pues de izquierdas de toda la vida.
ResponderEliminarMe cuesta aceptar eso, sobre todo cuando veo que esas personas parece que se lo creen. ¿Se mienten a sí mismas? ¿Piensan que nos pueden mentir a los demás, que no tenemos memoria?
ResponderEliminarNo se si llegan a creérselo ellas mismas pero si creen que pueden engañar a los demás, claro que pasan por alto que los demás tienen memoria.
EliminarPensarán que la tenemos tan mala como la suya...
EliminarLo que yo recuerdo perfectamente y te puedo asegurar que tengo muy mala memoria, es el famoso día 23 F de 1981, el año lo he tenido que buscar.
ResponderEliminarTenía turno de tarde y estaba con otro compañero, que lo mandé a una avería a la estación de radio de La Muela, al rato me llama el encargado de Huesca que pusiera la radio, pero como no tenía, tuve que acercar el coche a la puerta de la estación de Zaragoza, aún así tuve que prolongar un altavoz para poderlo escuchar desde dentro, ya que al haberme quedado solo me podían llamar por teléfono o por cualquier radio-enlace y desde la calle no lo oiría. Nada más empezar a escuchar lo que se estaba fraguando en Madrid, llamo a La Muela y le digo al compañero, recoge todo, olvídate de la avería y vente a Zaragoza. No me hizo caso y a la media hora lo vuelvo a llamar para decirle que se viniera, ya había terminado de reparar la avería y se vino a Zaragoza.
Cuando nos relevaron, los que vinieron por la noche no estaban muy seguros de que por la mañana, se les fuera a relevar.
Aquella noche no dormí viendo la tele y escuchando la radio.
Pues yo dormí aquella noche, pues después de todo esto, vi la comparecencia del rey y me acosté porque estaba muerta de cansancio. ¿O no lo vi en mi casa? Vaya usted a saber a estas alturas en donde vi yo al rey....
Eliminar"...estoy hasta el moño de que los que convivieron sin problemas con la dictadura, los que cooperaron a que durara ni un día menos que el dictador, nos den ahora lecciones a todos de izquierdismo y democracia."
ResponderEliminarAcuérdate, Senior citizen, de ese chiste que circulaba hace unos años: Resucitaba Franco por unas horas para darse un garbeo por Celtiberia y babeaba gozoso al comprobar que las camadas de sus más fieles acólitos manejaban las riendas hispanas en todo el espectro central y autonómico. Antes de regresar -y bien contento, el hombre- bajo la losa, se rasca la cabeza y pregunta:
-¿Y quién manda en mi querida Galicia?
-Fraga.
-¿El nieto?
-No, no. ¡El de siempre!
Pero, al menos, Fraga era lo que era y no se disfrazaba, que es lo que me fastidia. Cada cual tiene derecho a su ideología -siempre que no se la imponga a los demás- pero lo irritante es que pretenda ser lo que no es y tergiversar su propia historia.
EliminarHombre, que no es lo mismo ser de derechas que tener un historial relumbrón en una diactadura. Si Fraga llega a irse a vivir a Cuba hubiera acabado siendo ministro con Castro... Porque ya me contarás qué papelón hacía este hombre que había definido el golpe militar del 36 como un "simpático movimiento".
EliminarPero no pretendía darle protagonismo a este señor sino hablar de las conversiones a tutiplén que se dieron, de boquilla, tras la muerte de Franco. Con tanto aluvión de demócratas de toda la vida la pregunta de entonces hubiera sido: ¿dónde narices están los franquistas? ¿dónde los cientos y cientos que hacian cola hace cuatro días para levantar el brazo frente al cadáver del autócrata? Porque a Franco lo enterraron solo, ¿no?
La historia personal inmediata es difícil de tergiversar; siempre queda alguien del propio pasado con suficiente memoria.
Yo acuñé una frase (por la que no pienso pedir derechos) que designaba a algunos como "socialistas del 82". O sea, que cuando ganó Felipe González le salieron socialistas hasta debajo de las piedras. Y así le fue luego con semejante tropa...
EliminarEso es tan natural, tan habitual, como el anochecer de todas las tardes. El sumiso es cambiante, traidor y carente de memoria; solo le gobierna un sentimiento: el de servir al amo más poderoso. Y eso, por cierto, es un arma de doble filo, pues es algo que tienen bien claro quienes nos observan desde las alturas. De ello se sirven como de piezas de ajedrez para jugar sus partidas.
ResponderEliminarSalud!
Yo acepto la conversión, es decir, que una persona con una determinada ideología, puede en un momento de su vida evolucionar o cambiar, pero eso no quiere decir que ese cambio sea con efectos retroactivos, que ya pueda pintar todo su pasado con el mismo barniz.
EliminarQuien más habla es quien más tiene que callar, y viceversa. Era demasiado joven para darme cuenta entonces, y aún hoy no puedo juzgar a aquellos políticos porque me faltan conocimientos y recuerdos, pero sospecho que independientemente del color eran mejores que los que tenemos ahora.
ResponderEliminarYo creo que sí. Es más, lo que hemos mencionado en el post anterior de las Cortes que "se hicieron el hara kiri", pienso que no sería posible ahora, cuando todos se agarran al sillón que no hay quien los levante.
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