Se llama Mirelle, nació en Camerún, tiene 15 años y ha saltado una triple valla de más de seis metros de altura. Pero no lo ha hecho en una olimpiada ni le han dado una medalla, sino que el día 28 saltó la alambrada de Melilla para entrar en territorio español.
Antes de eso, había estado dos meses en el monte Gurugú, del que alguien ha dicho que no es lugar para una mujer y, mucho menos, para una niña, y había intentado el salto en cuatro ocasiones, en una de las cuales resultó herida gravemente por las cuchillas asesinas y -al parecer- por una paliza de los guardias marroquís. Varias organizaciones españolas estaban tramitando un visado humanitario para ella, pero no lo ha querido. Ha preferido entrar como sus compañeros, saltando la valla ayudada por ellos y siendo la primera mujer que lo consigue.
Bienvenida Mirelle. Este país no es lo mejor que la vida puede darte, pero si tú lo has buscado, si has luchado tanto por llegar a él, mereces quedarte y ser una española más. Mejor dicho, una andaluza más, ya que llegaste el día en que los andaluces conmemorábamos también un salto a la libertad.
P.D. Fíjate que no he querido emborronar los píxeles de tu cara a pesar de ser menor de edad, porque he pensado que a ti no te gustaría, que tú has querido dar la cara siempre.
Esperemos que le vaya bien ya que se lo merece y no tenga que arrepentirse, ya que me imagino que aunque viviera mal aquí, seguro que ha huido de algo muchísimo peor.
ResponderEliminarSuerte Mirelle.
Por lo pronto, tendrá tres años en un centro de acogida, en donde puede estudiar, aprender el idioma y quizá alojarse con una familia, pues no se si hay centros de esos para chicas.
EliminarEsperemos que tanta lucha por llegar a nuestro país no sea luego una decepción al comprobar que sus sueños no coinciden con la realidad.
ResponderEliminarSeguro que esto no corresponde a sus sueños, pero por más que nos resulte increíble, se quedan aquí aunque sea pidiendo en las calles. Así nos podemos hacer idea de la realidad de la que parten.
EliminarOí en las noticias que lo había sido capaz porque no tenía miedo. No creo que le moleste lo de la foto.
ResponderEliminarHace falta valor para volverlo a intentar estando herida y con una fractura en una pierna, según he leído.
EliminarEl afán de supervivencia en una acción/reacción tan impredecible que lleva al ser humano a realizar gestas increíbles superando hasta las propias limitaciones. La historia de Mirelle conmueve porque se nos han revelado sus vicisitudes y ha dejado de formar parte de esa masa humana de irreductibles inmigrantes sin nombre.
ResponderEliminarSu sacrificio -sea cual sea su futuro- ha sido recompensado. Y ojalá su rostro y sus anhelos sirvan para que Occidente reconozca que, tras el genérico inmigrantes, hay hombres y mujeres, sueños y calvarios, desesperanza y tesón.
A la Humanidad sólo le falta, como conjunto, eso mismo: humanizarse. Con el de fuera, con el de dentro. Sentir el sufrimiento ajeno como propio. Porque, a fin de cuentas, todos nacemos y morimos; y debería ser posible que, en ese intervalo que hay entre el nacer y el morir, todos los seres humanos tuviéramos las mismas oportunidades.
Tu comentario está "bordao" y poco se puede decir después, pero yo añadiría que ningún ser humano elige donde nacer y que no podemos considerarnos dueños de un país por el simple hecho de haber nacido en él. Yo creo que la pertenencia a un país hay que ganársela, que es aquello de Kennedy: No pienses en lo que tu país puede hacer por ti, sino en lo que tú puedes hacer por tu país Y quizá Mirelle pueda hacer por este país más que muchas "ni-nis" nacidas aquí, pero sin más objetivo en su vida que pintarse las uñas de colores y pasar las noches de botellón.
EliminarNo son héroes olímpicos, sino que toman impulso de la hambruna en busca del paraíso.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Mirelle.
Y sin entrenamiento previo ni anabolizantes....
EliminarEchando un vistazo -o escuchando- a la "mediateca" dan grima -y asco y vergüenza ajena- los malabarismos de los medios afines a la ICAR justificando la represión contra quienes tratan de pasar a Melillla, y eso pese a que, en esta ocasión, la Conferencia Episcopal ha mostrado más sensibilidad que otras veces, quizás porque el gerente del Vaticano fue bastante contundente al denunciar, urbi et orbe, la globalización de la indiferencia.
ResponderEliminarQuizá esos medios afines no están viviendo este drama como lo vivimos aquí, con la frontera en nuestras costas. Conozco miembros de la Cruz Roja del Mar que, a pesar de haber socorrido ya a cientos –o miles- de personas, lloran cada vez que se produce la tragedia. Como la del chico que el otro día murió de frío cruzando el Estrecho en una balsa de goma comprada en la sección de juguetes de unos grandes almacenes. No se que solución puede tener esto, pero está claro que no es la represión, pues no se pueden poner puertas al mar. Por más altas que hagan las vallas en Melilla y por más vigilancia que haya en el Estrecho, van a seguir viniendo.... y van a seguir muriendo.
EliminarEn este asunto se parte de planteamientos equivocados. Se trata la inmigración como un problema de orden público cuando es de índole humanitario. De ahí que se pretendan atajar las consecuencias en lugar de centrarse en las causas.
EliminarLas causas ya se conocen de sobra: el hambre. El hambre de todo un continente, que Europa explotó y luego abandonó a su suerte cuando ya no quedaba nada que explotar.
EliminarObvio; pero fíjate que todas las acciones europeas van encaminadas al vallado, a la represión, casi fomentando la xenofobia entre el personal autóctono y aplicando políticas derechistas que rozan el ultranacionalismo fascistoide. De los desaguisados cometidos en el pasado en el contienente africano -en el europeo quien más, quien menos, tuvo sus colonias exóticas por allá abajo-, chitón; de los dictatorzuelos subvencionados, de los ejércitos golpistas bien armados para asesinar a la población civil, ni palabra... ¡Pero si hasta a Bokassa le montó Francia una coronación napoleónica, sabiendo -porque lo sabían- que era un psicópata!
EliminarY nosotros con lo del Sahara escondido bajo la alfombra y conformándonos con que asociaciones humanitarias y familias acojan los veranos a los niños de Tinduf para que no se asfixien en las tiendas de campaña. Siempre las personas por delante de los gobiernos.... Que, al fin y al cabo, es como tiene que ser.
EliminarLo del Sahara Occidental es vergonzosamente aberrante, destacando el comportamiento deleznable del Partido Socialista Obrero Español que, antes de hacerse con el gobierno, se convirtió en paladín de la Nación Saharahui y del Frente Polisario y, a partir de 1982, el olvido. No han tenido agallas ni de reconocerlos como nación. Y, encima, fueron tan miserables que no tuvieron empacho en firmar acuerdos pesqueros con Marruecos... ¡en el caladero canario-sahariano que pertenece al Sahara!
EliminarP.S.- Parece que blogger vuelve a funcionar y ya no me considera un mafioso online... No había manera de acceder.
Por eso digo que lo tenemos bajo la alfombra. Pero es que dejamos el Sahara y si cogemos Guinea Ecuatorial es más de lo mismo. Un país que habla español, que tiene costumbres y apellidos españoles, sometido, explotado y asesinado por un dictador al que se le recibe y se le acepta sin el menor reparo.
EliminarEs inútil establecer fronteras que además siempre han sido artificiales; es como poner puertas al campo, pero nuestro miedo es demasiado fuerte. Como ya se ha comentado, hay que ir a las causas porque es la única forma de solucionar este problema humanitario, este drama más que problema. En cuanto a África, pienso que el problema radica más en los propios africanos que en los europeos. Se les sigue esquilmando, ahora más por los chinos, pero también es porque sus gobiernos se venden demasiado barato.
ResponderEliminarSus gobiernos son corruptos, pero Europa los deja hacer y los trata como si no lo fueran. Son dictadores e ilegales en la mayoría de los casos, pero Europa los acepta como si lo fueran y cierra los ojos ante la explotación y la persecución de sus pueblos. Muchos de los inmigrantes no huyen solo del hambre, sino también de guerras y persecuciones.
Eliminar¡Dios!, que anotación más hermosa,
ResponderEliminarbienvenida, Mirella, a nuestro infierno, que es tu cielo,
¡Noble y ebúrnea mirada!, en un fondo de ébano.
Casi sonries, quizás por respeto, aún no del todo
Rie, ¡por dios!, que te lo mereces.
Ella solo sonríe, pero cuentan que los que consiguen saltar la valla llegan exultantes, locos de alegría. Y a mí se me cae la cara de vergüenza si esa alegría desaparece luego.
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