24/8/11

Todo


En este sur del norte aun es verano, las tardes siguen siendo largas y quizá haya tiempo antes de que anochezca de leer este -largo también y triste- poema de Elena Martín Vivaldi.

TODO


¿De que voy a vivir ahora
si lo he perdido todo?
Todo.
(Pero tú no lo sabes,
si lo supieras, me pedirías esta palabra:
todo,
y la destaparías, buscarías en su fondo,
para encontrar los viejos cuentos,
los retratos, estampas, flores disecadas)

¿De que voy a vivir ahora?
Voy a irme de puerta en puerta,
con mis viejos andrajos,
pidiendo una limosna.
Todas las puertas estarán cerradas.
-Venga mañana, hermano,
que hoy no hay nada.
¿Como voy a pedirles
socorro de mis ansias?
¿Quien me dará la estrella,
la sonrisa,
y aquel minuto errante,
desterrado
de la exacta memoria
de todos los relojes?
¿Quien guardará mi rostro
en vigilia curiosa de mis ciegos destinos?
Huídos en sus gestos, se apartarán a un lado
dejándome vacía, mi alforja, de esperanzas.

¿De que voy a vivir ahora
si lo he perdido todo?
(No lo abras. Que dentro están las voces,
cintas, suspiros,
lecciones de memoria;
frágiles mundos vírgenes,
que -la caña en mis labios-
de colores, yo, efímeros, creaba)

¿A donde iré desnuda?
Todas las casas estarán cerradas.
-Ya es tarde, hermano, es tarde.
Tenemos sueño,
venga de mañana.
¿Quien me dará la rosa?
Dirán:
-¿Como vas a llevarla en tu vestido?
Ella es hermosa
y tú, seca raíz,
árbol sin nombre,
hoja de otoño
que unos hombres crueles
barren indiferentes en la escarcha.

¿Como voy a vivir ahora
si lo he perdido todo?
Todo.
(Pero tú no lo sabes,
si lo entendieras, me robarías
el centro de esa inmensa palabra.
Sacarías de sus cauces preguntas,
deseados vestidos, noches de luna,
niñas que saltan a la comba,
el primer beso,
la angustia, los colores,
un arco iris de mis siete sueños;
y mi primer pecado, y la oración,
y aquel velo de novia
que no me puse, y que robé de noche
a la almohada)

¿De que voy a vivir ahora?
¿Voy a llamar dentro de cada pecho,
si todos lo han cruzado
con la banda de premio
que la vida les puso
ocultando la sangre?
Premio de la sonrisa,
de su paso seguro,
de su cabeza alta.
Me apartarán a un lado.
-Perdone, hermano, déjeme;
no puedo darle nada.

¿Quien me dará mis labios?
-si he olvidado mis besos-.
¿A quien pedir mis manos?
-si no tengo caricias-.
¿Donde encontrar mi cuerpo?
-si lo perdí en la noche-.
Me empujarán a un lado,
y por las calles
los pechos y las puertas cerrarán sus ventanas.

¿De que voy a vivir, si nadie
atenderá mis cantos?
Si lo he perdido todo,
si voy por los caminos
rota de ensueños,
mendigando
de puerta en puerta,
con todos los cerrojos de las almas
cerrados, y los ojos de todos mis hermanos
cubiertos de ceniza,
ciegos de aplausos;
y las cancelas de todos los jardines
con tres llaves impidiendo la entrada.

¿De que voy a vivir ahora
si lo he perdido todo?
(No busques su secreto,
no adivines su entraña.
Confundido -entre el montón de nombres,
cuentos, labios, juguetes,
y mi primer amor, brisas, retratos,
libros de versos, clases de Instituto;
paisajes, desengaños,
lluvias de Abril, nostalgias,
la vida con su no
anudando, sin prisas, mi garganta;
trenes, lágrimas, dudas,
júbilo de poemas floreciendo en mis dedos-
está mi corazón,
y si lo tocas
tus dedos arderán junto a su llama)

Elena Martín Vivaldi

18/8/11

Tres cuartos de siglo







75 años. Tres cuartos de siglo ya de aquella madrugada, de aquellos terribles disparos que sonaron entre Víznar y Alfacar, allá por la Fuente de la Lágrimas. Pero tú no estabas allí, Federico, tú te habías quedado en la Huerta porque había verbena. La familia tomaba el fresco en la puerta y los niños jugaban bajo las luces y los farolillos. Dejaste la luz de tu cuarto encendida, cerraste los cristales para que no entraran los mosquitos y te asomaste a la terraza a oír como unos jóvenes tocaban el jazz de aquel disco que vino en tu maleta al volver de Nueva York.




Jazz en la Huerta a video by -Senior citizen- on Flickr.

14/8/11

Las palomas del Zaidín






¿Recordáis aquel barrio granadino de nombre árabe que se enfrentó valientemente a la Bruja Mala SGAE? Ese litigio sigue en los juzgados, pero ahora el mismo barrio mantiene otra batalla en defensa de su biblioteca, que el Ayuntamiento ha cerrado. Veréis.

La Junta de Andalucía ha levantado una hermosa biblioteca en La Hípica, la parte nueva y “rica” del Zaidín, pero resulta que en la zona más antigua, en la que se construyeron las primeras viviendas protegidas en tiempos de un gobernador franquista de cuyo nombre me acuerdo pero no voy a poner aquí, en la zona donde viven las personas más desfavorecidas, había ya una pequeña biblioteca municipal, a la que acudían ancianos a leer el periódico y niños sin recursos para retirar los libros de lectura obligatoria del colegio. Los empleados ayudaban a hacer los deberes a los hijos de padres con poca formación y los inmigrantes hacían cola en los ordenadores para sacar los cuentos de sus hijos. Esa biblioteca tenía actividad, prestaba 100 libros diarios y ahora se cierra para que allí ensaye un grupo de Coros y Danzas.

Ante las protestas y movilizaciones, el Ayuntamiento alega que los vecinos pueden ir a la otra biblioteca, pero resulta que está a un kilómetro y, además y lo más importante, no es “su biblioteca”, el sitio donde leyeron de niños los que ahora son hombres y mujeres, el sitio donde ellos quieren que lean sus hijos.

Cuando la cultura tan poco importa, cuando imperan otros valores, es de admirar que todo un barrio luche por unos cuantos libros y el lugar que los alberga.

¡Ah! Para mayor inri, esa biblioteca está -estaba- en la Plaza de las Palomas.

8/8/11

La puerta cerrada (cuento)





Hace muchos, muchos años, en un país bajo el poder de un tirano, habitaba una doncella enamorada de un caballero a la sazón dedicado a ungüentos y sanaciones. Ocurrió que un día el caballero le dijo a la doncella que su corazón ya no latía del mismo modo y debía abandonarla. La doncella lloró amargamente y, llena de dolor, lo despidió prometiéndole que lo esperaría siempre, que su puerta permanecería abierta para cuando quisiera volver. Pero el caballero se demoró demasiado, se entretuvo en gestas y libros de caballerías, mientras la doncella lloraba y languidecía mirando por su ventana, esperando una misiva que no terminaba de llegar. Pasó el tiempo, hubo verano e invierno, cayeron las hojas de los árboles y volvieron a brotar, la doncella fue olvidando, sus lágrimas se secaron y otros ojos miraron los suyos. Y cuando un día el caballero decidió que había llegado el momento de regresar, llamó a su puerta y la encontró cerrada para siempre.


2/8/11

Los famosos





No suelo leer las revistas del corazón ni veo esos programas que nos cuentan la vida y milagros de los “famosos”, pero hay ciertos hechos de este mundo que se cuelan en los telediarios y nos enteramos de cosas que nos dejan pasmados.

Tenemos por un lado a la mujer de un ex-torero que ha estafado a la Seguridad Social, lo que significa a todos los españoles. Siguiendo con el mundo del toro, un señor que, a causa de haberse metido en el cuerpo lo que no debe, se ha cargado con su coche a un padre de familia. Por otra parte, nos enteramos de que la “princesa del pueblo” no hace su declaración de la renta ni que le pongan una pistola en el pecho, lo cual nos remite a aquella folclórica que cuando el ministro Borrell la sentó en el banquillo por evasión de impuestos, confesó a los periodistas abriendo mucho los ojos que ella creía que “la Lola de España” no tenía que pagar impuestos.

Pero lo curioso es que todas estas personas tienen multitud de seguidores, que los defienden y se agolpan en las puertas de los juzgados para vitorearlos. O sea, cornudos, apaleados… y contentos.