25/5/16

La duda





     ¿Necesitan los hombres aburrirse?

     Esta es la duda que ha perturbado mis noches  desde que, tiempo ha, alguien me dijo:

     -Contigo no se aburre uno nunca y un hombre necesita aburrirse de vez en cuando.

     Y se fue.


16/5/16

La niña del parque






      Tarde de domingo primaveral. Estoy en el parque, con la cámara por hacer algo, en un parque que ya conozco como la palma de mi mano y he fotografiado hasta la última planta. Hago algunas fotos -por hacer algo-, pero se oculta el sol tras un nubarrón negro y, cansada, me siento en un banco a esperar que aclare. Hay mucha gente. Por delante de mí van pasando grupos de jóvenes camino de sentarse en el césped, matrimonios mayores cogidos del brazo, parejas amarteladas, alguien que pasea el perro, suramericanos, muchos suramericanos cargados de niños, una musulmana local con la cabeza cubierta y más niños todavía… Nadie me mira, todos pasan por delante sin reparar en esta señora mayor sentada en el banco con una cámara en la mano. De pronto, por mi derecha avanza una pareja muy joven con una niña que no levanta un palmo del suelo. No tendrá mucho más de un año, pues sus pasos son todavía vacilantes. Llegan a mi altura, la niña me mira, se sonríe de oreja a oreja y me dice adiós con la mano. Yo le contesto con todo entusiasmo y se pierden por mi izquierda mientras la niña sigue volviendo la cabeza y yo sigo saludándola. Me vuelvo a poner las gafas de sol, que me había quitado para poder sonreírle también con los ojos, y la tarde se oscurece de nuevo.

   

10/5/16

Uno de ellos





     Tuve un amigo que a causa de un accidente quedó tetrapléjico. Lo trasladaron al hospital de Toledo durante un año para la rehabilitación y de allí pasó a un destino fuera de Granada. Yo continué en contacto con él, lo visité en Madrid en una ocasión y, cuando años después vino a unas reuniones de la Frater (Fraternidad de Enfermos y Minusválidos), fui a verlo al centro donde se celebraban. Fui entre sesión y sesión y recuerdo que, cuando crucé aquel enorme vestíbulo lleno de sillas de ruedas y personas mutiladas o con muletas, me sentí avergonzada de mis brazos y mis piernas, me daban ganas de cojear, de esconder un brazo… que se yo. Me parecía como si los estuviera ofendiendo al cruzar aquel espacio en medio de ellos. Más tarde volví a cruzarlo y ya fue distinto: yo empujaba la silla de ruedas de mi amigo y así me sentí uno de ellos.

Ahora ha pasado el tiempo, mucho tiempo, y por mi edad, ya sí que se puede decir que soy uno de ellos

        

3/5/16

Dos relatos






Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Gn. 1,27

* * * *

Entonces el Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo. 
Gn. 2,7

Entonces el Señor Dios echó sobre el hombre un letargo y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y creció carne desde dentro. De la costilla que le había sacado al hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre.
El hombre exclamó: 
-¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Hembra, porque la han sacado del Hombre. Por eso, un hombre abandona padre y madre, se junta a su mujer y se hacen una sola carne.
Gn. 2, 21-24

     Como veis, estos son los dos relatos que hay en el Antiguo Testamento de la creación del hombre y la mujer, los dos en el Génesis, pero en distinto capítulo y procedentes de dos fuentes distintas, la sacerdotal y la yahvista. 

     Pero no voy a entrar en exégesis ni en disquisiciones sobre su valor histórico (que no lo tiene), sino a hacerme la misma pregunta que me he hecho siempre de por qué, habiendo dos relatos, siempre se cita el segundo en el que la mujer sale del hombre, es un parte de él, y no se cita nunca el primero, en el que se crean a la vez los dos como un todo, como iguales.