30/1/22

Los mayores y los bancos

 



      Se está hablando mucho de la iniciativa del valenciano Carlos San Juan a favor de un mejor trato de los bancos a las personas mayores, que no pueden adaptarse a los sistemas que se están implantando en sustitución del personal y las ventanillas tradicionales. La campaña “Soy mayor, no idiota” ha reunido ya 400.000 firmas y algunos bancos se están planteando tomar medidas en ese sentido. Cosa que está por ver.

      Yo he sido siempre sensible a este asunto, a pesar de no tener problemas con estos nuevos sistemas e, incluso, verme favorecida por ellos al evitarme visitas al banco y colas. Muestra de este interés por mi parte es que ya lo traté en este blog hace once años, cuando la digitalización de los bancos no había hecho más que empezar, pero el que sea sensible a este problema no quiere decir que esté de acuerdo con lo que este señor plantea. Y no porque no tenga razón, sino porque me parece imposible llevarlo a cabo. Todos sabemos que la Historia no mira atrás, que estas tendencias en la sociedad son un torrente imparable y dudo mucho que la bien intencionada iniciativa de este señor sirva para algo, pues los bancos no van a echarse atrás en su política de ahorro de personal y de sucursales.

      Creo, entonces, que la solución va por otro lado: que los bancos instalen en los cajeros sistemas más fáciles de utilizar, como puede ser una identificación facial o por huella dactilar, como tienen los móviles. Un anciano que está en condiciones de ir al banco, puede ser que no lo esté a la hora de recordar una contraseña o de marcarla, pero sí es capaz de ponerse delante de una cámara o colocar su dedo donde haya un dibujo que lo indica. Esto unido a que siempre haya un cajero con puertas para que el anciano se sienta más seguro durante su operación, podía remediar ya muchas situaciones, pues la principal operación que realiza una persona mayor es la de sacar el dinero de la pensión para cubrir sus necesidades.  Con eso y con recobrar uno de los cajeros antiguos, menos complicados que los de ahora, asunto resuelto. Y el resto de las gestiones, que son pocas, con cita previa mediante teléfono, que hasta puede el banco contratarlo con una empresa de call center.

      Quedan, sí, esas personas mayores que, incluso teniendo plena capacidad para adaptarse, se niegan en redondo a tener tarjeta y a utilizar hasta el sistema más simple de "una máquina". A esas, siento decirlo, habría que ponerles las cosas aún más difíciles para que no les quede otra que pasar por el aro. A no ser que se apunten a un curso de alfabetización digital, que sería otra opción muy válida.


20/1/22

Mariluz Escribano

 

Cuando me vaya

Dejaré un silencio en el recuerdo,
sonidos de una voz que fue muy joven,
y un aroma de sándalo y cipreses
para que no me olvides.

Y ahora, cuando el sol desaparece,
y hay promesa de una noche clara,
las estrellas se esconden
y están muertas de tanta nívea luz.

Dejaré abierta la ventana.
Un gorrión divulgará mi huida,
y un frescor de mañana
anunciará mi marcha,
con trémula voz para llamarte.

Cuando me vaya
perderé las praderas,
los bosques encendidos de noviembre,
el verde del jardín en primavera,
la tenue luz de los planetas,
la sonrisa de un niño,
el calor de un amigo,
lágrimas de dolor por los caminos
que transité tan alta,
la caricia de un perro
que dio fuego a mis manos.

Cuando me vaya
habré perdido tantas cosas,
que creceré en trigal
por no morirme.

Mariluz Escribano Pueo




      Una de las cosas que me hacen reparar en lo mayor que soy es que ya tengo amigas y conocidas con estatuas en esta ciudad. Elena Martín Vivaldi lleva ya mucho tiempo en la Avenida de la Constitución y ahora se ha aposentado Mariluz Escribano en el Parque García Lorca, muy cerca de la casa del poeta que, al parecer, ella frecuentó ya después de la guerra. A Elena la traté más, pero a Mariluz también la conocí por amigos comunes y esta Navidad he ido a ver su estatua que, por cierto, no me ha gustado. Se parece, eso sí, pero creo que es demasiado grande para ser un busto y para estar a esa altura. Reconozco, sin embargo, que está bien situada, cerca de la casa, pero sin mancillar su encanto.

      Y lo que no me parece de recibo es que, tanto a Elena como a Mariluz, las hayan perpetuado en su vejez, con su físico ya hecho una pena, mientras a reyes, políticos y hombres famosos en general los vemos, subidos en sus pedestales, eternamente jóvenes y fuertes. Así que, si a alguien se le ocurriera levantarle una estatua a esta que escribe, que lo haga basándose en una foto de hace 20 años. Como mínimo…


8/1/22

El Ceregumil

 



      La hija de un amigo ha pasado por la Covid, aunque, afortunadamente, como es muy joven, los peores síntomas desaparecieron en 24 horas y pronto estuvo bien. Sin embargo, le ha quedado cansancio y eso me ha hecho recordar que, cuando yo era niña, si pasaba por alguna enfermedad, después me daban Ceregumil para reponerme. Un jarabe oscuro y dulzón, que no se si serviría para algo, pero te lo tenías que tomar sí o sí, pues hasta los médicos lo recomendaban para lo que llamaban la convalecencia. Que era frecuente, pues mi generación creo que fue la última que pasó por todas las enfermedades que después se han evitado con las vacunas. Por pasar, hasta lidiamos con la tuberculosis, que era frecuente, y me parece recordar que el Ceregumil nos lo daban también fuera de las convalecencias, para “ponernos fuertes” y defendernos del bacilo que circulaba.  

      Recordando esto, me pongo a buscar en Google y me encuentro con que el Ceregumil se sigue fabricando y vendiendo, aunque la verdad es que hace montones de años que no se que lo tome nadie. Y veo también que tiene una composición bastante apropiada para lo que pretende y un precio asequible, menor que la jalea real que ahora recomiendan en estos casos. Así que no iban tan descaminados nuestros padres cuando tenían siempre a mano un frasco de Ceregumil, que fabricaba en Málaga la familia Fernández Canivell. Uno de cuyos miembros conocí más tarde, cuando estudiaba en nuestra Universidad, y recuerdo con agrado, pues me decía: Coge el bañador, Esther Williams, y vente a Málaga. Y yo me parecía a Esther Williams lo que un huevo a una castaña...


1/1/22

Año Nuevo

 



      Ya sabéis que “todo es posible en Granada” y que aquí las polémicas son el pan nuestro de cada día, pero la de este final de año no me vais a negar que tiene gracia (a pesar de que la situación en que estamos no tiene ninguna)

      ¿Veis esa foto de arriba? Tiene unas iluminaciones con motivos navideños, que a mí me han dado guerra a la hora de hacer la foto y casi hacen desaparecer nuestro famoso caballo del tejado.  Unas iluminaciones que están en varias ciudades, entre ellas Zaragoza, pero que aquí se le ha ocurrido a alguien decir que esas cruces boca abajo son satánicas y que la culebrina luminosa que las acompaña es un añadido más satánico aun. Toma ya…

      Y claro, la ciudadanía más carca se ha soliviantado y hubo una concentración delante del Ayuntamiento de personas que elevaban crucifijos y, supongo, pretendían crucificar al alcalde.   

      Pero es que resulta que la cruz invertida es un símbolo cristiano muy antiguo, tan antiguo como la muerte del apóstol Pedro en Roma, que no se consideró digno de morir crucificado como su Señor y los romanos le pusieron la cruz cabeza abajo.

      Resumiendo: Incultura por parte de esos manifestantes e incultura por parte del concejal, que eligió el diseño de las iluminaciones sin pensar en la polvareda que se iba a mover en una ciudad tan proclive a esas polémicas inútiles.

 

CON MI DESEO DE UN BUEN AÑO 2022 PARA TODOS