31/1/25

Los Arguiñano y la Tabla Periódica

 


      Si habéis visto recientemente algún programa o vídeo del "cocinero de la tele" o sea, Karlos Arguiñano, habréis comprobado que algunos días lo acompaña uno de sus numerosos hijos, Joseba, que al parecer es panadero, pero se está iniciando en la cocina y su padre introduciéndolo en su programa, supongo que con la intención de que ocupe su puesto cuando decida jubilarse, que edad tiene para ello desde hace tiempo.

      Y ahí están los dos, el hijo cocinando con entusiasmo y el padre, como muy atento y admirado, haciéndole de pinche. 

      Y ahí estoy yo, viéndolos mientras almuerzo y pensando que son el claro ejemplo de la diferencia entre la cocina que se hacía antes y la de ahora. Me explico.

       Mientras Arguiñano padre comienza su receta poniendo ante sí en la mesa de trabajo el alimento a preparar más tres o cuatro cacharritos con los ingredientes que va a añadir, al tocarle el turno a Joseba, los cacharritos se multiplican de tal manera que, cuando los recorre enumerándolos, me acuerdo de aquella odiosa Tabla Periódica de los Elementos, que tanto nos hizo sufrir en 5° de Bachillerato.

      Pero es que también me acuerdo de cuando mi madre me decía que si le echas muchas "cosas" a una carne o un pescado, termina sabiendo a esas "cosas" y no a la carne o al pescado. Dicho más técnicamente, que los ingredientes añadidos enmascaran y ocultan el sabor del ingrediente principal. Y yo añado como colofón, que ese plato termina no sabiendo a nada en concreto, igual que esos zumos "multifrutas" de sabor irreconocible.

 

8/1/25

Demagogia "a puntapala"




Estamos metiendo 1.000 millones de euros más de todos los ciudadanos para financiar el seguro privado de un millón y medio de funcionarios.

Óscar López, Ministro de la Transformación Digital y de la Función Pública

 

      A ver, señor López. Por si no lo sabe, le recuerdo que la Sanidad Pública está financiada por los Presupuestos Generales del Estado y estos se nutren con los impuestos de TODOS los residentes en nuestro país. O sea, que esos funcionarios de los que usted habla, llevan toda su vida pagando la Sanidad Pública de TODOS con sus impuestos y, además, sostienen MUFACE (eso que usted llama "seguro privado") con un descuento en la nómina, que  el resto de trabajadores no tiene. 

      Así que, por favor, déjese de demagogias y, ahora que ha guardado el árbol y han pasado ya los Reyes Magos, siéntese en su despacho y lea detenidamente los informes que le dejan sus asesores, para no hacer el ridículo con su ignorancia cuando habla. Porque es que, además, y esto es lo grave, está empujando a todo el país en contra de los funcionarios. Sí, de esos que educan a sus hijos, sin ir más lejos. O reciben su denuncia cuando les roban la cartera, lidian con "los malos" en las prisiones y limpian el barro en Levante. Que también.

P.S. En la cabecera de mis recetas de MUFACE dice: Sistema NACIONAL de Salud ¿Sabe lo que significa eso, señor López

 

1/1/25

La Navidad de los viejos

 



      31 de diciembre a media mañana. En la puerta del supermercado charlan dos mujeres mayores.

      -¿Donde vas a cenar esta noche?

      -En mi casa.

      -¿Sola?

      -Sí, mis hijos cenan en las suyas.

      -¿No te vas con alguno de ellos?

      -Pues no, porque lo celebran con los amigos y yo no pinto nada en eso.

      La miro y veo brillar en sus ojos las lágrimas contenidas. Se despide de la amiga y se va apresurada, como si quisiera llegar pronto a su casa para dar rienda suelta al dolor que lleva dentro.

      Más tarde, ya en mi casa, oigo en el móvil el largo mensaje de voz en el que una amiga muy distante me cuenta, una vez más, que "va a morirse" sin ver en Navidad a uno de sus hijos que, desde que se casó hace muchos años, pasa siempre la Navidad con la familia de su mujer. Y repite: "No hay turnos, siempre es lo mismo, y yo me voy a morir sin verlo un año sentado en mi mesa en Navidad".

      La llamo porque a mí se me dan mal los mensajes de voz, pero no me coge el teléfono, no sé si porque no lo ha oído o porque no tiene ganas de hablar. Le escribo entonces un mensaje y evito desearle una noche feliz. 

      Aún más tarde, ya cerca de la cena, felicito por WhatsApp a otra amiga, suponiendo que está en casa de su hermano como todos los años, pero me contesta, también con un mensaje de voz, diciendo que no está con su familia, que su hermano ya no conduce y ella no se atreve a depender de los taxis en una noche así para ir a su casa. Y se despide advirtiéndome de que ya ha cenado y se está acostando. O sea, que no la llame. 

      Mientras voy a la cocina a por mi cena, pienso si los sobrinos que se reúnen en casa de su hermano tampoco conducen. Y pienso también que ella tampoco ha pronunciado la palabra feliz.

      31 de diciembre, 12 de la noche. Empieza un nuevo año y yo os deseo, más que nada, que jamás conozcáis la soledad de estas viejas, la soledad de tantas personas mayores que ni siquiera pueden volcar su tristeza en un blog.