30/12/21

¿Sabes?

        

        Hoy hace veintisiete años que te fuiste. Veintisiete años… Cuanto tiempo, cuantos días, cuantas horas…

      Creí que el tiempo y las personas que después han llegado a mi vida te borrarían de mi memoria y casi ha sido así algunos años.  Ha habido fechas como la de hoy que apenas te he recordado. Pero hoy sí. Esta noche, hoy, estás presente

      … Y tu rostro

      y tus manos

      y tu forma de andar

      se me anudan en el pensamiento con un dolor casi físico.

 

      Estoy tan sola, J.M, tan sola…

      Y tan sin ti…


24/12/21

Paz en la tierra

      


      En las cercanías había unos pastores que pasaban la noche a la intemperie, velando el rebaño por turno. Se les presentó el ángel del Señor: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se asustaron mucho.

      El ángel les dijo:

      -Tranquilizaos, mirad que os traigo una buena noticia, una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador: el Mesías, el Señor. Y os doy esta señal: Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

      De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo:

Gloria a Dios en el cielo

y paz en la tierra a los hombres,

que él quiere tanto.

      Lc. 2,8-14

 


 

PAZ Y AMOR PARA TODOS EN ESTA NAVIDAD Y SIEMPRE

 

 

15/12/21

El Balcón de Europa

 



      Lo mismo que el torero Dominguín decía que se acostaba con Ava Gardner para contarlo, yo tenía ganas de conocer el Balcón de Europa, entre otras cosas, para poder decirlo. Y YA. Gracias a un amigo, que me ha llevado, he podido conocer el sitio exacto donde Europa se asoma al Mediterráneo. Según los malagueños, claro, pues Europa contempla el Mediterráneo desde otros muchos balcones de nuestra geografía.  Sin ir más lejos, a pocos kilómetros está la Costa Tropical granadina, que también tiene hermosos balcones.

      Pero a lo que vamos. Que ya he conocido el famoso Balcón y os puedo asegurar que eso es bastante mejor que acostarse con la Gardner, que era una señora guapísima, pero no debía tener muchas luces cuando se enamoró –según cuentan- de un tipo como el padre de Miguel Bosé.

      Así que, princesa fenicia Europa, ahí tienes el balcón que te brinda Andalucía. Asómate a él, disfruta del Mar de Alborán, del Mar Nuestro y, si está el día claro, quizá puedas distinguir la costa de África, donde embarcan los inmigrantes en pateras.

      Pero de eso mejor no hablar en un día muy bonito, en el que se cumplió uno de mis muchos sueños pendientes.


4/12/21

La Navidad la carga el diablo

 



      Entramos en diciembre, el mes de la Navidad, esos días en los que se supone celebramos el nacimiento de un Hombre que vino a traer al mundo Paz y Amor. Pero ¿qué es lo que vemos en Navidad? Vemos luces, compras, comidas pantagruélicas…. Vemos también cansancio en las amas -o amos- de casa, discusiones entre familiares, enfados que luego duran años… Vemos tiendas abiertas fuera de horario, personal explotado con míseros contratos y jornadas agotadoras…  Vemos personas que duermen sobre cartones, a quienes quizá desvelan las luces… 

      Y vemos dolor en las personas que están solas, en las que no tienen familia, en aquellas que, aun teniéndola, no pueden estar con ella, en los enfermos y los pobres que ven la fiesta de lejos, sin poder participar...

      ¿Dónde está la Paz y el Amor que traías en tus manos, Jesús? ¿Dónde? ¿Qué hemos hecho con ellos?

 

26/11/21

MUFACE de nuevo

 



      Desde hace muchos años, periódicamente y cada vez que cambia el gobierno, el correspondiente ministro de Sanidad expone, como un descubrimiento, que hay que terminar con las mutualidades MUFACE, ISFAS y MUGEJU, o sea, la de los funcionarios civiles del Estado, la de los militares y la de los funcionarios de Justicia. Acabar con ese “privilegio de unos pocos, que están en la Sanidad Privada”. Pero cuando alguien de su gabinete le advierte de que se integrarán en la Seguridad Social varios millones de personas, cae en la cuenta de que la Seguridad Social se colapsará más aun de lo que está, que harán falta más hospitales, más centros de salud, mucho más personal sanitario, etc. Y el luminoso proyecto se guarda en un cajón hasta que el gobierno siguiente lo saca de nuevo, echa cuentas… y lo vuelve a guardar.

      Meditando sobre esto últimamente, he llegado a la conclusión de que este gobierno, ayudado por los gobiernos autonómicos, ha optado por acabar con las mutualidades acabando con los mutualistas. Sí, habéis leído bien: acabando con los mutualistas.

      En abril del 2020, escribí indignada sobre el problemazo que se nos había presentado al cerrar los médicos sus consultas y, no teniendo tarjeta electrónica para las recetas, nos encontramos con que no podíamos acceder a los medicamentos de nuestros tratamientos médicos. Esto duró bastante tiempo y cada cual se las arregló como pudo para conseguirlos, pero muchos tuvieron que racionarlos y otros prescindir de ellos, por lo que no me parece nada extraño que esos muertos que están “sobrando” en las estadísticas y que no se contabilizan entre los fallecidos por Covid, sean los viejos y viejas que dejaron de tomar su pastilla de la tensión, la del azúcar o el colesterol, o los que se desnutrieron porque les faltó el antiinflamatorio que les permitía ir al super. No fueron víctimas de la pandemia directamente, pero sí víctimas colaterales.

      Pero es que, en febrero del 21, llega por fin la vacuna, y entonces, tengo que volver a escribir sobre lo que significa para una persona muy mayor desplazarse varios kilómetros a un lugar que no conoce. Incapacidad, ansiedad, preocupación… y otros cuantos viejos que se van al otro mundo antes o después de recibir la vacuna.

      Y llegamos al momento presente, a la tercera dosis. En las dos anteriores, todos los andaluces mayores de 80 años recibimos un aviso, telefónico o postal, de la Seguridad Social citándonos muy lejos, pero citándonos. Esta vez no, esta vez han optado por lo que llaman “autocita”, es decir, que tienes que ser tú quien se busque la vida si quieres vacunarte y disponen que cada cual la pida en su Centro de Salud, como es lógico. Muy lógico y natural, pero ¿qué ocurre con los mutualistas que no pertenecen a ningún Centro de Salud de la Seguridad Social?  Pues que no son admitidos, que se entra, mediante certificado electrónico, en ClicSalud o se llama a Salud Responde, los servicios de la Junta de Andalucía, y te dicen que a los centros de salud no acudas porque allí no hay vacuna para ti, que debes acudir a los Centros de Vacunación Masiva, cerrados desde hace tiempo, ilocalizables y desconocidos hasta por el que contesta en Salud Responde. Un señor o señora, que se limita a decirte a modo de disculpa que esto te pasa porque tú estás “en la Sanidad Privada”, lo que, a fuerza de oírlo, le hizo saltar a esta mutualista que escribe y levantar la voz algo más de lo correcto para decir: Perdone, pero yo no estoy en la Sanidad Privada, sino en el SISTEMA NACIONAL DE SALUD, que es lo que encabeza mis recetas, y tengo el mismo derecho que cualquier otro ciudadano a ser vacunada en las mismas condiciones que los demás. Lo que, por supuesto, no le sirvió a esta que escribe más que para aumentar su tensión arterial y tener que tomarse una tila antes de ir a la cama.

Nota: Puedo añadir que, mediante un recurso que no voy a mencionar, tengo mi cita en un Centro de Salud próximo, pero aun no se si me inyectarán la vacuna anti-Covid, la de la gripe (que ya he recibido en mi entidad sanitaria)… o la del sarampión y las paperas, pues de todo eso habla en el resguardo que me dieron y así aparece en mi ficha de ClicSalud, junto con las anteriores dosis que recibí. Si en diciembre sigo escribiendo aquí, es que todo ha salido bien, a pesar de los intentos de la Junta de acabar con la bestia parda de MUFACE acabando, poco a poco, con los mutualistas más vulnerables.

* * *

Actualización: 1 de diciembre, día de la cita. Paso el día nerviosa esperando la vacuna. Llegado el momento, me visto con el “equipo de las vacunas”, una camiseta sin mangas bajo el anorak, para facilitarle el trabajo a la enfermera, que da agobio verlas en la televisión a tirones con las mangas para descubrir el sitio donde inyectar. Salgo de mi casa ya de noche y hace frío con tan poca ropa, pero no me importa porque voy a recibir –por fin- la vacuna tan esperada y peleada. Ya en el Centro de Salud, espero bastante rato mientras van llamando a las personas que están antes que yo. Por fin oigo mi nombre y entro en la consulta, me quito el anorak y miro a la enfermera que sostiene en su mano MI DOSIS. Pero el médico me dice que yo recibí una determinada marca y esa se les ha terminado, que si acepto que me pongan otra. Le digo que sí, que me pongan la que sea, pero que me vacunen de una vez. Desnudo completamente mi brazo esperando el pinchazo, pero la enfermera y el médico hablan en voz baja, miran el listado que tienen delante y el médico me dice que lo han pensado mejor y la dosis que iban a ponerme será para un paciente que recibió esa vacuna en las anteriores dosis, y que yo tengo que esperar a que reciban de la mía. Enfundo mi brazo, me voy y, en la entrada, me cruzo con un señor, al que miro con envidia porque va a recibir MI DOSIS. Aparenta poco más de 60 años y buena salud, yo tengo, como mínimo, 20 más que él y los achaques propios de esa edad; si él coge el bicho, será leve, para mí puede ser mortal, pero la vacuna es suya, no mía. Vuelvo a mi casa tiritando y con la duda de si esto habrá ocurrido por pertenecer “a la Privada”.