31/8/20

Silvia Pérez Cruz


      Cuando murió Leonard Cohen, ya vimos la canción que compuso, poniendo música al poema de García Lorca “Pequeño vals vienés”, en un vídeo con imágenes de la visita que hizo el cantante a Granada. 
      Traigo ahora esta misma canción en la voz de Silvia Pérez Cruz, una cantante que puede gustar o no, pero no deja indiferente.

24/8/20

Germaín de la Fuente





        Creo que la primera canción que le oí, allá por finales de los 60, fue “Y volveré”, la versión en español de la canción de Alain Barrière Emporte-moi Me gustó la canción, era de las mías, de esas romanticonas que aun me siguen gustando, y me gustó su voz en los graves, pero me dije: no le va durar mucho. Pues, aunque nunca he sabido música, por entonces tenía muy buen oído y me di cuenta de que en los agudos cantaba fuera de su tesitura, forzaba la voz y terminaría por destrozarla. Y así fue. Pasaron los años, recurrió primero al entrecortado al que recurren todos cuando ya no pueden sostener la nota, pero lo que Raphael consiguió, él no pudo y en las últimas grabaciones, ya con canas, resulta penoso oírlo, porque no solo está sin voz, sino que desafina.
      
      Ahora, al repasar en YouTube todo lo que he encontrado, me pregunto por qué no se buscaría al inicio de su carrera un profesor o profesora de música, que le enseñara a manejar el torrente de voz con el que había nacido. Y también por qué no se retiraría antes.

18/8/20

Triana


      Con agosto llega la música y, a pesar de que no estamos para bailar sevillanas precisamente, he encontrado por casualidad este vídeo, que es una joyita, y quiero compartirlo con vosotros. Estaba preparado para la semana pasada, pero murió Casaldáliga y lo aplacé. 
      Canta Arturo Pareja Obregón unas sevillanas clásicas de su padre, Manuel, acompañado por el grupo Siempre así. Y baila Cristina Hoyos con su marido, Juan Antonio Jiménez. Todo un lujo.


8/8/20

Pedro Casaldáliga


        POBREZA EVANGÉLICA
          No tener nada. 
          No llevar nada.
          No poder nada.
          No pedir nada.
          Y, de pasada, 
          no matar nada;
          no callar nada.
          
          Solamente el Evangelio, como una faca afilada.
          Y el llanto y la risa en la mirada.
          Y la mano extendida y apretada.
          Y la vida, a caballo dada.
          Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada
          para testigos de la Revolución ya estallada.
          ¡Y “mais nada”!
          Pedro Casaldáliga

Descansa en Paz en tu Amazonía, por la que tanto luchaste y sufriste.