29/11/20

Ángel Ganivet

 



      Hoy hace 122 años que murió Ángel Ganivet en Riga, en las frías aguas del río Dviná, y en marzo hizo 95 de que lo enterraran en esa tumba que veis ahí arriba y por la que se pasa nada más entrar al cementerio. Al cementerio de San José, en Granada

      Viendo su biografía en Wikipedia, se podría decir que fue un hombre que se suicidó dos veces y lo enterraron dos veces, pero leyendo la más completa de la Real Academia de la Historia, podemos conocer mejor al escritor, poeta, ensayista, filósofo, diplomático… y muchas cosas más. Una de ellas, quizá la más profunda: granadino. Nunca dejó de pensar en su tierra, en “Granada, la bella”,  nunca dejó de dolerle lo que no le gustaba de ella ni dejó de imaginar una Granada distinta de la que iba naciendo al paso de los años. En Granada está su cuna, un molino, y en la Colina de la Sabika, su tumba, casi siempre con flores. ¿De quien? No se sabe.

      Al morir mi abuelo paterno, allá por los años 50, llegó a mi casa su biblioteca con casi toda la obra de Ganivet y un par de libros sobre él. En uno de ellos, se habla de su fatalismo como origen remoto del suicidio, pero también de que poco antes le habían diagnosticado una parálisis progresiva y de que ese mismo día llegaba a Riga la mujer con quien había tenido dos hijos, una niña que había muerto con dos meses y Tristán, que acompañaba a su madre. Pero Ángel Ganivet no los esperó, se fue antes de verlos. ¿Por qué? Solo él lo supo.

20/11/20

Rescates


Monumento a la Memoria. Cementerio de Granada

      Ya dije en una ocasión que hay veces en que no tengo una opinión formada o, si la tengo, dudo sobre ella. Y este es uno de esos casos. Me explico. 

      Estamos con la hostelería y las tiendas cerradas, por lo que hosteleros y comerciantes protestan enérgicamente y piden subvenciones, “rescates” de sus negocios. Y las Administraciones están propicias a dárselos (otra cosa es que lo hagan), pues saben que, si esos negocios cierran, el personal quedará sin trabajo y habrá que pagar la prestación por desempleo. Pero yo me pregunto: ¿No sería mejor ayudar al trabajador en lugar de al empresario? ¿No es dar por sentado que, si un “emprendedor” monta un negocio, los tiempos buenos serán para él y los malos para las Administraciones? Pregunto, no afirmo. 

      Desde que empezó la pandemia, he pensado varias veces en la cantidad de sanitarios que, en este momento, se estarán arrepintiendo de haber elegido esa profesión, pues no es lo mismo pasar toda su vida laboral con unos horarios, vacaciones, descansos y un trabajo más o menos rutinario, que lo que están viviendo ahora. Lo mismo que un militar puede pasar 30 años en un cuartel o un despacho, pero si llega una guerra las cosas son muy distintas. 

      Quiero decir con esto que la mayoría de las profesiones conllevan un riesgo, que puede presentarse o no, pero que quien las elige tiene que asumirlo. ¿Quién le iba a decir a mi padre, un delineante de Obras Públicas, que se iba a ver dibujando planos con dos guardias civiles armados en la puerta de su despacho, sin saber bien si para defenderlo o vigilarlo? Es posible que sí lo pensara, pues mi padre era pesimista y la guerra in-civil se barruntaba ya cuando se presentó a las oposiciones. No imaginaría la situación concreta, pero sí que algo de eso podría ocurrir y, más aun, cuando vio asesinar al ingeniero Juan Santa Cruz a causa precisamente de unos planos del abastecimiento de aguas de Granada, que consideraron planos para las tropas enemigas que sitiaban la ciudad. 

      Concretando y volviendo al momento presente. No estoy segura de que sea bueno para los emprendedores tener el precedente de que su empresa estará respaldada por Gobierno, Comunidad o Ayuntamiento cuando las cosas se pongan feas. O sea, que emprenderán con un seguro a todo riesgo. Pero como no estoy segura, admito –y ruego- sugerencias y opiniones a favor o en contra.


8/11/20

Diálogo




      -Cada día estoy más convencida de que alguien mueve los hilos.

      -¿Que soy yo, entonces? ¿Una marioneta?

     -No. Alguien mueve los hilos de las cosas que ocurren para que tú las veas, reflexiones sobre ellas y actúes en consecuencia. Libremente.