29/6/20

Apuntes y reflexiones en la Nueva Normalidad




      ¿Por qué hubo una escalada tan rápida al principio de la pandemia? Porque nos cogió completamente desprevenidos. Y no me refiero a los hospitales, sino a nosotros. Yo fui las primeras semanas al super de enfrente sin mascarilla, allí no había guantes ni gel y, en mi casa, mi mayor desinfectante fue un jabón casero que me regalaron. O sea, que no lo cogí por pura suerte.
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      Me he dado cuenta de que saludo sin palabras, con una sonrisa de boca y ojos. Total, que con mascarilla y gafas de sol… no saludo. Ni doy las gracias cuando me dejan el paso, ni…
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      Durante el confinamiento, mucha gente sacó del armario sus ideas gracias a los memes que nos enviaban en el Whatsapp. Personas que habían aparentado ser de izquierdas durante muchos años, nos sorprendieron con virulentas soflamas de VOX, y amigos, que creíamos descreídos, nos enviaban imágenes y oraciones a todos los santos.
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      Hay personas que se saltan a la torera el virus y las normas, y otras que se pasan de prudentes y cumplidoras. Esta mañana llego a la farmacia y veo a un señor aguantando estoicamente el sol ante la puerta automática. Le pregunto si está en cola, afirma con la cabeza y yo busco la sombra de un árbol cercano. Pasado un rato, que se me hace larguísimo, por fin se abre la puerta, sale un cliente, entra el señor que esperaba y yo ocupo su sitio, lo que me permite ver que la farmacia está vacía, que estaba sólo el cliente que acaba de salir y, como hay tres puestos de farmacéuticos, dos de ellos están desocupados. Así que entro y me dirijo al más distante del señor que me precedía, no sea que se enfade conmigo por no haberle dejado la farmacia solo para él.
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      Viendo la televisión, me pregunto algunas veces si, en las series que están grabando ahora, aparecerán los actores con mascarilla, si la acción discurrirá en tiempos de pandemia o la obviarán. 



Continuará… porque esto también continúa.


20/6/20

Esperanza




DICE LA ESPERANZA: UN DÍA...
Dice la esperanza: Un día
la verás, si bien esperas.
Dice la desesperanza:
Sólo tu amargura es ella.
Late, corazón... No todo
se lo ha tragado la tierra.
A. Machado

      Venimos hablando de si somos mejores o peores que antes y ya sabéis que mi opinión es negativa, que mi experiencia va a el sentido de que las relaciones entre las personas van siendo cada día más distantes, menos afectivas, menos caritativas en el auténtico sentido de la palabra. Pero de vez en cuando surge algo que nos hace confiar en que no todo está perdido, nos hace vislumbrar un rayo de esperanza para seguir creyendo en el ser humano.
      Hoy he hablado con una amiga y me ha dicho que todavía no ha salido desde que empezó la pandemia y que los vecinos se lo resuelven todo. Una le lleva el pan todos los días, otro la compra del supermercado, otra el pescado y la carne, también casi todos los días. Le van a la farmacia, le bajan la basura… Y no es que sean muchedumbre, pues la casa es pequeña, solo tres pisos y el suyo. O sea, que son solo tres familias las que han cargado con la responsabilidad de que ella no tenga que salir a la calle al ser persona de riesgo por su edad. Y lo han hecho por propia iniciativa, sin que ella haya tenido que pedírselo. Fue confinarnos y un vecino joven con el que solo había cruzado las palabras de cortesía al encontrarse en el portal o en el ascensor, subió a su casa a ofrecerse y, desde entonces, cada vez que va en su coche a hacer la compra, le pregunta que quiere y se lo trae.     
      Y así llevan todos más de tres meses. ¿No es admirable? Me dan ganas de vender mi piso y mudarme allí…

11/6/20

Almanaque de taco. Junio, 11



      Hace tiempo que no le presto atención a mi almanaque de taco, quizá porque la urgencia de la actualidad que hemos estado viviendo nos impedía detenernos en sus "pensamientos profundos".  Sin embargo, hoy, al arrancar la hoja, me ha saltado a la vista aquella frase de la Madre Teresa, que tanto dio que hablar -y que discutir- en aquel momento.
      Hay que cambiar las estructuras, pero si no le doy un vaso de leche a este niño AHORA MISMO, se me muere.
      Hablábamos mucho entonces de las estructuras, de que el mundo tenía unas estructuras injustas y había que cambiarlas. Y todo se nos volvía discutir la forma de cambiar esas estructuras para que el mundo fuera más justo. Incluso se llegó a decir que la Caridad impedía ese cambio, que acallábamos nuestra conciencia ejerciendo la Caridad y eso mantenía las estructuras injustas.
      Y entonces llegó la Madre Teresa con su frase a ponernos los pies en el suelo. A decirnos que, mientras nosotros discutíamos, a ella se le morían los niños en los brazos. Que donar leche quizá era Caridad y no Justicia, pero que, mientras llega la Justicia, es necesaria la Caridad. Y que es bastante más fácil sentarnos en una mesa a discutir como arreglar el mundo, que compartir lo que tenemos con los demás. Sea dinero, tiempo, trabajo...
      Viene esto a cuento de que, con esta crisis sanitaria y económica, ha aumentado lo que se ha dado en llamar cruelmente las colas del hambre. Y digo aumentado porque esas colas ya existían pre-pandemia ante Cáritas y los comedores sociales que, casualmente, todos o casi todos están sostenidos por asociaciones ligadas a la Iglesia Católica y atendidos por voluntarios. O sea, Caridad. O sea, AMOR. Que eso significa la palabra Caridad.
      Y ahora vamos y lo discutimos en las Redes sociales...

3/6/20

Saldremos mejores




      Llevamos ya casi tres meses de crisis sanitaria y confinamiento y, a lo largo de este tiempo, hemos oído y leído muchas veces que de esta vamos a salir mejores y más solidarios. Sin embargo, ahora que medio se ve el final del túnel, me temo que la cosa no va por ahí. No estamos saliendo mejores, sino todo lo contrario. Empezando por los políticos (que mejor no entremos en eso), siguiendo por las Redes y terminando por nosotros mismos y los que nos rodean. No se si es que estamos nerviosos, cansados de confinamiento, si es que esta situación nos ha hecho sacar del armario nuestra ideología y nuestros sentimientos ocultos o, sencillamente, que somos cada día peores. Han pasado tres meses y somos peores que hace tres meses.

      Y lo digo con toda la autoridad del mundo, pues en estos días he sufrido una agresión verbal y escrita de un vecino, como nunca pensé que pudiera sufrirla de alguien que se supone educado y hasta intelectual. Lo que me lleva a plantearme –de nuevo- una serie de cosas y hacerme una serie de preguntas.

      Echo la mirada atrás y veo que las mayores agresiones de este tipo se me han dado precisamente rondando o pasados los 80. ¿Significa eso que se deben a mi vulnerabilidad como anciana? ¿O a que estoy sola, sin un hombre que me respalde? ¿Significa que ciertas personas se ensañan, precisamente, amparadas en su impunidad, en mi ausencia de respuesta?  Un amigo joven me dice que no, que es que “la gente” ahora es así, que la vida va en ese sentido. Y yo le contesto que, entonces, no me gusta esta vida, no creo que valga la pena vivirla.