En el Patronato de la Alhambra se está estudiando lo que llaman un Plan Director, que replantee las visitas al monumento y establezca nuevos itinerarios, pues tal como está y a pesar de restringirse el número de visitantes, hay momentos en que está masificada y eso daña un monumento tan delicado e, incluso, perjudica a los visitantes, que ven gente en lugar de belleza.
Ante esto, lo primero que me viene a la memoria es la cantidad de veces que he pensado lo bueno que sería poder distinguir las personas que van porque disfrutan con ello de las que solo buscan la foto ante la Fuente de los Leones para decir: he estado ahí. Y, de esta forma, facilitarlo a los primeros y ponérselo difícil a estos últimos. Difícil y caro, si es preciso.
Una amiga, cuando se jubiló de una profesión relacionada con las Artes y las Letras, se afilió de voluntaria en la cárcel y su misión era acompañar como guía a grupos de reclusos en visitas a monumentos y museos de la ciudad, dándoles unas sencillas explicaciones sobre lo que estaban viendo. Me contaba entonces que encontró en estos grupos personas nacidas y vividas aquí que no solo no conocían la Alhambra, sino que ni siquiera habían entrado nunca en la Catedral, Capilla Real, Casa de los Tiros, Corral del Carbón...y demás etcéteras. Vio también que había algunos que se habían apuntado a esas visitas para salir unas horas de su encierro, pero que otros se quedaban extasiados ante lo que estaban viendo y costaba arrancarlos de allí. Recuerdo que me emocionó aquello y pensé que estas personas de vidas complicadas merecerían estar en libertad y entrar gratis a todos esos monumentos.
Curiosamente, unos días después, coincidí con esta amiga y su grupito de reclusos en un museo, me sumé al grupo y disfruté lo más grande compartiendo con ellos la visita y ayudando a la guía en sus explicaciones.