25/3/18

La firma






     Hemos dejado atrás (aunque no del todo) la época de las preferentes y demás “productos” que los bancos colocaron a quien se puso a tiro, y de ella hemos sacado un poco de más experiencia y mucha pérdida de tiempo en las gestiones bancarias, ya que se han multiplicado los documentos que tenemos que firmar para cualquier trámite que hagamos.  Que si el contrato de servicios, que si el test de idoneidad, que si otro contrato para operar on line… Contratos y test que se dice que son para más seguridad del cliente, aunque en realidad están cubriendo la espalda al banco. 

     Pero no es de eso de lo que voy a hablar, sino de la firma que estampamos en estos documentos dando nuestra conformidad con lo que aparece escrito en ellos. Y yo me pregunto: ¿De verdad es así? Porque lo que estoy experimentando es que dejo mi firma en una tableta en la que solo aparece el casillero para esa firma y, como mucho, otro para la del director o empleado.  ¿Cómo se, entonces, lo que estoy firmando?  Más de una vez lo he dicho al firmar y he hecho que me impriman el documento con mi firma debajo. Que es lo que deberíamos hacer siempre, pues este sistema, a la larga, va a traer consecuencias similares a aquellas por las que ya hemos pasado estos años atrás.
  

15/3/18

Los mayores y la informática





     Hace unos meses, tuve que llevar a reparar el portátil y, como pesa bastante (al menos para mí) me acompañó un amigo joven que cargó con él. Tomamos el Metro, llegamos a la tienda, entramos, mi amigo con el portátil, que deja en el mostrador, y el chico que atiende se dirige a él preguntando que le ocurre. Mi amigo se aparta, se pone a mirar los artículos de la tienda y, entonces, al chico no le queda otra que dirigirse a mí, que le explico el problema del ordenador.
     ¿Qué ha ocurrido? Pues lo de siempre. Que entre una mujer mayor y un hombre joven, el de la tienda da por supuesto que yo voy de acompañante. O, como mucho, que el ordenador es mío, pero como no tengo ni idea, el joven me acompaña para dar la cara y explicar la avería.
     Cuando lo comentamos después, mi amigo está un poco cortado, como si pensara que yo voy a ofenderme por eso o que me puede haber molestado que él tuviera que apartarse para que me atendieran a mí, pero yo le digo que es “normal”, que siempre ocurre así y lo tengo asumido. Tengo asumido desde hace muchos años que, si entro en una tienda de informática, me miran como diciendo: Señora, el supermercado está más abajo… Pero lo que sí me molesta es cuando atienden a todo el mundo antes que a mí, dando por supuesto que yo no compro, que solo miro por curiosidad aquellos chismes que no se ni lo que son. Eso sí me ha hecho salir de una tienda y no volver nunca.  

6/3/18

Me Too




     Hace unas semanas, el amigo Tawaki publicó una entrada un tanto polémica en la que no comenté porque no tenía clara mi opinión sobre el tema que planteaba.  Hoy, mirando en televisión (que no oyendo) un resumen de la ceremonia de los Oscar, he notado que algo no me encajaba cuando he visto una señora -que no se quien es- pronunciando un discurso muy aplaudido sobre todo por las mujeres, he leído un rótulo que decía: Reivindicación del Me Too y, a continuación, he visto posar en la alfombra roja una deslumbrante pléyade de actrices vestidas con modelos de alta costura, supermaquilladas y con el último retoque de cirugía estética reciente, dando vuelta y vuelta ante las cámaras para mostrar bien el escote de la espalda o su buen trasero. 

     Me he acordado entonces del post de Tawaki y me he preguntado si, puestas a reivindicar su papel de mujer-no-objeto-sexual, no hubiera sido más efectivo que el discurso acudir esa noche a la entrega de los Oscar en chándal, zapatillas de deporte y sin maquillaje.