31/10/13

Don Juan, Don Juan...


Hace años, por esta época, Televisión Española (la mejor televisión de España cuando no había otra) programaba en Estudio 1 Don Juan Tenorio. Lo anunciaba mucho tiempo antes y la noche indicada cenábamos más temprano, nos arrellanábamos en sillones y nos disponíamos a tragarnos las dos horas largas que dura el drama de Zorrilla, para poder comentar en los días siguientes si María José Goyanes daba mejor el papel de Doña Inés que Concha Velasco, o Fernando Guillén mejor que Larrañaga, pues un Tenorio rubio parece que no pega.  O si Juan Diego era demasiado joven para la trayectoria de conquistador de Don Juan, que ya se sabe que una fama así lleva su tiempo. Para terminar coincidiendo en que ninguna voz como la de Paco Rabal recitando aquello del ángel de amor y la apartada orilla.
Durante los espacios publicitarios, mis padres siempre recordaban tenorios que ellos habían visto en teatro y hablaban de doñas inés maduras y gruesas y don juanes que no podían tirar de la espada. Y de que, al tener esta obra tantos personajes, algunos representaban varios papeles y todo eran corridas detrás de decorados para cambiarse de ropa. Porque, así como en esos años era obligado el Tenorio en la televisión, en años más antiguos lo había sido en el teatro y multitud de compañías modestas lo llevaban en su repertorio.
Pero hoy, cuando ya apenas se representa el Tenorio, hemos importado costumbres de otros países y en este puente veremos jóvenes disfrazados de muertos a medio morir, mientras la calabaza se hace omnipresente en pastelerías y escaparates varios. Y sin que nadie sepa muy bien el porqué de lo uno ni de lo otro.



25/10/13

La mujer invisible





Todos hemos fantaseado de niños con ser invisibles. Incluso de mayores quizá hemos deseado en alguna ocasión serlo, ver sin ser vistos, observar sin ser observados. De hecho, la literatura, el cine y la televisión están llenos de obras cuyo protagonista utiliza su incorporeidad unas veces en provecho del bien y otras del mal.

Pues eso es lo que nos ocurre cuando tenemos amigos y contactos en la Red que son de nuestra misma ciudad o viven en ella y que es fácil que nos encontremos por la calle, en las tiendas o en actos culturales. Es lo que me ocurre a mí, que no tengo fotos identificables en ningún sitio y, por tanto, ante ellos soy invisible. Me ven, como es lógico, pero no me identifican en la señora que compra pan a su lado, la que va en el autobús, se cruza con ellos en una acera o actúa de fotógrafo cuando presenta un libro. Y os puedo asegurar que es divertido. Mucho.

Nota: El ser realmente invisible es solo cuestión de tiempo.

19/10/13

Defensa personal



Foto de IDEAL

Cuando esta niña fue al colegio con cuatro años, le pregunté si le gustaba más que la guardería y me contestó que mucho más, porque: En la guarde nos pegaban los niños a las niñas, pero en el colegio estamos más niñas que niños y les pegamos a ellos.    

Me vino a la memoria está anécdota cuando no hace mucho vi en IDEAL un reportaje sobre las clases de defensa personal que les dan unos policías a las mujeres víctimas de maltrato y que dieron lugar a unas jornadas en el mes de septiembre. Según decía el reportaje, parece ser que son efectivas estas clases y que las mujeres recobran su autoestima y pierden el miedo al maltratador, pero yo me planteo si el remedio a este problema es que la mujer sepa defenderse con llaves de yudo, pues ¿qué ocurre cuando esa mujer no tiene 20 o 30 años, cuando es mayor, quizá está gruesa y ha perdido agilidad? ¿Esa mujer sí tiene que soportar que la maltraten? Por mucho que queramos y que aprendamos, la mujer siempre estará en desventaja a la hora de enfrentarse físicamente a un hombre y no me parece que la solución pueda ir en ese sentido, pues lo único que van a conseguir es que la mujer se enfrente al maltratador y termine más maltratada aun. O muerta, como ya vemos tantas veces.

En recuerdo de quien se nos fue hace hoy 6 años, al que dediqué este blog cuando nació hace 5. 

14/10/13

Abanicos made in Spain




Tengo un precioso abanico de mi abuela que tiene más de un siglo y que está en un cajón, envuelto en papel de seda, porque nunca he encontrado un abaniquero que me gustara, ya que todos son demasiado bastos, aparatosos y llamativos para un abanico pequeño y muy delicado.
Bueno, pues hace unos meses veo en el periódico que hay una exposición de abanicos en un hotel de superlujo y “con encanto”. Me digo que esta es la mía de ver como están enmarcados, me visto con mis mejores trapitos porque si voy en zapatillas y vaqueros me echan, y me presento toda segura de mí misma en la recepción preguntando por los abanicos. Inmediatamente acude un chico vestido de entierro, o sea, de luto riguroso, que me guía hasta la exposición y me ofrece sutilmente el catálogo de los precios. Le doy una vuelta a los abanicos, que no son nada del otro mundo, por cierto, fijándome más bien en los marcos (que tampoco son nada del otro mundo), miro los precios con cara de interés y, como el chico de negro sigue revoloteando por allí, me dirijo a él y le pregunto que si sabe donde están enmarcados los abanicos. No me entiende y me vuelve a ofrecer el catálogo, yo le repito la pregunta esta vez señalando el marco, pero ni por esas y solo a la tercera o cuarta vez de ayudarme con la mímica, se le enciende la bombilla, me dice que no lo sabe y me señala en el catálogo la dirección de las empresas que venden los abanicos.
Y es que resulta que el chico es extranjero, que estará allí por aquello de los idiomas, pero me pregunto si no hay jóvenes españoles que también dominen idiomas y que, además, entiendan el nuestro. Sabéis que soy partidaria de la inmigración, de que las personas de otros países tengan ocasión de trabajar aquí, pero pienso que debe ser en igualdad de condiciones y que, por otra parte, un español tiene derecho a que, si entra en un hotel al lado de su casa, se encuentre con alguien que hable español como es debido ¿O es que en crisis no hay un compatriota que se aloje en ese hotel ni para una noche?     

6/10/13

Ibn al-Jatib (1313-1375)


De nombre completo Lisan al-Din Ibn al-Jatib, en este año se cumplen siete siglos de su nacimiento en Loja, provincia de Granada. Poeta, historiador, teólogo, jurista, político, veterinario y médico, fue una de las más grandes figuras del reino nazarí y de todo al-Andalus y el pasado mes de mayo la Real Academia de Medicina y Cirugía de Andalucía Oriental con sede en Granada organizó una exposición en La Madraza, donde él enseñó, para divulgar su figura y su obra médica, de la que hay que destacar El libro de la peste, en el que nace el concepto de contagio, una doctrina médica que no acabaría de aceptarse hasta mediado el siglo XIX. En este libro relata la epidemia de peste negra que asoló Granada en 1348, describe la enfermedad y recomienda aislar a los enfermos y quemar las sábanas para evitar su propagación. Otras aportaciones a la Medicina son un texto enciclopédico en el que recopila todas las enfermedades conocidas en su tiempo, con un resumen versificado destinado a los estudiantes, que se titula Poema sobre la medicina y que es uno de los primeros manuales escritos en España para esta enseñanza. A él se debe también un tratado de higiene titulado Libro sobre el cuidado de la salud durante las estaciones del año, con un conjunto de recomendaciones sobre la vida diaria, y el Tratado sobre la formación del feto. En otro aspecto de la Medicina, una aportación muy importante es la construcción del Maristán de Granada, un hospital para doscientos enfermos, que se inaugura en 1365 durante el reinado de Muhammad V y que es el único hospital islámico construido en nuestro país.

En el campo poético fue autor de una antología titulada Libro de magia y de poesía y sus poemas epigráficos decoran las paredes de la Alhambra junto a los de Ibn Zamrak e Ibn al-Yayyab, aunque su mayor obra poética son Los poemas de las horas, once poemas que escribió para el rey Muhammad V y que nos han llegado traducidos por el arabista Emilio García Gómez.

Aun está sin traducir y estudiar por completo su gran obra sobre la historia del reino de Granada (Kitab al-Ihata), pero afortunadamente, el notable arabista granadino Emilio de Santiago basó su tesis doctoral en  un desconocido hasta entonces texto de Ibn al-Jatib sobre el sufismo, que dio lugar luego al libro El polígrafo granadino Ibn al-Jatib y el sufismo. Aportaciones para su estudio. En un artículo reciente en IDEAL, Emilio de Santiago habla de la tarea ingente que supuso traducir y estudiar el tratado Libro del Jardín del conocimiento en torno al amor excelso y, en ese sentido, dice: Quienes han traducido y estudiado los escritos jatibianos saben bien de las dificultades que presentan estos textos –prosa y poesía- tan jaspeados de múltiples arcaísmos y enrevesadas sintaxis que vienen a sumarse a la de por sí compleja lengua árabe. Cuando, además, se trata cual era mi caso, de una densa exposición sobre el sufismo, la más excelente jamás escrita en al-Andalus, se multiplicaban los obstáculos y aumentaban los lances por las especiales características de alambicado y críptico que posee todo léxico místico. Habida cuenta, para aun rematar la cuestión, de la inexistencia de diccionarios o vocabularios “ad hoc”.  

Pero no acaba aquí nuestro personaje, pues toda esta grande y variada obra fue compatible con una intensa actividad política que lo llevó a ser visir con Yusuf I y con Muhammad V y, cuando este es derrocado, tiene que exiliarse en el norte de África, donde presta servicio a los monarcas Benimerines de Marruecos hasta que vuelve al trono Muhammad V y regresa a su puesto de visir en Granada. Más tarde es víctima de las intrigas de la corte, que acusan de sacrílego su tratado místico, y tiene que volver a África, en donde esta vez los Benimerines le dan la espalda y es encarcelado y asesinado en la cárcel de Fez, probablemente por enviados de su antiguo discípulo Ibn Zamrak, el excelso poeta de la Alhambra.

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