31/8/22

El tango. Tango feminista


      En la entrada anterior, hablamos del tango tildándolo de machista, pero como los argentinos tienen recursos para todo, también se buscaron un tango/milonga feminista para compensar. Un tango que no nació así, pero que se hizo y que tiene una larga historia.
      En 1943, el prolífico autor Francisco Canaro compuso un tango, al que Ivo Pelay le puso una letra que, al parecer, le iba bien a quien lo interpretaría: Carlos Roldán. Y así se grabó, con el título Se dice de mí y con Roldán definiéndose enérgicamente. 
      Pasa el tiempo y en 1954, la actriz y cantante Tita Merello le pide a Ivo Pelay que adapte la letra para poder cantarlo ella, a modo de burla por sus fracasos amorosos, que eran de dominio público. El tango/milonga queda así, lo graban con la orquesta de Canaro y, al año siguiente, lo interpreta también en la película Mercado de Abasto, con lo que terminó siendo una reivindicación feminista. 
      Pero no acaba aquí la cosa, pues siguen pasando los años y en 1999 se vuelve a grabar como tema musical de la telenovela colombiana Yo soy Betty, la fea, con la misma letra e interpretado por Yolanda Rayo, que tuvo un gran éxito y llegó a ser nominada para los Grammy latinos.
      Y como estamos hablando del tango bailado, aquí tenemos a Vanessa Gauch y Esref Tekinalp en la interpretación que más me ha gustado de todos los vídeos que he visto.


21/8/22

El tango

 

      Ya he hablado aquí otras veces de mi afición al tango, que parece que lo llevo en los genes y que he mencionado tanto en broma como en serio. También he hablado de las ”fiestas” en las que aprendí a bailarlo, aunque decir aprendí creo que es excesivo, pues nunca llegué a dominarlo ni a bailarlo bien. Ahora, eso sí, llegué a saber que es el baile más machista que existe. Me explico.
 
      Cuando aquel novio primero, que había ganado copas en concursos de baile veraniegos del norte, se empeñó en enseñarme a bailar el tango, yo no aprendía. Me había ido mejor con otros ritmos, pero el tango se me resistió. Que si la caminata, que si el traspiés, que si el ocho atrás… Yo me liaba y no sabía nunca lo que tenía que hacer. Y él no paraba de decir: déjate llevar, déjate llevar… Hasta que le hice caso y me di cuenta de que yo no tenía que hacer nada, que él bailaba por los dos y con sus movimientos marcaba los míos, digamos que me obligaba a dar los pasos que eran necesarios. O sea, que, en el tango, la mujer pinta muy poco. Parece que está bailando, parece, incluso, que sus pasos son más complicados que los de él, más vistosos, pero en realidad no está haciendo más que lo que él le indica. Por algo, en el tango, al hombre se le llama “líder”…
 
      Esto lo podemos ver muy claro en este vídeo, donde un milonguero, maduro y experimentado, da una lección sobre cómo moverse entre otras parejas, cómo buscar su espacio, que pasos tiene que dar para no chocar con otros sin dejar de bailar perfectamente. Y lo hace él; ella solo obedece, se deja llevar. Machismo puro y duro. 


11/8/22

Credo

 




Los inmensos cafetales,
los blancos algodonales
y los bosques mutilados
por el hacha criminal



      El 22 de julio, Una mirada… publicó en su blog un poema de Benedetti que no conocía, pero cuyo final me trajo a la memoria algo que no tiene mucho que ver, pero sí unos versos parecidos: el Credo de la Misa Campesina Nicaragüense de Carlos Mejía Godoy. Un Credo que pronto incorporamos a nuestras misas de Comunidades Cristianas Populares, sustituyendo al establecido en la liturgia, pues, examinado con lupa por los teólogos afines, contenía todos los “artículos de fe” del Credo que podríamos llamar oficial, pero expresados de otra forma. Según parece, la letra de las distintas partes de esta Misa se fue formando por los propios asistentes a las celebraciones de la Eucaristía en el Archipiélago de Solentiname y allí fue donde se estrenó, presidida por Ernesto Cardenal, en 1974.
      Nosotros la acogimos con entusiasmo y pocos arreglos tuvimos que hacerle para adaptarla a nuestra realidad, solo cambiar cafetales por olivares, ya que blancos algodonales sí tenemos en Andalucía. Sin embargo, con la llegada al papado de Wojtyła, empezaron las complicaciones y había sacerdotes que, después de cantarlo, iniciaban el rezo del Credo tradicional y, claro, había que seguirlo y la verdad es que resultaba un tanto singular una misa con dos credos, uno detrás de otro. Igual pasó en Nicaragua y en todos los países americanos donde se cantaba, hasta el extremo de que llegó a prohibirse su interpretación en los templos y terminó siendo una canción de éxito para Elsa Baeza